El Padre que muere por el hijo rebelde
Absalón se reveló contra su padre para destronarlo y ocupar su lugar como rey.
En el fragor de la batalla muere.
Cuando David se entera, enloquece de dolor porque amaba de verdad a su hijo.
Como buen padre, prefería haber muerto él en lugar de su hijo.
El pecado es mi rebelión contra Dios, que es mi Padre.
El pecado mata la vida verdadera que hay en mí.
Dios elige un camino: muere por mí en la cruz, porque es un Padre que me ama.
Convertirse del pecado es dejarse amar por el Dios que muere por mis pecados.
“¡Hijo mío, Absalón! ¡Ah, si hubiera muerto yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío!”
Una reflexión del texto: 2° Samuel (19,1)
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