En la Argentina estamos de vacaciones escolares. Muchos docentes están preocupados por el aguinaldo que no está siendo cobrado en tiempo y forma. Algo totalmente válido. Pero hoy quisiera compartirles las preocupaciones que otros tienen: el viento y la lluvia que pueden afectar a su edificio escolar.
La hermana Paula atiende, desde su Congregación, una escuela en el Chad (África). Ya he recomendado su blog. Hoy quisiera compartirles este artículo en el que nos cuenta, con palabras y fotos, como las inclemencias del tiempo pueden afectar la educación. También nos relata la respuesta solidaria para solucionarlo. Los invitan a que lo lean haciendo click aquí. La foto la tomé de allí. Y esta es la manera como termina su escrito:
…A veces no valoramos lo importante que resulta estar o trabajar en un lugar “acondicionado” que asegure el bien estar y la vida de sus habitantes, un simple mesa-banco, una llave de la que brota al instante agua potable, un wc cercano y limpio, una sombra “segura”, la privacidad,… saber que al día siguiente encontrarás tu salón, tu espacio, tu material…
Acostumbrados… no lo disfrutamos! Es tan “simple” y tan “obvio” que lo ignoramos, pero… qué haría Ud. si no lo estuviera?
Quisiera que el ruido que provoca el viento fuera solo eso… “ruido”, … que no provoque destrucción, que no ponga en riesgo la vida de nadie, que el ruido sea solo ruido y no el presagio de algo triste, que sea el anuncio de una generosa lluvia que germinará los campos y que regalará abundantes cosechas!
¿Se tendrá en cuenta estas cosas cuando se habla de las riquezas de la Iglesia? Porque esta es verdaderamente nuestra gran riqueza.
es real lo que dice la hermana , en áfrica hay testimonios aterradores , más no es necesario ir tan lejos
para encontrarnos con visiones tan o muy similar , a la comentada , sin ir más lejos que al impenetrable chaqueño o salteño , o también a las villas por ejemplo de cualquier conurbano de alguna de nuestras capitales , les aseguro que hay mucha tela que cortar en nuestro país
La verdad es así la riqueza de nuestra Iglesia está en esas obras con tanto amor y sin siquiera agua para beber .