Una preciosa canción que habla de quién se inmola por toda la humanidad en ofrenda de amor. No habla de un cura o de un laico, sino de quién le da plenitud de sentido a toda la vida de todos los curas y todos los laicos: Jesús, el Señor.

Las dos primeras frases expresan la mirada de quién, frente a la víctima inmolada, se sitúa como deudor… y le suplica perdón:

Oh Víctima inmolada,
por nuestra redención,
de cuyas llagas brotan
las aguas del perdón.

Con mis frecuentes culpas,
mil veces te ofendí.
Perdona mis pecados
y ten piedad de mí.

En este video la pueden escuchar completa, en una preciosa versión:

 

Esto vino a mi memoria cuando me di cuenta de que hay gente se pone en lugar de la víctima que va a ser ofrecida en holocausto. Y, junto a la canción, me vino también a la memoria la palabra que Francisco nos dirigiera en su documento “La alegría de evangelizar”.

Dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades, ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo, ¡cuántas guerras por envidias y celos, también entre cristianos! La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Además, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia por alimentar un espíritu de «internas». Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial.” (98)

Al final, la gran recomendación de Francisco que nos ayuda a ubicarnos como parte del Cuerpo de Cristo:

“Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: «No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). Y también: «¡No nos cansemos de hacer el bien!» (Ga 6,9). Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: «Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella». Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!” (101)

Señor, en tus manos pongo a esa persona que piensa que soy un mal tipo, despreocupado de los demás. Te pido por esa persona, para que calmes sus angustias y pueda encontrar el camino de la paz interior, el camino de tu amor a todos por igual. Porque vos, y solamente vos Señor, sos la única víctima inmolada por nuestra salvación. Amén.

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2 Comments

  1. La verdad esta reflexión ha llegado en el momento exacto en que he recibido muchas criticas y le doy gracias a Dios nuestro Señor porque através de usted me ha llevado a entender que mis pensamientos son correctos que seguiré luchando porque nadie me robe la paz que Dios me da. que me ayude a saber cuidar su paz y sobre todo su amor incondicional que me fortalece en mi diario caminar... Bendito y alabado sea nuestro Señor Suscriptor que socorre a los que ama.
    Que Dios lo siga bendiciendo en abundancia Padre Fabián