Que maravilla que yo, hoy, pueda estar hablando desde aquí y ustedes, en muchos lugares, a la vez, me puedan oír. Estamos tan acostumbrados a las transmisiones de los medios de comunicación que no nos damos cuenta de cómo han acortado las distancias, como han permitido en un instante conocer lo que pasa lejos. Recordemos lo que pasó hace unas semanas atrás. En el Vaticano, una cámara de televisión enfocando una chimenea de la cual salía humo blanco. En Argentina, en nuestros hogares… o en el trabajo… o en la calle… nosotros… emocionados por el nuevo Papa que el Espíritu Santo nos había regalado. ¿cuánto tiempo tardamos en enterarnos? Un segundo, dos, cinco diez… nada.
Hoy la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Es la número 39. Siempre el Santo Padre el 24 de enero de cada mes, fiesta de San Francisco de Sales, nos manda un mensaje para que meditemos en este día y lo hagamos vida el resto de nuestros días. Este año el mensaje tiene una particularidad: fue redactado por Juan Pablo II y lo meditamos bajo el pontificado de Benedicto XVI. Pero más allá de quién lo firma, es la Iglesia viva la que nos hace reflexionar sobre estos medios tan importantes para nuestra vida cotidiana.
El lema de la jornada de este año dice: “los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos”. Y no es un tema menor. Ni siquiera es algo que se vive en lo cotidiano de muchos medios de comunicación. Aquello que debería ser un instrumento para el encuentro entre las personas, entre los pueblos, muchas veces es usado como un instrumento al servicio del poder político o económico. Y, así, lo que debería ayudarnos a crecer, nos acorta la visión ofreciéndonos muchos datos recortados, sacados de contexto o interpretados por la mirada subjetiva del comunicador. La deforme interpretación que se hizo de la carta de Monseñor Baseotto basta como ejemplo concreto. Muchas veces lo importante y valioso, queda casi sepultado par la maraña de mensajes inútiles o negativos que llenan el espacio y nos distraen de lo que en verdad sirve para que seamos más humanos, más hermanos entre nosotros.
A veces puede ser peor. El Papa nos recuerda que “Cuando los demás son presentados en términos hostiles, se siembran semillas de conflicto que pueden fácilmente convertirse en violencia, guerra e incluso genocidio. En vez de construir la unidad y el entendimiento, los medios pueden ser usados para denigrar a los otros grupos sociales, étnicos y religiosos, fomentando el temor y el odio. Los responsables del estilo y del contenido de lo que se comunica tienen el grave deber de asegurar que esto no suceda. Realmente los medios tienen un potencial enorme para promover la paz y construir puentes entre los pueblos, rompiendo el círculo fatal de la violencia, la venganza y las agresiones sin fin, tan extendidas en nuestro tiempo.” También en la Argentina. También en Paraná.
Juan Pablo II, desde el cielo intercediendo por nosotros, nos marca el camino en su mensaje para esta jornada: “Mi oración en la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año es que los hombres y mujeres de los medios asuman su papel para derribar los muros de la división y la enemistad en nuestro mundo, muros que separan a los pueblos y las naciones entre sí y alimentan la incomprensión y la desconfianza. Ojalá usen los recursos que tienen a su disposición para fortalecer los vínculos de amistad y amor que son signo claro del naciente Reino de Dios aquí en la tierra.”
Que este sea también nuestro deseo y nuestra oración.