Esto es una locura para quienes no tienen fe. La ilusión que nos venden es la de la eterna juventud… la de estirar la vida lo más posible… pero no es más que ilusión.

Hoy celebré con el formulario de la Misa que pide esa gracia de una buena muerte. Es la primera vez que lo hago. No fue por un acontecimiento especial: simplemente al preparar el misal busqué alguna en la sección “Misas y oraciones por diversas necesidades”. Elegí esa simplemente porque nunca la había rezado. O fue, tal vez, mi inconsciente que se siente ya en los umbrales de los 50 años: hay cosas que antes parecían lejos y hoy se han acercado. Más allá de esto, me encantó la teología que hay en las oraciones y se las quiero compartir.

El cristiano se pone frente a la muerte desde la verdad más profunda que tiene nuestra religión. Así lo resume la oración sobre las ofrendas:

“Señor, tú destruiste nuestra muerte con la muerte de tu Hijo unigénito; por la eficacia de este sacramento…”

Y manda a rezar el prefacio común V o el VI. Yo recé el 6 que decía:

“Él (Jesucristo, tu Hijo amado), en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.”

Es esa nuestra plena certeza: ¡la muerte ha sido vencida y no tiene poder sobre nosotros! La resurrección de Jesucristo es un anticipo de nuestra resurrección: para la vida (cielo) o para la muerte (infierno) eterna. Pero la muerte primera ya no tiene dominio sobre nuestro ser. Este es el contenido de nuestra esperanza (la que alguna vez dije que era color transparente).

El momento de la muerte es así un momento de parto, decisivo para nuestra vida. Por eso la oración sobre las ofrendas continúa:

“Concédenos que, obedeciendo tu voluntad hasta el fin, dejemos este mundo con paz y confianza y lleguemos por tu misericordia a participar de la resurrección.”

El momento de la muerte no es fácil. Se destruye momentáneamente la unidad del cuerpo y del alma. El cuerpo es enterrado como una semilla en la espera de la resurrección de la carne. El alma parte al encuentro con el Altísimo a ser pesada en el amor que ha tenido, juicio que comienza a sellar su destino eterno. Esta separación produce de manera natural angustia por la ruptura y miedo a lo desconocido. Y allí se puede colar quién nos desea el mal eterno. Por eso la oración después de la comunión implora:

“Te pedimos, Padre, que nos ayudes con tu gracia en el momento de nuestra muerte, de manera que superadas las insidias del enemigo podamos saciarnos para siempre de tu gloria.”

Saciarnos de la gloria. Qué manera preciosa de describir nuestro destino final. Destino de luz que lo podemos ya pregustar aquí en la tierra. El formulario de la Misa nos da dos pistas para que vivamos anticipadamente lo que podremos disfrutar en plenitud al momento de morir. Una de esas “cosas” está en la misma oración de post-comunión:

“Después de recibir en estos misterios el anticipo de la inmortalidad…”

Los “misterios” al cual se refiere es la comunión con el cuerpo y la sangre del Señor. Cada comunión eucarística es, ni más ni menos, un anticipo del cielo, un anticipo de la comunión con el Dios vivo y verdadero. ¿La vivimos así?

El segundo anticipo nos lo presenta la oración colecta:

“Te pedimos la gracia de vivir en oración constante, para que al dejar este mundo, libres de pecado, merezcamos descansar con alegría en tus brazos.”

La oración es encuentro con el amado, descansar ya en Él. ¿La vivimos así?

Alguna vez escuché a alguien que dijo algo así como: “se vive de acuerdo a la idea de muerte que se tiene”. Nosotros tenemos la certeza de concebir la muerte como transformación, como nuevo nacimiento, como plenitud. Así tenemos que ya vivir nuestra vida.

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5 Comments

  1. Creo, que si oramos con fe, y tratamos de vivir como Dios quiere, la santísima virgen, cuando ya no podamos orar ella lo hará por nosotros. Porque así es la madre del cielo

  2. Ana Lorena Monge Granados dice:

    San Pablo decia que preferia morir para estar con el Señor, un sacerdote en un funeral en que participe ,dijo: me gustaria morir para descansar de este mundo y estar con el Señor,y decia no les parezca que soy un sacerdote raro,no nada mas soy honesto. A mi me encantaria partir para estar con el Señor , de hecho me gustan mucho las homilias de los funerales porque me llenan de esperanza, y me dan un exquisito gusto, porque la muerte es solo el pase para ir a la presencia de mi Señor el es mi verdadero descanso,tambien decia que la difunta era una flor que el Señor quiso para adornar su jardin. Bello verdad.El Señor nos conceda estar en gracia para participar de su gloria eterna en el pais de la vida.

  3. estimado padre fabián, trata aquí ud. un tema en el que vengo pensando desde hace un tiempo. no con preocupación, sino con atención. tengo 75 años y después de toda una vida de excelente salud, comencé a tener algunas dolencias. no preocupantes, pero, sí molestas, y allí me di cuenta de que en algún momento vendrá lo inevitable, más tarde o más temprano, no importa. seguro que vendrá. y comencé a advertir que esa situación no me preocupa, que estoy tranquila y en oración. no solo a nuestro señor y su madre, sino también a san josé, patrono de la buena muerte, para que en ese momento, no tenga miedo y acuda confiada a los brazos de jesús. cuando uno es joven no pìensa en estas cosas y es un tema que todos tratamos de evitar, creyendo que, de esa forma, lo alejamos indefinidamente, pero, creo firmemente que, si tratamos de cumplir la voluntad de dios en nuestras vidas y verdaderamente, cumplimos el mandamiento del amor, el señor nos recibirá con los brazos abiertos y esa mirada amorosa con que nos ha acompañado en todos los momentos difíciles de nuestra vida

    1. No es pecado pedir determinada manera de morir. Pero, si estás deseando tu propia muerte ahora, sería muy bueno que lo charlases de inmediato con alguien de tu confianza. Bendiciones.