Hace un rato terminamos la celebración de la Fiesta de Santa Mónica con los Coros de nuestra comunidad Parroquial (para quienes quieren saber que son, visiten y lean este link). El Templo estaba lleno de madres, algunas con sus esposos, otras con sus hijos.
Al final, como lo ilustra esta foto, bendijimos, llevamos en procesión e impotramos un cuadro de Santa Mónica y San Agustín a la entrada de la Capilla del Santísimo. Fue un momento muy emotivo. Para ver las fotos, pueden visitar la página de Face de la parroquia: El Pompeyano.
La experiencia mística en la conversación
Durante la Misa, en la homilía, les leí un trozo de las Confesiones de San Agustín y prediqué sobre eso. Es en el momento en que, ya convertido, regresan al norte de África. Ena tarde, descansando del viaje por tierra y preparándose para embarcarse y cruzar el Mediterráneo, tienen una charla sobre el valor de las cosas de este mundo comparado con el Cielo al cual marchamos. Allí el confiesa que:
"Y mientras hablábamos y suspirábamos por ella (la Sabiduría eterna), llegamos a tocarla un poco con todo el ímpetu de nuestro corazón; y suspirando y dejando allí prisioneras las primicias de nuestro espíritu, tornamos al estrépito de nuestra boca, donde tiene principio y fin el verbo humano, en nada semejante a tu Verbo, Señor nuestro, que permanece en sí sin envejecerse y renueva todas las cosas." (Libro 9, capítulo 10)
A través de la charla entre dos personas se llegó al éxtasis místico de "tocar" con el "ímpetu del corazón" la presencia de Dios: es la unión de amor con lo divino, la esponsalidad mística. Y la maravilla es que surgió desde la charla de dos seres humanos, en la tranquilidad de una tarde pueblerina.
Toda una experiencia que nos incentiva a hablar más de Dios. No solamente hablar con Dios a través de la oración personal o familiar, sino sobre Él, sobre sus Misterios. Algo que se esta perdiendo en nuestras familias, por el apresuramiento del ritmo de la vida o... por la vergüenza que nos dá tocar temas religiosos.
¿Qué les parece? ¿Es imposible hablar de Dios en la familia, con el esposo, con los hijos?
Es en la familia donde se comienza el descubrir del soplo divino de donde venimos. No hay que cansarse de tener presente este Misterio. Se esta perdiendo, pero los que de una forma u otra hemos vivido en la familia esto tenemos la obligación de que nuestros hijos no se queden sin vivenciar lo que verdaderamente nos hace feliz.
Gracias Padre Febian por ayudarme en esta catequesis. Que el Dios de la Vida lo siga guiando.