Ayer fue mi segunda experiencia en la patronal de esta parroquia en la cual estoy como residente. Y… me descolocaron un poco en mis planes originales. En realidad, estoy muy contento por cómo se me dieron las cosas.

En mi carácter de residente tengo la actitud pasiva-proactiva de hacer sólo lo que se me pide. Y participar de la vida comunitaria a partir de esa premisa. Durante la novena estuve confesando en las Misas, lo cual es una actividad pastoral que me gusta.

Para la fiesta, mis planes eran los “normales”: participar cámara en mano de las celebraciones: procesión y Misa.

Con ese propósito salí una media hora antes, revestido con alba y estola, a sacar mis primeras fotos mientras se ultimaban los detalles para el acontecimiento litúrgico. Lo normal: saqué las primeras fotos en el templo y salí al atrio. Me crucé a la plaza a “escrachar” a los jóvenes que estaban vendiendo cosas para financiar la participación en la Hasenkamp-Paraná.

Estaba en eso cuando una señora me pide confesión. Miré alrededor para ubicar un sitio que estuviera sin gente y… (fundamental) con sombra. Atendí su confesión y luego de la absolución se acerca otra a pedirme que le bendijera unas estampitas… y otra con agua… y otra a confesarse.

Cuando me di cuenta, miré atrás mío y había una cola de espera, que incluía una familia completa que quería ser bendecida… y gente que quería la reconciliación con Dios.

Seguí atendiendo a los feligreses… y partía la procesión. Miré atrás y la cola era larga (incluía jóvenes, lo cual es bueno dada la situación actual de nuestra Iglesia Paranaense). Así que decidí quedarme sin procesión pero ejerciendo el ministerio.

Cuando llegó el San Miguel al altar, luego de su recorrido por las calles, todavía quedaban en la cola de espera varias personas. Les pedí disculpas y me fui a concelebrar la Eucaristía.

Durante la Misa saqué, desde mi lugar al costado del altar, debajo del escenario, algunas pocas fotitos (no puedo con mi genio de gatilleo).

Di la comunión, recibimos la bendición episcopal. Y pensé que era mi momento para sacar fotos… eso pensé.

Me subí al escenario donde estaba el altar y saqué algunas de la gente. Pero a la tercera o cuarta una doña me pidió que le bendijera unas medallitas. Me agaché (casi arrodillado) y lo hice. Y se acercó otra… y otra… y se hizo una fila larga.

Como me dolían las rodillas y estaba incómodo, me bajé del escenario y me puse a un costado. Fue un largo rato de bendiciones de objetos, pero sobre todo de personas.

Al costado estaba el Padre Alejando rodeado de gente que quería saludarlo. Una multitud que lo apretujaba demostrando el cariño que ha generado su acción pastoral de tantos años en esta comunidad.

Y atrás mío los encargados de entrar al Arcángel para terminar de armar todo para la actuación de la Banda de Música de la Policía de Entre Ríos.

Así que me corrí un ratito para que pasaran con la imagen y volví a las bendiciones.

Estuve un largo rato con ese ministerio. Cuando quise volver a retomar el “ministerio fotográfico” ya estaba oscuro y la banda estaba casi comenzando a actuar. Así que disfruté de la música que nos regalaron.

Les comparto algunas de las fotitos que tomé. Creo que expresan algunos detalles de la ceremonia. Una ceremonia que pensé que la iba a vivir desde el lente de la cámara y el Señor quiso que fuera, sobre todo, desde la unción consagrada de mis manos. De más está decir que estoy muy contento de que haya sido así.

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One Comment

  1. Me alegro mucho de sus vivencias en San Miguel a mi también me cambio los planes en la semana no pensé y caería enferma tan bruzcamente yo presto servicio en la santería
    Soy Tere mi querido Padre Fabián ..Lo que había planificado para hacer en la semana lo hice en una hora estando más o menos. ..El Señor sabe lo que hace .es así. Bienvenida su voluntad. Es así tuyo es el Reino tuyo el Poder y la Gloria por siempre Señor. ..Gracias Padre por compartir