Estamos celebrando la fiesta de la Venida del Espíritu Santo sobre Los Apóstoles y la Virgen María. Acontecimiento que marcó el nacimiento de la Iglesia. Y no se la puede entender si nos desde allí: animada por el Espíritu Santo está destinada a servir a la humanidad a través de la Palabra de Dios que nos trajo Jesús. Una Palabra de Dios que es eterna y espiritual, pero que ilumina todas las realidades de los hombres. Todas.
Dios Espíritu Santo se derrama sobre toda la Iglesia y sobre cada uno de los creyentes. Nos regala sus dones para animarnos en nuestra marcha por el mundo hacia el Cielo. Hoy, como Cristianos tenemos que pedirle especialmente algunos de esos dones. El don de la ciencia se derrama en nuestro interior para que nosotros aprendamos a ver las cosas con los ojos de Dios. Ver las cosas significa ver toda la realidad como Dios la soñó. Y significa ver también los rastros de la maldad presente en el mundo, no para denunciarla sino para animarnos a transformarla.
El fin de semana pasado terminaban en Mar del Plata las Jornadas Sociales, organizadas por la Comisión Episcopal de Pastoral Social, bajo el lema “La cultura del trabajo”. Como es usual en estos acontecimientos, se da un mensaje final que es resumen de lo reflexionado y, a la vez, una luz para el trabajo que sigue.
Allí los participantes, pertenecientes al mundo del trabajo, decían que “Tenemos que imaginar el proyecto de país que queremos y los valores que lo animen, consensuando este modelo con todos los sectores sociales. Deseamos recuperar la credibilidad de la Argentina para que vengan inversiones y aumenten los empleos, pero sobre todo queremos volver a confiar en nuestro país. Necesitamos una mayor transparencia en la sociedad y nos duele saber hoy que se pagaban sobresueldos en vez de generar empleos. Tampoco esperamos que el Estado nos solucione todos los problemas. Es la sociedad entera la que debe cambiar, como es la Iglesia entera la que debe acompañar a los trabajadores.”
Frente a esto, el lunes resonó la voz del ministro del interior, Aníbal Fernández señalando que hay obispos “se la pasan diagnosticando” pero “nunca agarran el remo” para trabajar junto al gobierno. Se escucharon varias voces oficiales, entre ellas la de un piquetero porteño, que criticaron las palabras dichas y dijeron que la Iglesia no había dicho nada parecido durante la década de destrucción del empleo, la última del siglo pasado. Y bueno… parece que nunca escucharon ni leyeron las reflexiones y denuncias de los obispos y de la Iglesia. Por esto se sorprenden del pensamiento cristiano frente a los excluidos y la realidad nacional ahora que son parte de la clase gobernante.
El documento, que no está destinado al gobierno, sino a cada uno de nosotros, propone varias cosas concretas en las cuales debemos trabajar juntos… todos. Escuchemos la otras cosas que dice:
“En una Argentina que se concentra en torno a la Capital, debemos generar políticas regionales, a escala humana, que equilibren las oportunidades de trabajo y mitiguen los problemas de la migración. Recuperemos el ferrocarril, cuidemos los recursos naturales y promovamos el desarrollo de energías alternativas. Atendamos a la degradación del medio ambiente, en particular cuando afecta a los más pobres.
“Procuremos recomponer los vínculos, con su entorno social, de los desocupados, los piqueteros, los cartoneros y los marginados en general. Fomentemos la cultura del diálogo que busca consensos y respeta las diversidades. Los católicos deseamos trabajar junto con los cristianos de otras Iglesias, con los creyentes de otras Religiones y con todas las personas de buena voluntad para reconstruir la Argentina que tanto queremos.
“Para desarrollar una cultura del trabajo con un proyecto de país que se sostenga en el tiempo, proponemos algunas medidas de aplicación más inmediata. Pedimos ante todo, que los planes sociales se transformen en un fortalecimiento del empleo temporario y que no se le retiren automáticamente al que ha conseguido algún trabajo.
“Proponemos que se generen políticas de promoción impositiva para las pequeñas empresas, que se estudie la posibilidad de crear una caja financiera para promover las PYMES, las empresas familiares y los micro emprendimientos, que se apoye a las empresas recuperadas por los trabajadores y a los pequeños agricultores, que se estudie el complejo problema del trabajo en negro, para encontrar soluciones que no perjudiquen a los trabajadores.
“Para avanzar por este camino alentamos la creación de mesas de diálogo a nivel provincial y municipal que se ocupen de los problemas laborales en coordinación con la Mesa Nacional del Diálogo Argentino, sugerimos que se vinculen las tareas del voluntariado con los proyectos de creación de trabajo, invitamos a los laicos a asumir mayores responsabilidades ya que la Pastoral Social es de toda la Iglesia, proponemos la creación de una red de proyectos sociales incorporada a la Red Federal de Diálogo, deseamos que la acción de esta Comisión de Pastoral Social se desarrolle en coordinación con la de Cáritas y otras Comisiones Episcopales, como la de Pastoral Aborigen, Migrantes, Salud y Penitenciaria, y que estudiemos y divulguemos el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia de reciente publicación.”
El Espíritu Santo también nos regala otro don: el de la fortaleza. Así, con la fuerza de Dios, nos animamos a enfrentar todas las contrariedades de la vida. Pidámoslo especialmente para que no nos venza el temor o el desaliento frente a las dificultades de nuestro país, para que seamos testigos de que una vida nueva es posible, para que seamos constructores de ese mundo nuevo.

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