Benedicto XVI ha escrito una carta al Pontificio Instituto de Música Sacra con motivos de los 100 años de su fundación. Les comparto este trozo porque nos dá criterios para el uso de la música en nuestras celebraciones litúrgicas:

Un aspecto fundamental, particularmente querido para mí, deseo poner de relieve a este propósito: cómo desde san Pío X hasta hoy se percibe, a pesar de la natural evolución, la sustancial continuidad del Magisterio sobre la música sacra en la Liturgia. En particular, los Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, a la luz de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, quisieron reafirmar el fin de la música sacra, es decir, "la gloria de Dios y la santificación de los fieles" (n. 112), y los criterios fundamentales de la tradición, que me limito a recordar:

el sentido de la oración,

de la dignidad y de la belleza;

la plena adhesión a los textos y a los gestos litúrgicos;

la implicación de la asamblea

y, finalmente, la legítima adaptación a la cultura local, conservando al mismo tiempo la universalidad del lenguaje;

la primacía del canto gregoriano, como modelo supremo de música sacra, y la sabia valoración de las demás formas expresivas, que forman parte del patrimonio histórico-litúrgico de la Iglesia, especialmente, pero no solo, la polifonía;

la importancia de la schola cantorum, en particular en las iglesias catedrales.

Son criterios importantes, que hay que considerar atentamente también hoy. A veces, de hecho, estos elementos, que se encuentran en la Sacrosanctum Concilium, como, precisamente, el valor del gran patrimonio eclesial de la música sacra o la universalidad que es característica del canto gregoriano, se consideraron expresiones de una concepción que respondía a un pasado que superar y descuidar, porque limitaba la libertad y la creatividad del individuo y de las comunidades. Pero tenemos que preguntarnos siempre de nuevo: ¿quién es el auténtico sujeto de la Liturgia? La respuesta es sencilla: la Iglesia. No es el individuo o el grupo el que celebra la Liturgia, sino que es ante todo acción de Dios a través de la Iglesia, que tiene su historia, su rica tradición y su creatividad. La Liturgia, y en consecuencia la música sacra, "vive de una relación correcta y constante entre sana traditio y legitima progressio, teniendo bien presente que estos dos conceptos – que los Padres conciliares claramente subrayaban - se integran mutuamente porque “la tradición es una realidad vive, que por ello incluye en sí misma el principio del desarrollo, del progreso”.

Los espacios en el texto y las negrillas son mías. Una manera de que no se nos pierdan los detalles de este resumido pero muy rico texto.

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2 Comments

  1. Muy interesante par crecer en la tarea pastoral.Trabajo en la música litúrgica de mi Pquia y quisiera hacerle una pregunta: es apropiado incluir el canto de la paz en la Liturgia o no?