Los Juegos Olímpicos dan muchas cosas muy buenas. Quienes llegan allí le han dedicado muchísimas horas al entrenamiento: esfuerzo y fuerza de voluntad para vencer y vencerse constantemente. Para muchos el premio es simplemente llegar y competir. Otros van por más y hacen historia.
El secreto de Almaz Ayana
Esta joven batió el récord en los 10.000 metros planos. 14 segundos menos que la marca que había dejado, hace 23 años, la china Wang Junxia. Y vino la desconfianza… porque el uso de dopaje es conocido en este rubro. Cuando le preguntaron, esta joven confesó que si... que se dopaba para salir a las pistas:
“Mi doping es mi entrenamiento y mi doping es Jesús. En otras palabras, estoy muy limpia”.
Y, para que no queden dudas, continuó:
“Dios es el único que me ha permitido estar aquí, para mí esta medalla lo es todo. ¿El récord? Es un sueño hecho realidad y, la verdad, hasta yo me he quedado sorprendida de la marca”.
Esto se llama dar testimonio de vida. Cuando ingresa a la pista se suele hacer la señal de la cruz tres veces. Y cuando termina de correr… agradece al Señor.
El secreto de Simone Biles
La gimnasta de Estados Unidos no tiene un pasado muy agradable. Nunca conoció a su papá. Su mamá era alcohólica y por eso la adoptaron a los tres años sus abuelos. Una auténtica luchadora de la vida. Y un gusto verla hacer gimnasia. Dicen que está a la altura 8si es que no la destrona) de la mítica Nadia Comaneci.
Cuando una revista norteamericana le pidió hacer una foto de las cosas que tenía su cartera (un misterio sin fondo, para mí, las carteras de las mujeres) se sorprendió el fotógrafo de que llevara un rosario. Cuando el periodista le preguntó por eso, ella simplemente respondió:
“Mi mamá Nellie me dio un rosario en la iglesia. No lo uso para rezar antes de una competición. Lo rezo normalmente por mí misma, pero lo tengo allí de todos modos…”
Es que esta deportista no sólo reza el Rosario. También va a Misa los domingos.
Y la historia podría seguir con muchos otros ejemplos. Nos quedamos simplemente con estos dos. Porque hoy también hay muchos jóvenes que creen en Dios y se confían a Él. Con la firme convicción del viejo dicho: “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Y vos… ¿rezás todos los días… vas a Misa los domingos…?
Increible, cuando vi a Simone Biles me chocó su dureza, no es el estereotipo de gimnasta que nos han dejado las rusas, checas, rumanas o chinas. Sus movimientos eran mas bien rápidos y fuertes, pero igualmente perfectos. Luego conocí su historia y me rendí ante ella y su historia.