El oscurantismo masón sale a la luz

Después de 150 años por primera vez un periodista ingresa a un templo masón en Paraná. Lo más cómico es que esto ocurre con una organización que se proclama a sí misma como: “una institución progresista que siempre está por delante de todos los procesos mundiales y con ella llega la Ilustración, el iluminismo, el enciclopedismo.” Bueno, allá ellos. No está en mi ánimo el hablar de dicha institución que pertenece a una de las épocas más oscurantistas de la humanidad: la de aquellos que prefieren actuar entre sombras y ocultándose pero ejerciendo el poder con una mano férrea. Eso sí, acusando a la Iglesia de ser quién actúa de esa manera… Bueno, que después de 150 años el periodista Jorge Riani haya ingresado… no habla precisamente de iluminismo y transparencia…

Ya dije que no me interésa hablar de los masones. No se trata de ellos esta entrada. Simplemente en dicha nota el señor Angel Jorge Clavero hizo unas declaraciones como católico. Me voy a referir a eso… y nada más que a eso. Estas fueron sus palabras registradas por El Diario en su edición online:

“Yo soy miembro de la masonería argentina y provengo de un hogar católico, me casé por Iglesia y tengo mis hijos bautizados. Muy mal hace el clericalismo al decir que la masonería está en contra de las religiones. Pero ocurre que no aceptamos la verdad revelada sino que la buscamos a través de la razón.”

Ser católico no es una pertenencia cultural que se hereda familiarmente. Tampoco es hacer una serie de ritos, ya sea personales o con el entorno familiar. Ser católico es algo muy distinto. La esencia del cristianismo está en un encuentro personal con Alguien que se transforma en el centro de mi existencia. Alguien que tiene pretensión de absoluto, es decir, alguien que dice que no tiene a ningún ser humano a  su misma altura y se pone como el centro mismo de lo religioso. Alguien que afirma de sí mismo:

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí." (Jn 14,6)

Y no solamente tiene la llave para ingresar a la Casa del Padre, sino que tiene el tupé de proclamarse en igualdad con él:

"El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras." (Jn 14,9-11)

Y esto es de tal magnitud que el Mismo Juan al prologar la buena noticia nos dice de él:

"Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad." (1,14)

Como lo sintetizó tan bien Juan Pablo II:

"Encontramos aquí el punto esencial por el que el cristianismo se diferencia de las otras religiones, en las que desde el principio se ha expresado la búsqueda de Dios por parte del hombre. El cristianismo comienza con la Encarnación del Verbo. Aquí no es sólo el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien viene en Persona a hablar de sí al hombre y a mostrarle el camino por el cual es posible alcanzarlo."

O como dije hace un tiempo, citando a Guardini:

El cristianismo no es una doctrina de la verdad o un estilo de vida. Es esto también, pero no es lo esencial.

La esencia del cristianismo esta constituida por
Jesús de Nazareth,
por su existencia, su obra, su destino concreto,
es decir, por una personalidad histórica.

No son ideas lo que lo caracterizan, sino un evento, un hecho concreto, que ocurrió y ocurre en la historia. …Cuando mas evidente se hace el amor humano, tanto menos pretende, sin embargo, que lo que para el constituye el centro del mundo ha de serlo también para los demás. Pero esto último es la pretensión cristiana: por la humanización del Hijo de Dios, por su muerte y su resurrección, por el misterio de la fe y de la gracia, toda la creación se ha visto exhortada a abandonar su aparente concreción objetiva y situarse, como bajo una norma decisiva, bajo la determinación de una realidad personal: bajo la persona de Jesucristo. Esto constituye una paradoja, frente a la cual incluso el sentimiento personal se revela. Es fácil someterse a una ley general, a un rito o a una verdad; pero frente a la pretensión de reconocer “otra” persona como ley suprema de toda la esfera religiosa y, por tanto de la propia existencia, el hombre reacciona en sentido violentamente negativo. En otras palabras, Jesucristo tiene la pretensión de ser el, y solo el, que es el capaz de darle el verdadero sentido a toda la realidad humana.

Cuando este señor masón dice que “no aceptamos la verdad revelada sino que la buscamos a través de la razón” lo que hace es decir, en otras palabras, algo así: no acepto la verdad que viene desde Jesús sino solamente la que brota de mi ilimitada inteligencia. Bueno… puede ser un “buen católico” cumpliendo ritos, pero no es una persona de fe ya que no acepta a Jesucristo como el centro de su inteligencia. En definitiva, el dice que se atiene a algunas prácticas (sacramentos) que están a la misma altura de otras prácticas (ritos masones) pero no tiene fe en Jesús. Y si no creemos en Jesús no podemos ser sus discípulos. Y si no somos discípulos de Jesús entonces no podemos ser cristianos, católicos.

Es bueno que esta gente hable, porque así queda de manifiesto el gran abismo que hay entre aparentar un barniz de catolicismo para así poder obrar tranquilos desde las tinieblas lo que en verdad se piensa… ¿acaso ese no es el verdadero oscurantismo… por más que se lo disfrace de un iluminismo que es "una escuela de vida, una cátedra de moral y una escuela de libre pensamiento"?

Bueno, seamos sinceros. Que la sinceridad aporta luz a la vida y transparencia a las acciones. Lo secreto… bueno… no es mi problema… aunque se lo endosen a mi Iglesia.