A través del agua bautismal di la vida de Cristo a Cristo. No es un juego de palabras. Es lo que acabo de hacer hace un rato. Fue en la Capilla Santa María de los Ángeles. Lástima que no tengo ninguna foto propia para compartirles.
La Cristo que se configuró con Cristo es una preciosa beba que lleva por nombre Rubí Maira. Es hija de dos gitanos, que hoy también celebran con una gran fiesta a la Virgen María en su Inmaculada Concepción.
Fue una ceremonia bastante movidita. La bebé se alimentó durante casi toda la celebración: suspendió la lactancia la mamá solamente durante el bautizo y cuando le bendije los oídos y los labios. Esto es algo que debería aprender todas las mujeres. Cuando el bebe llora de nada vale zamarrearlo o pasárselo entre la madre y la madrina. En esos casos hay que hacer como dice el dicho: a lo hecho, pecho.
El papá alternaba entre el rito y tomar la filmadora, porque el camarógrafo apuntaba más al piso que a los participantes. Un grupito de seis chicos iban y venían por el frente, atentos a todos los gestos que se hacían. Una se cayó y lloró un ratito hasta que fue alzada por el papá, que la consoló. Era la hermanita de Rubí: Cristo consolaba a Cristo que lloraba…
Más allá de todos estos percances, propios de cualquier bautismo en el cual participa la familia, me queda algo lindo para recordar: hoy bauticé a Cristo.
(Creo que no hace falta aclarar que el apellido de la bebé era Cristo...)
Y nuestra Madre María, que siempre nos llena de bendiciones, se sintió muy feliz por haber elegido su día para el bautismo.