El 16 de noviembre una revista brasilera publicó una noticia que conmovió a los católicos brasileros y a los de todo el mundo. Según un informe de siete páginas de esa revista, el diez por ciento de los sacerdotes de dicho país estarían comprometidos en “crímenes sexuales” . Inmediatamente todo el mundo “civilizado”, incluido nuestro país, tomo el dato y le reprodujo por todos los medios posibles. Lo cual es algo plausible si fuera un dato acorde con la realidad y con la gravedad de los delitos de los que allí se habla.
La Conferencia de Obispos del Brasil, en manos de su presidente el Cardenal Geraldo Majella Agnello, ha respondido a estas acusaciones. Es digno de preguntarse porque los medios que dieran tanta difusión al presunto escándalo, luego ignorara la respuesta en descargo de la Iglesia. Por esto, quisiera compartir con ustedes algunos párrafos de la carta que el Cardenal le hiciera llegar a esa revista de su país.
En primer lugar, se refiere a los casos documentados en dicha publicación. En primer lugar, “lamenta profundamente los hechos documentados que están contenidos en el citado reportaje. De manera alguna la Conferencia de Obispos del Brasil (CNBB) puede estar de acuerdo con tales escándalos. Estos son del todo incompatibles con lo que la Iglesia propone y exige a sus presbíteros. Tal como la opinión pública, toda la Iglesia Católica lamenta profundamente que episodios vergonzosos como éstos puedan acontecer en el Clero. De manera especial, nos preocupan las consecuencias nefastas que los comportamientos de este tipo pueden provocar en víctimas inocentes. No obstante, la (Conferencia Episcopal) (CNBB) no puede dejar de afirmar que la inmensa mayoría de sus presbíteros cumple celosa y santamente con sus deberes ministeriales, prestando un inestimable servicio a millones de brasileños. La honra y el nombre de estos presbíteros deben ser defendidos contra afirmaciones e insinuaciones irresponsables como las que, en parte, han sido diseminadas por “ISTOÉ”. El silencio de las autoridades eclesiásticas, ante estos datos y noticias, podrían hacer parecer que éstos fuesen verdaderos, lo que no es el caso en absoluto.”
Luego, frente a un “Decálogo universal de la impunidad” que tendría la Iglesia frente a estos hechos, el Cardenal les informa que “existe una normativa en materia de delicta graviara cometidos “contra menores”, para los cuales se prevee una severa aplicación del Derecho Canónico, sugiriendo también los caminos para la enmienda del reo, la reparación del escándalo y la restitución de la justicia. Además de la tutela del derecho, la Iglesia está muy empeñada en la prevención de estos hechos tratando de encontrar la mejor formación para que los futuros sacerdotes puedan alcanzar la madurez afectiva y la paternidad espiritual que son los fundamentos para el celibato eclesiástico. Los Obispos de Brasil son muy concientes de sus responsabilidades en esta materia. Tratándose de procesos civiles, nuestro interés y nuestro esfuerzo están orientados hacia una transparencia procesal que garantice el bien y los derechos de las víctimas y de sus comunidades, que son las primeras perjudicadas, y que responda con la debida justicia a la opinión pública, justamente indignada.”
Pero sobre todo, el prelado brasilero pone de manifiesto la falta de asidero en la realidad la existencia de una investigación de 1.700 sacerdotes acusados de “crímenes sexuales”. Esta gravísima afirmación que se publica como algo seguro es una afirmación calumniosa además de que carece de toda base Más aún, afirma rotundamente y con pleno conocimiento de causa “que no existe y que jamás ha existido una investigación conducida por el Vaticano sobre los abusos sexuales en el clero brasileño.”
¿Por qué traer a colación todo esto? Hay quienes tiran la piedra y esconden la mano. Hacen un mal y no son capaces ni de asumir sus responsabilidades ni de repararlas. Se instaló en el imaginario colectivo la idea de un clero brasilero corrupto y no se da a luz la verdad cuando esta aflora. Y esto indigna por ser una falta contra los derechos humanos, más allá de que el perjudicado sea sacerdote o ejerza cualquier otra profesión.
¿Por qué pasa esto? Ya Jesús lo anticipó en su Sermón del Monte: “felices ustedes cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie de toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”. (Mt 5,11-12)
One Comment
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Miguel de San Nicolás dijo...
Querido padre y amigo:
Es muy lamentable el dolor que ha provocado la difusión de falsas noticias del clero brasileño. Más allá de la cuestión en sí, me he preocupado en preguntarles a mis colegas acerca de aquellos casos que se han dado en nuestra ciudad, diócesis, país. En fin, en aquellos casos donde fuimos nosotros comunicadores quienes difamamos y calumniamos desde un MCS.
La mayoría me contestó "que si la noticia está, hay que darla" y acerca de las consecuencias, y su forma de reparación, "hay que confesar el error, y tratar de arreglarlo". Los cierto es, que la noticia, o más bien el mensaje lanzado en el MCS, como una flecha, una vez disparada no pertenece más al arquero, y va hacia al blanco... Y no existe la posibilidad que dos flechas recorran con la misma intensidad la misma trayectoria y en el blanco se claven en el mismo punto...
En casa me enseñaron, "Cuando se mete la pata, por mas que quieras arreglarla... más la seguís embarrando..." y ha de ser así nomás.
7:59 PM