Una fe viva por las obras: "La fe, si no va acompañada de las obras, está completamente muerta." (Santiago 2,17)
La fe abre nuestro corazón para recibir la Salvación que nos regala la cruz de Cristo. Por la fe recibimos esta gracia que viene desde lo alto. Es Dios el que regala la Vida Nueva. Por la fe la hago mía.
Pero no basta solamente creer. Como dice Santiago, también los demonios creen y sin embargo tiemblan. ¿Por qué tiemblan? Porque sus obras son malas, su corazón está torcido, su vida está en las tinieblas. Y lo saben.
Los demonios tienen fe en Dios, pero no la acompañan con las obras buenas de amor a Dios que deben ser la consecuencia de esa fe en Dios.
A veces nosotros, los católicos, corremos el riesgo de vivir de la misma manera. Creemos con los labios pero no vivimos en lo cotidiano a la luz de la Palabra de Dios.
Nuestras obras tienen un sabor mundano que no se condice con lo que decimos creer. Lo peor es que, como nos comportamos como los indiferentes que nos rodean… no nos damos cuenta de lo vacío de nuestra vida creyente.
Hoy Santiago nos invita a tener obras cotidianas inspiradas en la fe. No es hacer cosas raras. Simplemente hacer lo de cada día como a Jesús le gustaría que lo haga.
¿Te animás?
Una reflexión del texto: Santiago 2,17
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