Hoy paralizamos el país. Y estamos de fiesta. O, por lo menos, tenemos el corazón contento. La selección Argentina ganó su segundo partido, esta vez por goleada. Y estamos ya casi en octavos de final.

Los equipos a los cuales hemos enfrentado ("hemos" porque la selección somos todos, lo cual no pasa con otro deporte en estos pagos) no han sido muy exigentes. Es cierto. Lo difícil recién comenzará en la próxima etapa. Pero estamos contentos porque hay un equipo que tiene ráfagas de buen fútbol (algo que nos costó mucho ver en las eliminatorias). Y está apareciendo (¡por fin!)el duende que brilla en el Barcelona.

Durante el mundial anterior recordábamos que la vida continúa, sobre todo (hoy) en las sanciones de leyes como la del matrimonio homosexual o acciones del ejecutivo que son "políticamente incorrectas" como es la presión judicial para el levantamiento del corte en la ruta hacia el Uruguay. La mirada debe estar atenta para que no nos vendan gato por liebre.

Pero, como verdaderos católicos, también festejamos por las cosas sencillas y concretas que nos alegran la vida. Como Jesús, que en medio de sus fatigas apostólicas para la instauración del Reino, se hacía el tiempito necesario para ir a una fiesta de casamiento. Y encima se mandaba el milagrito de transformar 600 litros de agua en vino... ¡para que la fiesta siga!!!

Me encantó este video que encontré en youtube. Los protagonistas son Los Peques. Allí los duendes argentinos son arengados por el Nono. Y la "barra duendera" le contesta con cantitos al son de los bombos (sin... ¡vuvuzelas!!!!). Se los comparto, sobre todo, por el realismo que tiene.

Me gusta la respuesta que da la barra frente a una posible derrota: "¡¡Porque acá nadie afloja cuando la vida le da un revés!!" Y, junto a esto, el comentario final que hace el locutor en off: "¡Vamos Argentina! Que tu grandeza no nace en la costumbre de vencer, nace en la tradición de no darte por vencida.

Ahh, de paso... es el primer mundial en el que "no participa ningún jugador de River". Pero si están los pichones crecidos en nuestro semillero. El capitán Mascherano que domina el medio campo y ordena el equipo. El goleador Higuaín, que se hizo tres al hilo para alegrarnos el corazón (a todos los argentinos, incluídos los de boca). El defensor Demichelis que, apiadado de la deshonra coreana le regaló una pelota para que sigan teniendo esperanza de algo... Como verán... la columna vertebral del equipo es "plumíferamente" roja y blanca.

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