Este martes comenzó el proceso para la declaración como Santo del Papa Juan Pablo II. En la Basílica de Letrán se realizó la solemne sesión de apertura de la investigación diocesana sobre su vida, virtudes y fama de santidad.
Ese mismo día, la Diócesis de Roma ha pedido informes sobre la santidad de vida del Cardenal Argentino Eduardo Francisco Pironio. Fallecido en Roma el 5 de febrero de 1998, con el correr de los años ha crecido su fama de santidad, por lo cual se ha pedido formalmente dar inicio a su causa de beatificación y canonización.
Nacido el 3 de diciembre de 1920, fue Obispo de Mar del Plata. Luego de haber trabajado en la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) el Papa Juan Pablo II lo llamó al Vaticano. Allí fue su estrecho colaborador y uno de los artífices de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que celebrara con tanto éxito el anterior Vicario de Cristo. Sus restos descansan en la Basílica de Luján esperando la Resurrección final.
Recordar una anécdota de su vida nos puede hacer mucho bien a los Argentinos en esta semana de bombardeo mediático sobre el valor de la vida en el vientre materno.
Sus padres eran italianos y llegaron a la Argentina recién casados. Luego del nacimiento de su primer hijo, su mamá se enfermó gravemente y estuvo postrada seis meses. Tenía sólo 18 años. Luego de recuperarse, los médicos le dijeron que no podía tener más hijos porque su vida correría un grave riesgo.
Al no saber que hacer, la joven madre consulta al obispo auxiliar de La Plata. El Obispo la tranquilizó y celebró una misa pidiendo protección para ella.
Su mamá no solamente vivió hasta los 82 años sino que también tuvo… ¡21 hijos más! El Cardenal Pironio fue el último.
Los años pasan y el sacerdote Eduardo Francisco es nombrado Obispo Auxiliar de la Plata, en el mismo cargo de quién había bendecido a su madre. El día de su ordenación el Arzobispo le regaló, sin saber nada, la cruz pectoral de aquel obispo.
¡Que cosa! Pensemos juntos… Si su madre se hubiera asustado por las precauciones que los médicos le pidieron que tomara… O si su madre, una vez concebido los hijos los hubiera abortado… Pero nada de eso pasó. Esta mujer confió en Dios. Y gracias a eso este martes se abrió en Roma la causa de santificación de su hijo número 22.
Se suele decir que la crisis de la Argentina es por la falta de buenos dirigentes. ¿Cuántos que pudieron ser buenos dirigentes murieron en el seno de su madre porque se los abortó por el derecho al cuerpo de la mujer o por miedo a una enfermedad? No lo sabemos. Sólo sabemos que el Cardenal Pironio vivió e hizo mucho bien porque su madre lo amó antes de nacer, aún con el riesgo de su propia vida. Todo un ejemplo para nuestras vidas, ¿no?

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2 Comments

  1. Conozco este hecho, pero te agradezco, padre Fabián, que lo traigas a la memoria en un relato breve y conciso, el cual guardaré, imprimiré y reenviaré. Muchas gracias por todos tus artículos, que tienen un sobrio y directo estilo criollo, fácil de enteder, sin vueltas.