La primera vez que podía votar no lo hice. En lugar de emitir mi sufragio custodié las elecciones porque en ese momento (1983) estaba haciendo el Servicio Militar Obligatorio. Desde entonces, por lo menos cada dos años concurrí a cumplir con este acto cívico. Una vez lo hice estando en el extranjero, sin ninguna obligación legal... solamente por convicción. La única vez no voté fue por un "accidente": estaba a doscientos kilómetros de mi pueblo y en una carrera contra reloj estaba llegando y... me di cuenta... no traía mi Documento Nacional de Identidad. Imposible volver a buscarlo, porque los tiempos no me daban parra llegar entes del cierre de los comicios, así que tuve que hacer una exposición en la policía y tragarme la bronca por ser tan tonto y la cargada de mis familiares y amigos (desde entonces siempre lo llevo conmigo, aunque sólo lo use cada dos años).
A lo largo de 24 años, el día de las elecciones era un acontecimiento que no pasaba desapercibido. Algunos lo vivían con mucha alegría, otros con nerviosismo, algunos (los menos) con violencia. El alboroto se vivía desde semanas antes: afiches, bocinas por las calles y, ni hablar, de la propaganda radial y televisiva. Y las charlas y discusiones porque había posturas tomadas y se trataba de convencer el otro que pensaba distinto para que diera el brazo a torcer, y viceversa.
Cuento todo esto con nostalgia porque me parece que se ha perdido muchísimo. Estas últimas elecciones presidenciales que tuvimos los argentinos se vivieron en el desdén de la preparación y en la abulia de la participación. La campaña, pequeña pero simbólica, que hicieron los jóvenes de la Acción Católica, en su lema se exhortaba para que se viviera cívicamente el día. "Votá, que tu voto vale": no te quedés al margen, no hagás tuyo el proverbio argentino: "no te metás".
El jueves por la tarde, cuando iba a dar clases en el centro de la ciudad, noté un signo que definía lo que pasaría el domingo. Alcé la vista y vi un pasacalles con propaganda política; miré hacia atrás y prolongué la vista hacia delante: no había ningún otro. En clases, le pregunté a los alumnos si ya tenían decidido su voto: más de la mitad no sabía a quién elegir. Cuando salí, un viento tormentoso que se había levantado unos minutos antes, había cortado y tirado al suelo el pasacalles... Silencio, apatía, desinterés... el domingo fue lo que vi...
Hace un tiempo escribí sobre la desilusión de los argentinos. Me parece que es algo muy serio y que compromete de raíz la vida democrática.
Junto a esto, otra apreciación que da una pauta para seguir pensando. En estos dos días posteleccionarios esperé que algún analista político estudie con sinceridad el resultado de las elecciones. Pero mi espera fue vana. No me sorprende. Estamos en un país donde los números son transmutados mágicamente. Por esto quiero decir aquí cifras que me sorprenden. Nos dicen los Medios de Comunicación que Cristina Fernández de Kirchner ha sido electa presidente con el 44,92 % de los sufragios de los argentinos. Pero esto no es así en la cruda realidad. La participación de los ciudadanos ha sido del 71,81% del padrón electoral. Si a esto le sacamos el 44,92% entonces el porcentaje real es el 32,25%. En otras palabras, de cada diez argentinos (mayores de 18 años) tres la eligieron como presidente. No es para infravalorar la legitimidad de su elección, solamente me hace pensar que casi 7 de cada diez no la votaron... Sobre esta realidad es que esperaba el comentario de algún analista político serio.
Más allá de todo esto, te cuento que yo viví cívicamente ese día. Que me acerqué tijera en mano. Y que estoy rezando desde ese día por todas las autoridades electas de mi patria, para que el Señor los ilumine y que tengan sabiduría para gobernarnos.
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Particularmente viví una jornada cívica muy rara. Es la segunda vez que voto para presidente. Comparto con usted padre la parte donde menciona el poco movimiento de la camapaña, me huniese gustado que se hubiera dado un debate entre los principales candidatos a ocupar la presidencia del país, pero lamentablemente no se dió ya que la presidenta electa no lo concedió, me parece muy importente que se lleve a cabo porque tal vez hubiese ayudado a decidir su voto a varios ciudadanos. Quiero destacar dos cosas que me parecen importante al margen de los resultados, la primera es la falta de compromiso de la cidadanos a los que les toco la carga pública de ser autoridad de mesa y no respondieron a ello, todo un tema para analizar, y lo segundo es la importancia de poder elegir a nuestros representantes después de un pasado oscuro en nuestra historia instritucional y poder decir que durante 24 años ininterrumpido vivimos bajo el regímen de la democracia...