Era el cuarto de los seis días de retiro. Me había pasado varias siestas confesando y charlando con los conviventes. Pero ese día el sueño me había vencido: le saqué várices a la cama (como solemos decir por aquí cuando dormimos bien). Me levanté y fui a la sala donde preparábamos todo con el equipo. No había nadie porque ya estaban en los trabajos por grupos que tocaba en ese momento.

Al pasar por un pasillo, lo ví al otro sacerdote que había ido para ayudar a confesar, ya que la lista de "esperantes" era mucha y yo no llegaría a atender a todos (lo cual sucedió así). Cuando llegué a la sala, se larga un diluvio. Literalmente. Yo tenía mi mate, me acerqué a la ventana y me puse a contemplar el aguacero. Y me senté. Y me quedé... me quedé... me quedé. Me entró la fiaca y me tomé esa hora sin confesar o charlar con nadie.

Al rato cae ella. Me reservo su nombre. Unos treinta años, más o menos. Casada. Era una de las centralizadoras de la Convivencia, es decir, una de las que administraba el dinero y compraba todo lo que se iba necesitando en el transcurso de los días. Un verdadero amor de persona, muy dulce y de muy lindo trato. Se acercó y tomamos algunos mates.

Me contó que ese día no podría compartir la Misa de la tarde con nosotros, como había hecho las anteriores jornadas. Tenía que hacer algo en ese momento. Pero igualmente vino para ver si necesitabamos alguna cosa y hacer una visita al Santísimo. En realidad, más que visita, venía interesada en pedirle algo: se le había terminado el dinero dos días antes de que terminara el retiro... Le venía a pedir al Señor que arregle las cosas a su manera.

Después de escucharla, me puse en consejero de administración de empresas. Le dije que había que armar algún presupuesto mínimo antes de comenzar y, allí, calcular los gastos en base a las posibles entradas. Que si ella no sabía como, seguro que en la Comunidad habría alguien con conocimientos contables suficientes para ayudarla a hacerlo. Con toda certeza, más de uno se ofrecería a darle una mano en eso. Entonces me dijo, toda tierna:

- Padre, yo soy Contadora.

Y me contó como en su vida la Providencia siempre la había ayudado. Mamá soltera (hoy casada), con muy, muy, muy poquito había criado a su hija y terminado sus estudios. Hoy tenía dos trabajos, pero a veces la plata no le alcanzaba para algunas cosas. El marido la retaba porque ella siempre decía que había que confiar, que de algún lado se solucionaría todo. Y así era nomás.

Después de charlar conmigo, se fue a rezarle a Jesús Eucaristía.

No se si faltó o sobró dinero. Pero el último día tuvimos de postre ¡helado! Sí. Todo es posible para el que confía.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

10 Comments

  1. Como dice el dicho: "Dios aprieta pero no ahorca"... Parece que todos estamos igual a esta altura del año, pero de eso se trata la Fe, creer en la Divina Providencia, no desesperar...

  2. Perdón que el comentario anterior salió como anónimo. Es de mi autoría. Cuando ya había enviado el comentario, no me di cuenta. Y ahora que lo veo publicado, veo el error cometido. Mil disculpas!

    1. Jaja... no te preocupes... no te voy a dedicar una entrada como comentadora anónima... ;-)
      Gracias por propagarlo desde el Facebook

  3. Que lindo Padre que cuentes eso. De verdad las Convivencias con Dios aunque son de seis dias son baratas , depende de las casas si cobran mucho o no, porque en las cocinas con la ayuda del Señor hacemos milagros. La experiencia de esta hermana ¡cuantas veces la hemos pasado! sólo que a veces nos vence la angustia, poca fe verdad?
    En la nuestra el Señor tendrá que hacer el milagro de la multiplicación del $ de lo contrario se quedan sin comer, porque es muy barata. Ah! preguntá porque no se si queda lugar para mujeres, porque tu hija de la parroquia no se anotó que yo sepa. Un abrazo y bendiciones

  4. Padre Fabián. Te esperaba por Las Toscas! anoche recibiendo a los conviventes de Cristo, Pablo y Pedro, recibí de parte de una hermana que sirvió con vos, tus saludos.
    Gracias grande. Complacido en el Señor que las convivencias haya sido santas y fructíferas. Al menos así fueron los testimonios de anoche.
    Un fuerte abrazo

    1. La idea era pasar por allí, pero de ida me quedaba más cerca y a la vuelta la ruta con menos tráfico era la de Corrientes. Otra vez será. Seguro que no faltará oportunidad.

  5. si en mi vida siempre Dios proveerá. Justo hoy necesitaba hace unos días un medicamento par la gastritis, (para otra persona) y zás llego al consultorio y quién estaba allí preparando unas bolsitas de muestras gratis, el visitador, justo del medicamento que necesitaba.....
    Bueno pude mandar la encomienda...Si no es Dios digame Padre quién es ?'?
    y no lo voy a aburrir pero toda mi vida ha sido, es y será así: DIOS PROVEERA.
    y SI también es cierto me da todo lo justo y necesario.....para el servicio de los demás.

  6. MariCris De Jesús Ocds dice:

    Doy fe de la Divina Providencia. Vivo de una pensión mínima, sostengo un hijo con dificultades que no trabaja, 5 perritos, un lorito barranquero, pago mis cuentas (a duras penas, pero siempre alcanza) y cada vez que converso con mi Señor y le digo "me haría falta xxxx, tal vez algún día lo pueda comprar", entonces más temprano que tarde, Él ve la manera que tenga lo que "necesito" (encomillo necesito para que se entienda que no satisface mis caprichos, sino lo que a su Divino Juicio me es realmente necesario). Y vivo muy feliz con lo justísimo que tengo, porque me sobra Su Amor, tanto como para compartirlo.
    Te guardo en mi modesta oración, Padrecito.