En este año del Sínodo, y para seguir conociendo la vida de nuestra Iglesia en Paraná, aprehendemos quienes fueron estos sacerdotes que hicieron historia en 1915, en aquel Primer Sínodo Diocesano.
Para comenzar, y a pedido del Padre Fabián, conocemos un poco más del sacerdote agustino Juan Pérez Rodríguez, de 58 años, nacido el 2 de diciembre de 1877, en Andavías del Pan, Zamora, España, que vivió en la ciudad de Paraná entre 1902 y 1908, como profesor y procurador de la casa parroquial, y entre 1911 y 1918 como director de un colegio y cura rector de la parroquia de San Miguel.
Ya conocimos a los Padres Agustinos en otro artículo de “El Boletín” y en este año sinodal que mejor que comenzar con un Mártir del siglo veinte.
La Congregación
Estos religiosos tomaron posesión de la Iglesia San Miguel en 1901, invitados por Mons. Rosendo de la Lastra. Al año siguiente inauguraron el Colegio en un edificio aledaño a la parroquia y donde actualmente se encuentra el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Antonio Serrano.
Paraná fue la primera ciudad del país en que desembarcaron los agustinos.
“Se habían matriculado en el colegio ochenta y un alumnos, número excesivo para la capacidad del local, por lo que habrían de buscar locales más amplios. Esto no fue fácil dada la oposición de los masones y liberales que desde sus altos cargos públicos, no admitían la existencia de un colegio religiosos en la ciudad”,
dice un ensayo sobre la vida de Juan Perez Rodriguez, del también agustino Teófilo Viñas Román. Por entonces Paraná tenía 36.000 vecinos.
La acción del Padre Juan Pérez
Este Padre, deseando intensificar la devoción a la Virgen, encargo a las Señoritas Josefa Apeita y Ana Marzá, feligresas de la Parroquia San Miguel, buscaran unas cincuenta niñas piadosas que quisieran cooperar a tan plausible obra para fundar la Congregación Hijas de María de la Parroquia San Miguel.
Una vez obtenido esto, informó al Obispo Doctor Bazán y Bustos sus ideas y trabajos; de obtener su consentimiento para formarla y que se llamarían Hijas de María de la Consolación para diferenciarse de sus similares del Huerto y de San Antonio.
Además ellas no se conformarían con las obras de piedad propias para santificarse, sino que debían formar La Liga de Jóvenes Catequistas para enseñar y difundir la Doctrina Cristiana.
El Padre Juan solicita al Obispo la aprobación Canóniga en diciembre de 1911 y es concebida, firmada y sellada el 23 del mismo mes.
El 1 de enero de 1912 a las 17,30 con la iglesia vestida con sus mejores galas, se hace la imposición de las medallas y se deja establecida oficialmente la congregación.
En abril de ese año le informa al vicario General, que después de haber dado algunas instrucciones religiosas a los presos que se encuentran en el Departamento de Policía, han recibido la comunión unos treinta presos, cinco de estos mujeres.
Más de la mitad comulgaron por primera vez.
“tuve que sentir una nota discordante dada por el jefe de policía y Comisario de órdenes, oponiéndose con su conducta sectaria a no facilitarnos comodidad alguna para la instrucción de los presos. Hice presente este modo de proceder tan descortés a las Sras. de la Beneficencia, quienes elevaron queja al ministro y este repitió las órdenes dadas que el jefe de Policía interpreto a su modo, pero que ya no me impedían el dar la instrucción deseada”
dice textual esta carta.
Los presos comulgaron con gran regocijo y las señoras les sirvieron después un chocolate y les repartieron yerba, azúcar, cigarros y algunos objetos religiosos como escapularios, crucifijos, etc. Los presos policiales que dependían del Jefe de Policía no comulgaron porque se les prohibió asistir a las instrucciones religiosas y preparación. ¡He aquí la libertad religiosa!
Su trabajo en la Curia
Por carta del 14 de mayo de 1912 el Padre Juan Perez le informa al Pro Secretario del Obispado que ha recibido la nota donde se le informa que es nombrado Párroco Consultor del Obispado.
En el informe que la parroquia envía al Obispado en 1913, dice que la parroquia
está regenteada por los Padres Agustinos siendo cura Juan Pérez, religioso de la Orden de San Agustín, español, venido y mandado por la obediencia a la R. Argentina en el mes de mayo de 1902 y fijando residencia en junio 4 de 1902 en la Iglesia San Miguel, cuya parroquia estaba a cargo de los padres agustinos desde el año anterior 7 de mayo de 1901…
Aquí permanecí ayudando al servicio de la iglesia y siendo además Profesor del Colegio San Miguel de 1908 en que fui traslado para Buenos Aires. Volví en 1911 a Paraná y el 4 de marzo me hice cargo de la parroquia ésta de San Miguel en cuyo cargo fui confirmado por el Obispo Abel Bazán y Bustos.
Los estudios de la carrera eclesiástica, los hice en España, en nuestros colegios seminarios de Valladolid y La Viol.
Como comunidad vivimos cinco sacerdotes de la orden de San Agustín, necesarios para el gobierno de la parroquia y sostenimiento del colegio de 1ra enseñanza, titulado San Miguel.
Los Padres que aquí residen son: P. Bonifacio Fernández de 45 años, ayudante en la iglesia y profesor. P. Ciriaco Aguado, 48 años de edad, profesor y ayudante de la iglesia, Ángel Pérez de 35 años, profesor y ayudante en la iglesia y Cipriano Polo, 31 años ayudante y profesor y el que suscribe de 35 años de edad, todos somos españoles…
En diciembre de 1913 le cuenta al Obispo por carta de la misión realizada en la parroquia y de la cantidad de confesiones, unas mil doscientas y lo feliz que estaba de ver personas que no se acercaban a la iglesia, asistir al templo a escuchar la Palabra, confesarse y recibir la comunión, diría al final de esta carta “los padres sembraron, Dios dará el incremento”.
En febrero de 1915 estuvo presente durante el desarrollo del Sínodo, firmando en las actas junto a los otros sinodales convocados.
La partida hacia el martirio
Tras la marcha del padre Pérez Rodríguez en 1918 hacia Buenos Aires, en 1920 se decidió el cierre de la fundación y el retiro de la Orden Agustiniana de Paraná, decisión que causó al Obispo Abel Bazán «sorpresa, contrariedad y sentimiento», pero no rencor, ya que hizo un «gran elogio para los padres que allí habían trabajado».
El 20 de marzo de 1921, entregan la parroquia, ya que deben atender el Colegio de Buenos Aires y dice en su carta el Vicario Provincial José María Álvarez:
“Con gran sentimiento abandonamos la primera ciudad argentina en que los religiosos agustinos reanudaron su interrumpida historia en este país; pero no siempre se puede dar satisfacción a los anhelos del corazón, sino que muchas veces debemos renunciar a ellos para obedecer ciegamente a la voluntad de Dios manifestada por nuestros superiores”.
El Padre Juan Pérez Rodríguez, después de haber estado en varios colegios y parroquia en Argentina, ejerció la docencia en Centros Educativos de Uclés, La Vid y Gijón. Allí estaba durante la época de la persecución religiosa que se desata en España entre los años 1936 y 1939.
Se refugió el 18 de julio de 1936 en la casa de personas amigas, y es arrestado el 24 de agosto de ese año, y asesinado al día siguiente 25 de agosto. Figura en la nómina de los 498 Mártires del Siglo XX en España, de los cuales 98 era agustinos.
Eran «apóstoles y fueron valientes cuando tuvieron que confesar su condición de creyentes; disponibles para confortar y sostener a sus compañeros de prisión; rechazaron las propuestas que significaban minusvalorar o renunciar a su identidad cristiana; fueron fuertes cuando eran maltratados y torturados; perdonaron a sus verdugos y rezaron por ellos; a la hora del sacrificio, mostraron serenidad y profunda paz». Creen los obispos, fielmente, que «el martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo».
Hasta aquí conocimos un poco a este sacerdote, Sinodal por la Parroquia San Miguel, fundador de la Congregación Hijas de María de la Consolación de la Iglesia San Miguel, Párroco, Profesor y Mártir.
Profesora Celia Godoy
Archivo Arquidiocesano