La homilía de Mons. Giaquinta sobre los discípulos de Emaús se ha detenido sobre este tema. (Yo rescaté la experiencia del encuentro de Dios hoy a través de la Palabra). En el corazón mismo de su enseñanza dice:
Cuando la fantasía sobre el ser amado es grande, al producirse el desajuste con la realidad, se da una gran desilusión que impide verla. Es lo le que le sucedió a los dos discípulos. Y lo que repetidas veces se ha dado en la Iglesia desde el tiempo de los Apóstoles. Y se dará siempre Porque confundir la fe con la fantasía pertenece a nuestra condición de peregrinos. De allí, la necesidad de una permanente purificación de la fe por la escucha de la Palabra y la celebración de la Eucaristía.
Eso es de una verdad indiscutible. Son las fantasías que nos creamos las que nos desilusionan. El Obispo emérito aplica este principio a la realidad histórica de los argentinos:
Sería largo seguir las fantasías y desilusiones de los cristianos a través de la historia. Pero conviene que, en la Argentina, fieles y pastores tomemos conciencia de las que han afectado nuestro proceso de crecimiento en la fe. Las hubo de todo tipo. Unas más espiritualistas, fundadas a veces en revelaciones privadas o en métodos pastorales. Otras más terrenales, mezcladas con ideologías políticas de signos contrarios. A modo de ejemplo, recuerdo dos. A fines de los años 40, desde labios muy autorizados se dijo que “los cristianos debemos subirnos al tren del justicialismo”, como si éste fuese la concreción del reinado social de Cristo. En el primer lustro de los 70 se decía “el Reino de Dios hoy pasa por el Pe Jota”, no importaba que en éste militasen grupos violentos, opuestos entre sí, inspirados en el fascismo y en el marxismo.
El desencanto católico con el peronismo (sobre todo gracias al menemismo y al kirchnerismo, sobre todo a este último) no deja lugar a dudas. Y es de agradecer que hoy no se vincule la experiencia de fe en relación a una parte del espectro político local.
Pero me preocupa de sobremanera la ilusión que existe con respecto al tema de las revelaciones privadas. Para muchos es el gran alimento de su fe: ya sea por las peregrinaciones a “Salta” o a “Córdoba”, como el hecho que ciertos grupos mediten las revelaciones privadas en sus reuniones de comunidad y no se acerquen a la Palabra de Dios o al Catecismo con la misma fe y devoción. Ciertamente, la desilusión está tocando a sus puertas.