Cuesta organizar la juntada. No hay dudas. Que tal fecha… que yo puedo… que yo no… que en tal lugar… que mejor en el otro que nos queda más a mano a todos… Un eterno ir y venir del grupo de guasap. Y los intentos de encuentros se van quedando, la mayoría, en eso: ¡intentos!!!
Hasta que alguien dice: “Tal día, tal hora, tal lugar y el que puede va.” Sencillo. Imperativo. Y los planetas comienzan a alinearse de golpe… y yo puedo, pero a tal hora… y yo no tengo problemas en poner el lugar, vengan… y yo estoy, así que hago el asado… ¿quién me lleva?...
Y llegó el día… mejor dicho, la noche. Viernes 11 de enero en casa de Viviana, en Hasenkamp. Al mediodía nos llega al grupo la primera foto: leña preparada y pan casero en puerta.
Los que están lejos y no pueden ir van mandando fotos avisando de su ausencia. Otros, por cortocircuito de información no van a llegar. El asador dice que va a estar a las 20.00 comenzando el fuego. La contadora dice que no le tiene fe al asador… otros reaccionan alentándolo en la ígnea tarea.
Yo estaba en casa de mi papá, en Hasenkamp, de vacaciones hasta hoy. Así que a las 20.45 caigo con gaseosas (libre de azúcar como corresponde a un sano diabético) a sumarme a la juntada. Estaban todavía solamente la dueña de casa y el asador. Pero a los minutos comienzan a llegar los del pueblo y algunos de Paraná. La que venía de Viale nos había avisado que no se había dado cuenta de que era el cumpleaños de la suegra y que “iba a llegar más tarde”.
Y hola, y como andás, y que tal… y nos instalamos alrededor de la mesa… y comenzamos a charlar… y abren gaseosas (la contadora su primer cerveza)… sacan el queso y el pan con chicharrón… y el tiempo se hace algo etéreo que no se percibe como un transcurrir sino como un simple estar agradable.
Y el asador grita: “¿A qué hora llegan los tres últimos de Paraná, que se me pasa el asado?” Y le voy a contestar que a las 10… pero miro el reloj y me doy cuenta de que son cerca de las ¡11!!! Se pasó corriendo la hora. Y al rato nomás le caen los retrasados. Y saludamos… y nos sentamos… pero antes la selfi del grupo (es el momento justo: las chicas todavía pueden lucir sus hermosos peinados).
Y nos sentamos… y se sirve el asado… y sigue el transcurrir de los instantes… Charlas generales… charlas más pequeñas… los recuerdos de la juventud ya lejana se entremezclan con las “discusiones económicas” de los dos contadores que se habían sentado casi juntos (para la próxima uno en cada punta)… Y sobra asado porque ya todos nos llenamos… ¿y el postre? Que la que dijo helado no lo trajo… que otras dos trajeron tortas… que salen a buscar helado… que llegan… que llegó la hora de los espumantes… y saca nuestro asador-músico la guitarra…
Cuando dos de Paraná se paran como para volverse a sus casas, miro el reloj y me doy cuenta de que son las dos de la mañana. El tiempo se hace eterno cuando se disfruta del presente.
Y seguimos con la música. A eso de las 3 de la mañana llega Dardo, que estaba trabajando… y se suma…
De repente alguien se a cuenta que son las ¡4.45!!! Hora de irse. Queremos irnos rápido, pero se hace lenta la despedida… no hay muchas ganas de dejar el lugar, de perder de vista a los rostros amigos… El contacto va a seguir por el grupo de guasap… pero hay ganas de volver a repetirlo… cuando se pueda… cuando los planetas se alineen… o cuando uno del grupo diga: “tal fecha, tal hora y el que puede que vaya”.
Hoy siguieron las repercusiones en nuestro espacio digital. Allí Guita decía:
"La juntada fue una inyección de alegría, risa, somos jóvenes adultos... anoche celebramos la vida amigos.... y eso no tiene, precio, ni impuestos a las ganancias, no tiene seguimiento de afip..."
Por su parte Viviana, luego de este video, hace el resumen de cuentas:
"Tomamos 4 vinos y 6 espumantes y sobraron 10 litros de gaseosas. Quedaron $380 Y un kilo de asado. Para la próxima. Alcanza para tallarines con pollo."
La próxima está al caer… mientras tanto a seguir caminando la vida cada uno en el lugar que les toca… desde las raíces que tenemos y que acabamos de celebrar.