Hace dieciséis años tenía la cabeza y la vida bastante ocupadas. Era mi último año de Seminario. Ya era diácono. Tenía un apostolado de fin de semana en una parroquia y daba clases de teología los martes en lo luego sería una facultad universitaria. Cursaba las últimas materias y, de yapa, rendía libre las últimas materias pedagógicas que me permitirían ser profesor.

En medio de todo esto, como todo clásico seminarista, buscaba alguna frase que me sirviera como lema sacerdotal. Este lema es el horizonte que uno se pone por delante para encarar su vida de consagrado. Tenía ya todas las de ganar una cita de la primera carta a los corintios: “a fin de que Dios sea todo en todos” (15,28). Pero un sábado, meditando el oficio de lectura de la liturgia de las horas, me topé con la carta a los efesios: “realizar la verdad en el amor” (4,15). Y la adopté como lema.

El eje es la verdad. No me refería al producto de nuestras pobres elucubraciones intelectuales. Por el contrario, identificaba este término con Aquél que se proclamó como la Verdad, así, con mayúsculas. Lo verdadero estaba muy claro. Es una persona que nos había salido al encuentro encarnándose en una naturaleza humana. En El reside la plenitud de la Verdad porque es la Palabra (Logos) que dio fundamento y consistencia a toda la creación. Lo nuestro es abrirnos entre penumbras a la verdad presente en la naturaleza o recibir la luz de la revelación.

Lo que me proponía, en el lema que me daba San Pablo era vivir esa verdad en el amor. En el Amor al fundamento de toda realidad y en el amor concreto, sacerdotal, a quienes me salían al encuentro en lo cotidiano. Hay quienes suponen que la verdad se puede realizar por la violencia o la supresión del prójimo. Esta puede ser una solución a muchos problemas. Pero es una solución ficticia que no es (ni por cerca) la solución cristiana y, por eso, no es plenamente humana. En todo acto de violencia a un semejante existe un dejo de la irracionalidad inhumana. Frente a algunos que, en mi Iglesia local de entonces (y de ahora también), pretendían el camino de la agresión frente a la cultura y los no creyentes o no practicantes, proponerme realizar la verdad en el amor era (y es) entrar en el camino del anuncio y del dialogo.

Benedicto XVI nos ha regalado una nueva carta encíclica social. En ella invierte los términos de la Carta a los Efesios. El camino de todo cristiano es el de la caridad (amor). Esta es la vía de toda cuestión personal y social. Pero invita a vivir esa caridad desde la verdad. Cuando la verdad no es el norte fijado, entonces la caridad se vuelve en un mero sentimentalismo, vacío de todo contenido. Así, cualquier cosa es amor: se banaliza todo y se reivindican (hasta) cuestiones antinaturales en nombre de un sentimiento enloquecido por la falta de finalidad.

Hablar del amor (caridad) y de la verdad es darle peso a la cuestión social. En la caridad puesta en obras se juega la verdad sobre el hombre y sobre Dios. Por eso detrás de toda cuestión social hay un trasfondo profundamente moral: no todo es lo mismo, no todo dignifica al hombre, los medios para lograr un fin no son negociables…

Benedicto XVI lo explica mucho mejor que yo en la introducción a la Caritas in veritate. Y, para los que se animen, si quieren meditar sobre el amor como ágape y eros, entonces lean su primer encíclica: Deus Caritas est. No tienen desperdicio y, de paso, vemos la coherencia interna de ambos documentos.

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4 Comments

  1. Qué lindo Padre. Que emoción habras sentido al ver que el Santo Padre escribe una encíclica con lo que es tu lema sacerdotal.
    Ahora entiendo tu pasión para que todos la comprendamos bien
    Da gracias a Dios por su delicadeza para con vos ¿¿CUANTO TE AMA !!

  2. JACINTA CLELIA MENDEZ dice:

    hola padre lei tu escrito y tu lema es hermoso, realmente es emocionante para usted que el santo padre haya escrito una enciclica con el lema que ha elegido verdad? eso hace que demos gracias a dios por darnos un ser tan dulce espiritualmente y luchar para que comprendamos lo hermoso que es dar ,dar amor de corazon con el alma iluminar el cendero oscuro del que sufre... ¡¡¡eso es comprender cuanto nos ama dios y como debemos darle las gracias!!! padre yo experimente el amor de dios por medio de sus manos( imposicion) en una misa en la capilla de la medalla milagrosa de lanus....hasta pronto

  3. Querido padre Fabian: agradezco sus palabras sobre esta gran Encíclica, creo firmemente que aún hay muchas gentes, incluídos muchos católicos, que no entienden lo bueno que es este Papa. Hay mucha gente que tiene recelos infundados acerca de sus ideas. Creo que es un firme seguidor de su antecesor, pues estuvo muchos años a su lado y es un hombre inteligente y creo yo, que dará que hablar. A mí me han gustado todas las cartas que nos ha escrito hasta ahora: son reflejo de su preocupación por las ovejas que tiene que pastorear.
    He leído casi todas sus entradas y le voy a enlazar con mi blog. Me ha encantado la oración para la hermana que hizo en su celebración. Y no se preocupe por los trolls: entran en todas la páginas tratando de desestabilizar, simplemente se borran los comentarios ofensivos y ya. Dios sabe y ve lo bueno y lo malo que hacemos, así que ya rendirán cuentas a Él.
    Un abrazo en Jesús y María.