En este día tan especial les comparto una columna de opinión que el periodista Luis María Serroels escribió para Análisis Digital. Internet permite leerla en la página original a través de un clic. Pero como sé que muchos son medios vagos para navegar por la red, se les transcribo íntegramente lo que escribió este excelente periodista de mi patria chica. No tiene desperdicio.

(ACTUALIZACIÓN: este artículo es del año pasado pero creo que vale la pena volver a leerlo)

Escuchemos el clamor del niño por nacer

Hoy se celebra el Día Internacional del Niño por Nacer.

Muy propicio para refrescar conceptos fundamentales para que se mantenga siempre vivo el principio del derecho a la vida. Y es sustancial posar nuestra atención en esta frase: No ha nacido aún pero ya es niño, ya es un ser humano y en consecuencia, goza de todos los derechos sin excepción no solamente como criatura de Dios sino también porque tratados internacionales, leyes y declaraciones universales lo incluyen (quienes expresan que la oposición al aborto es una cuestión de los curas, pecan de estupidez por supina ignorancia). Nuestra Constitución Nacional lo consagra al incorporar los pactos (art. 75, inc. 22) con jerarquía superior a las leyes, reconociendo la vida desde el momento de la concepción. Por lo tanto, cualquier praxis abortista viola derechos, principios y garantías constitucionales y esta es la cuestión medular.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (Bogotá, 1948):, sostiene que “Todo ser humano tiene derecho a la vida”, declarando que “Toda mujer en estado de gravidez o en época de lactancia, así como todo niño, tienen derecho a protección, cuidado y ayuda especiales” Entonces mal se puede proteger esta vida y autorizar la muerte del feto que lleva en su seno, porque “abortar” jamás puede ser proteger a un niño.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948), señala que “Todo individuo tiene derecho a la vida” y en otro artículo declara que “La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales”. Legalizar la muerte por vía del aborto nunca no puede ser entendido como una prestación de “cuidados y asistencia especiales”.

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Nueva York, 1966), consigna que “Se debe conceder especial protección a las madres durante un período de tiempo razonable antes y después del parto”, añadiendo que “se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia a favor de todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición”. Es obvio que si se permite el exterminio impune e inhumano discriminando a los más débiles e indefensos (los niños ya concebidos), se vulnera el precepto elemental de igualdad ante la ley. El Instituto Nacional contra la Discriminación parece no advertirlo.

Asimismo recomienda a los Estados la reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil. De hecho que para ello debe existir el niño y si se convalidase el aborto, esos presupuestos se tornarían ilusorios. ¿Cómo prestarle el más alto nivel de desarrollo a un físico y mental a un niño que ha sido eliminado impunemente antes de ver la luz?

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Nueva York, 1966), habla del derecho a la vida como inherente a la persona humana, estatuyendo que nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes y tampoco sometido sin su libre consentimiento a experimentos médicos o científicos. ¿Alguien le solicita asentimiento a un bebé por nacer para provocarle su muerte? Se ha llegado al colmo en Estados Unidos, de proyectar una legislación que obligue a los abortistas a anestesiar a la criatura no nacida antes de matarla. Toda especie de tormento y azotes están abolidos en nuestro país por el artículo 18º de la Ley Suprema.

Finalmente, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José de Costa Rica (1969), enfatiza que “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida y, en general a partir del momento de la concepción” y prohíbe aplicar la pena de muerte a mujeres en estado de gravidez. Sería una enorme incongruencia legal, respetar está cláusula y paralelamente se permita matar a los niños después de concebidos y antes de nacer. No es difícil interpretar el espíritu del Tratado –más allá de que en otra parte sugiere abolir la pena de muerte donde existiere- porque se veda la posibilidad de ejecutar a una mujer embarazada reconociendo que en su vientre tiene un ser humano con derecho legítimo a la vida. Es como si los “benévolos” ajusticiadores optasen por aguardar que el niño nazca y después concretar la ejecución. ¡Increíble!

Sabiamente, nuestra nueva Constitución entrerriana acoge parte de estos argumentos en su artículo 16º, cuando establece que “La provincia reconoce y garantiza a las personas el derecho a la vida y, en general, desde la concepción hasta la muerte digna. Nadie puede ser privado de ella arbitrariamente”.

En un fallo histórico, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos fue contundente al afirmar que no existe el derecho humano al aborto y, en cambio, existe el deber del Estado de proteger la vida.

Durante el cierre de la campaña presidencial de 2007, Cristina Fernández se declaró contraria al aborto, recodando que siempre se opuso a la interrupción voluntaria del embarazo, aunque aclaró que también se oponía a la estigmatización de aquellos que piensan de otra manera. Claro que la apología del aborto, en tanto homicidio, es delito.

La Constitución de 1949 consagraba la protección de la familia como respuesta a un natural designio del individuo. El apotegma peronista que reza: “En Argentina los únicos privilegiados son los niños”, resulta una síntesis incontrastable frente a las voces que promueven el aborto legal, incluyendo a la ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carme Argibay.

El biólogo Jean Rostand (maltratado por los medios abortistas) ha expuesto claramente que existe un ser humano desde la fecundación del óvulo y por lo tanto todo aborto es sin duda un asesinato. Pero agregaremos apenas un puñado de reflexiones argumentativas que echan por tierra las aspiraciones de muchas mujeres que se entusiasman frente a proyectos en danza para declararlo legal. Entre ellas, las energúmenas que arremetieron salvajemente contra edificios, bancos, templos, monumentos, escuelas, comercios y viviendas paranaenses en octubre de 2010, ante la pasividad policial ordenada por el Poder Ejecutivo.

Las opiniones científicas dan cuenta de que antes de la implantación, el sexo ya puede determinarse y ya tiene los 46 cromosomas del código genético que programan y dirigen el desarrollo de una nueva vida humana.

El profesor Jerôme Legèume, catedrático de genética de la La Sorbona (París), sostiene que “desde el momento mismo de la fecundación, desde el instante en que a la célula femenina le llega toda la información que se contiene en el espermatozoide, existe un ser humano”.

Por su lado la Asamblea del Consejo de Europa, hace casi tres décadas en su Resolución 4.376, expresó que “La ciencia y el sentido común prueban que la vida humana comienza en el acto de la concepción y que en este mismo momento están presentes en potencia todas las propiedades biológicas y genéticas del ser humano”.

El profesor Nilsson admitió que “cuanto más sabemos de este maravilloso mecanismo, más asombrosa aparece la concepción humana, así como las extraordinarias funciones del cuerpo de la madre…”. Es menester ilustrar sobre datos realmente impactantes en la evolución que se produce dentro del vientre materno, extraído de informes de especialistas.

Al día 17 ya existe el hígado y desarrolla sus propias células sanguíneas; también se están formando el cerebro, riñones y huesos. El día 18 el músculo del corazón ya exhibe contracciones y a las 4 semanas ya han comenzado a formarse los ojos, la médula espinal, el sistema nervioso, los pulmones, el estómago y los intestinos. Un par de días más tarde se comienzan a formar nariz y orejas, fluyendo la sangre por el sistema vascular.

Para quienes se esfuercen por refutar estos datos, es suficiente remitirse a las normas internacionales que coinciden en que la vida empieza a partir de la concepción, sin consignar grado evolutivo en cuanto hace a la conformación del ser en gestación. Desde ese instante y hasta que nace, nadie tiene derecho a evaluar en qué momento se puede matar al niño. No existe instancia alguna en la que asesinarlo sea no punible. Siempre será un crimen, el más abyecto, porque no le da lugar a la víctima inocente a defenderse. Porque nadie le leyó sus derechos, le anotició de los cargos en su contra ni le proporcionó auxilio jurídico para su defensa. Y porque quienes lo acusan arbitrariamente (¿de qué?), lo terminan ejecutando sin piedad alguna, actuando como jueces y parte.

Recientemente se anunció el fallecimiento a los 84 años, del médico Bernard Nathanson, quien peleó a fines de la década del ‘60 en Estados Unidos por una ley de aborto, consiguiéndolo diez años más tarde. Para ello se valió de aviesos procedimientos: tomar medios de comunicación, falsificar estadísticas, desacreditar a la Iglesia Católica e ignorar evidencia científica. Todo esto lo terminó reconociendo años después cuando se convirtió a la causa pro-vida.

Después de haber sido bautizado como el “rey del aborto”, llegó a admitir que con la nueva tecnología del ultrasonido “por primera vez pudimos estudiar al ser humano en el vientre y descubrimos que no era distinto de nosotros: comía, dormía, bebía líquidos, soñaba, se chupaba el dedo, igual que un niño recién nacido. La verdad que esto era un ser humano con dignidad, dada por Dios, que no debía ser destruído o dañado”.

Nathanson mató con su mano unas 5.000 criaturas y supervisó otras 10.000 muertes, aunque en su clínica fueron asesinadas otras 60.000 personas por nacer, pero nunca fue preso: la ley se lo permitió. En 1992, escribió: “Como científico no creo; yo sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción”. Bien lo señala la periodista Verónica Toller: “es la suya una historia de muerte y de regreso a la luz; una demostración de que el cambio es posible y un testimonio directo y valiente acerca de con qué métodos y manipulaciones se logró implantar la ley del aborto”. ¿Qué ocurrió dentro suyo para tamaño acto de conversión? Es el interrogante obligado.

Que la mujer haga cuanto desee con su cuerpo en el quirófano del cirujano plástico, puede aceptarse (esmerilarse el tabique nasal, eliminar la celulitis, practicarse una lipo-aspiración, sacarse las patas de gallo o extirparse una berruga). Pero el cuerpo que guarda en su vientre en plena evolución y desarrollo, le pertenece a un inocente que sólo aspira a salir a la luz del mundo para formar parte de la gran comunidad. Le asiste todo el derecho.

No se trata de intrusos. Los niños por nacer traen al mundo una fiesta para la vida y aún antes de abandonar el útero materno, ya están compartiendo el maravilloso universo del amor. Hay que escuchar su clamor silencioso.

(Si hay algún problema con el Copyright, me avisan y elimino el contenido dejando solamente el link que puse más arriba. Espero que esto no suceda.)

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

3 Comments

  1. Un articulo excelente,COMPLETO E INSTRUCTIVO,PARA TODOS AQUELLOS QUE POR IGNORANCIA,PIDEN ELIMINAR A UN INOCENTE.

  2. Creoo q para mii el abortoo no se tenia q legalizar..!!! Ya q vivir es lo MAXIMO..!! Creoo q esos bebes necesitan y quieren vivir como todo ser humano