Ya hablamos sobre el tema recordando sus fundamentos. También en otra oportunidad presentamos lo básico de aquello que sería un “proyecto de vida espiritual” para quién quiere dar los primeros pasos seguros en el caminar de la fe. A esos dos artículos me remito para que tengamos el contexto de lo que sigue.
Mucha gente se acerca a la confesión sin antes haber examinado a fondo su conciencia. Y así se pierde del perdón total y de la gracia que renueva hasta las raíces de la existencia. Esto es un servicio para ustedes.
Examinar la conciencia para pedirle a Dios perdón por los pecados cometidos es, en primer lugar, ponerse delante de Él para que su misericordia nos alcance y, tocados por el amor de Dios que perdona, nos abramos al arrepentimiento y al perdón. Por eso, las sugerencias que a continuación se escriben, son sólo una ayuda para que quien quiera confesarse lo haga mejor pero siempre desde la gracia de Dios que es la que nos lleva a la contrición. Este examen de conciencia lo tengo almacenado en mi computadora hace mucho tiempo. No sé con certeza de dónde lo saqué, pero está bastante completo, por eso se los comparto.
El primer paso que debemos dar es ponernos en presencia de Dios para rezar con confianza al Señor, pidiéndole que nos ilumine para reconocer que Dios es misericordioso, que nos ha librado de la esclavitud del pecado por su muerte en Cruz, y así reconozcamos nuestros pecados.
Luego de esto, nos interrogamos acerca de nuestra vida y nuestros actos concretos de cada día.
Primer mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.
Este mandamiento nos pide que, ante todo y en todas las cosas, elevemos nuestra mirada a Dios, al Padre que nos conduce con amor providente, al Hijo que ha dado su vida por nosotros para que nosotros adquiramos vida en Él, y al Espíritu Santo, que nos conduce en la vida cristiana.
¿He pecado contra la fe poniendo en duda algunas de sus verdades? ¿He negado a Dios, a la Iglesia, a los santos o alguna otra verdad de nuestro Credo? ¿Rechacé a Dios o a la Iglesia delante de los demás? ¿Desesperé de mi salvación, o abuse de la confianza en Dios, pensando que no me abandonará o que me salvaré aún cuando lleve una vida de pecado o no me esfuerce en convertirme para alcanzar la santidad? ¿Murmure interiormente o manifesté mi rebeldía contra Dios cuando me sucedió algo malo o no recibí lo que esperaba? ¿Descuido la oración o rezo con descuido y pereza, olvidándome fácilmente de las cosas de Dios? ¿Trato de formarme cristianamente para conocerlo y amarlo más a Dios? ¿Practico la superstición a través de los horóscopos, el espiritismo, o distintos gestos que no son de la Iglesia? ¿Guardo el debido respeto y uso con devoción y fe de los objetos que manifiestan a Dios y a los santos como las estampitas, el santo Rosario, los Crucifijos y el agua bendita? ¿Participo de las reuniones que hacen las sectas?
Segundo mandamiento: “No tomar su nombre santo en vano”
Este mandamiento me pide sumo respeto por el nombre de Dios y todo aquello que es de Dios.
¿He blasfemado? ¿Lo hice delante de otros? ¿Hice algún voto, juramento o promesa a Dios que después no cumplí? ¿He jurado sin que fuese verdad el contenido del juramento? ¿Juré sin necesidad, sin prudencia o por cosas sin importancia? ¿Tomé a broma o utilicé para hacer chistes objetos sagrados o lo que se refiere a la religión?
Tercer mandamiento: “Santificar las fiestas”.
¿Asisto a la santa Misa los días domingos y las fiestas de precepto? ¿Llegué tarde o participé distraídamente? ¿Le impedí a los que dependen de mi, como por ejemplo a mis hijos, asistir a Misa porque no los acompañé o no los ayudé a poner los medios para que concurran a la celebración? ¿Trabajé sin necesidad o hice trabajar a otros un día domingo, impidiéndoles la concurrencia a la santa Misa o descansar, estar en familia y poder dedicarse a la oración? ¿Dedico el día domingo a mi familia, a Dios y al crecimiento espiritual por la ración y la lectura? ¿Guardo abstinencia o realizo alguna penitencia los días viernes? ¿Se mortificarme o hacer penitencia por el bien de los demás y para el propio crecimiento espiritual de acuerdo a las indicaciones del confesor o del padre espiritual? ¿Me confieso con la frecuencia debida? ¿Participo en la Semana Santa de las celebraciones de la Muerte y Resurrección de Jesucristo?
Cuarto Mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”
Este mandamiento reclama de nosotros la obediencia debida a la autoridad, expresando en ella respeto y gratitud hacia mis padres, docentes y gobernantes en general
¿He desobedecido a mis padres? Tengo un criterio desordenado de independencia personal que me lleva a rechazar las indicaciones de mis padres sólo porque ellos me lo dicen? ¿Los entristezco con mis rebeldías y caprichos? ¿Los he insultado o les he deseado el mal? ¿He sido responsable ante mis padres o quienes me ayudan por el esfuerzo que hacen por mi educación o he perdido el tiempo y malgastado los recursos económicos que ponen a mi disposición? ¿He dejado de ayudar a mis padres, abuelos o familiares en sus situaciones de necesidad o ancianidad? ¿Soy egoísta en mi familia, peleándome con mis hermanos y familiares? ¿Estoy atento a los demás para ayudarlos? ¿Colaboro para que mi familia sea una buena familia, donde todos crecemos en la ayuda mutua y corrección fraterna? ¿He dado mal ejemplo? ¿Exasperé a mis hijos con mis palabras, ejemplos o reclamos arbitrarios e infundados? ¿Amenacé a mis hijos, los golpeé o amenacé de alguna manera? ¿Me ocupo de la educación de mis hijos? ¿Los educo en la fe con mi palabra y mi ejemplo? ¿Estoy atento a las necesidades de mis hijos, sé donde están y cuido de sus compañías, salidas y diversiones?
Quinto mandamiento: “No matarás”
¿Procuro evitar la enemistad, el odio o el rencor hacia los demás? ¿Dejé de hablar o saludar a alguien y me niego a la reconciliación o no hago nada para lograrla? ¿Me alegro del mal del otro o me entristezco de su bien? ¿Me dejo llevar por la ira, el fastidio o la rabia hacia los demás? ¿Me burlé, critiqué, murmuré de los otros? ¿Soy imprudente cuando conduzco, o no respeto las normas de tránsito? ¿He maltratado de palabra, o de obra a los demás? ¿Soy maleducado o grosero para tratar a ciertas personas? ¿He llegado a herir o a quitar la vida del prójimo? ¿He practicado o colaborado en un acto de aborto? ¿Recomendé a abortar sabiendo que es un pecado muy grave y que lleva consigo la pena de excomunión? ¿Cuido de mi salud y la de aquellos que están a mi cargo? ¿Cómo o bebo de modo excesivo poniendo en peligro cierto a mi salud? ¿He consumido drogas? ¿Escandalicé a otras personas con mis actitudes, con mis palabras o bromas, o por falta de pudor o invitándolos a espectáculos o lecturas que hacen daño? ¿He sido negligente al hacer mi trabajo o dejé de hacer aquello que debía, y que de alguna manera puede ocasionar un daño a la persona o a su misma muerte?
Sexto mandamiento: “No realizarás actos impuros”
¿Utilicé el don de Dios para comunicar el amor que constituye la sexualidad para la búsqueda egoísta del propio placer? ¿Me entretuve en pensamientos impuros, los deseé o entretuve la imaginación o mirada en ellos? ¿Es mi noviazgo serio y responsable como búsqueda de la maduración en el amor para formar una familia, o hay en ello una búsqueda egoísta de placer? ¿Soy fiel? ¿He tenido relaciones prematrimoniales o extramatrimoniales? ¿Busco conocer y crecer en las virtudes que me ayudan a vivir la castidad, la fidelidad y a respetar a las personas en su dimensión sexual? ¿He utilizado contraceptivos para evitar el embarazo? ¿He permitido una esterilización para no tener más hijos?
Séptimo mandamiento: “No robarás”
¿Robé dinero o algún objeto?¿Ayudé para que otros roben? ¿Han sido objetos de valor o una suma importante de dinero? ¿Me han prestado algo que no he devuelto? ¿Perjudiqué a otros con engaños o trampas en los contratos? ¿He cobrado más de lo debido? ¿Gasté más de lo que me es posible hacerlo? ¿He cumplido responsablemente con mi trabajo, ganando con justicia lo que se me pagó? ¿Retengo o retraso indebidamente el pago de jornales o sueldo? ¿Retribuyo con justicia el trabajo de los demás? ¿Cumplo con las leyes sociales? ¿Pago mis impuestos? Teniendo a cargo tareas de gestión y servicios públicos, ¿acepté dinero para favorecer un trámite? ¿Hice favoritismos en la elección de personas? ¿He prestado mi apoyo o guardé silencio frente a delitos, inmoralidades, coimas y otros abusos en la función pública o en la acción política? ¿Gasté el dinero en cosas superfluas, como el juego, la bebida, o gustos personales, desatendiendo a mi familia y mis otras responsabilidades? ¿Dejo una limosna para sostener el culto de la Iglesia en la medida de mis posibilidades?
Octavo mandamiento: “No levantarás falso testimonio ni mentirás”.
Este mandamiento nos exige ser sinceros con los demás, conmigo mismo y que mi palabra siempre exprese la verdad.
¿Mentí? ¿Miento habitualmente en cosas sin importancia, para quedar bien o para solucionar situaciones? ¿Descubrí indebidamente defectos de otras personas? ¿Mentí acerca de defectos o presuntas acciones malas de otro para desacreditarlo? ¿He dejado de defender al prójimo cuando correspondía? ¿Hice juicios temerarios, murmuré o hablé mal de los demás? ¿He revelado secretos? ¿Dije aquello que me fue confiado en el ejercicio de mi profesión o trabajo? ¿Desvirtué la información para provecho personal o por otros intereses? ¿Reparé el daño que se siguió a mis revelaciones? ¿Escuché conversaciones ajenas? ¿Puse en práctica la corrección fraterna aún cuando me era difícil?
Noveno mandamiento: “No desearás la mujer de tu prójimo”
¿Puse mi mirada o deseo en otra persona? ¿No fui fiel aún interiormente a la alianza celebrada con mi mujer o mi esposo? ¿Tengo amistades que son ocasión habitual de pecado? ¿No pongo remedio a situaciones o compañías que son causa de pecado? ¿Busco provocar con falta de pudor a otras personas? ¿Tengo actitudes de seducción?
Décimo mandamiento: “No codiciarás los bienes ajenos”
¿Busco enriquecerme indebidamente? ¿Me da envidia lo que otros poseen? ¿Trato de perjudicar a los demás en sus cosas? ¿Quisiera tener lo que el otro tiene, sin aceptar lo que poseo para mi bien y el de mi familia? ¿Tengo un espíritu de lucro desordenado? ¿Pretendo adquirir bienes o dinero inmediatamente, aún recurriendo a medios ilícitos o inmorales?
Me animo a comentar
El nombre “examen de conciencia” siempre me pareció una forma inadecuada de decir “sincerarse ante Dios”. Examen de conciencia, para mí, que no tengo mucha formación en esto y además no tengo un pelo de santo, me remite a presentar la conciencia ante un tribunal. Es decir a un juicio que no se corresponde con la misericordia de Cristo. Si estoy equivocado, agradecería una explicación.
Misericordia y justicia son dos nombres de Dios. Ambos los dos. Es algo que olvidamos porque pensamos que no pueden coexistir.
Exámen de conciencia significa mirar mi interior y preguntarme si vivo de acuerdo a la Palabra de Dios. Y esto es posible porque la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14), tomó el nombre de Jesús y nos enseñó el camino que lleva a la Vida plena y duradera, el cielo. Hacer un exámen de conciencia significa tomarse en serio el camino que Jesús nos marca y tratar de transitarlo. Hacer un examen de conciencia significa darnos cuenta que muchas veces la pifiamos y, entonces, arrepentidos volver a la casa del Padre a recibir los frutos de su misericordia.
Bienvenida la explicación. Muchas gracias por la claridad. Veo ahora Justicia de Dios como luz ante la injusticia oscura del mundo. Veo Justicia y Misericordia ligadas por la luz de Cristo y entonces, como es luz, no se trata de una Justicia que aniquila, sino que redime misericordiosamente.
Gracias Padre Fabian esta muy practico y completo este examen de conciencia ..
estrecho es el camino al cielo.. pero sin duda vale la pena transitarlo !!!
cuando leo esto veo cuantas cosas he hecho antes y que omití decirlas en mis confesiones. mi pregunta es debo confesarlas ahora? al haber sido perdonada oportunamente he quedado liberada hasta ese momento?
Hay otro modell de examen de conciencia dado por el papa francisco...es muy parecido a este pero dividido en tres partes.