Una vereda… una calle… un límite… ¿cuál es el límite?

Todo parece igual… pero hay niveles. El límite nos hace descubrir los niveles de la realidad. No todo es igual y cada realidad adquiere su sentido del ámbito desde el cual se proyecta.

Queremos justicia. Necesitamos que se haga justicia. La reclamamos cuando somos víctimas atropelladas. Pero… la olvidamos cuando somos ejecutores sobre los demás.

Queremos misericordia. La necesitamos para nuestra vida porque nos sabemos desbordados por la realidad y culpables de atropellos, no del todo deliberados, hacia los que nos rodean. Pero... cómo nos cuesta la misericordia cuando nuestro corazón es el que ha sido herido…

Cuestión de límites…

Una vereda... una calle... un límite...

En la Pascua justicia y misericordia se abrazan… nos muestran su rostro en el corazón justo del Hijo que ha sido traspasado para derramar, en sangre y agua, la misericordia del Padre.

La misericordia se transforma en oración: “Perdónalos, Padre… no saben lo que hacen”. Y el Padre perdona a la humanidad porque la sangre divina derramada es capaz de limpiar a fondo el óxido de las maldades… de los pecados.

Estamos en tiempo de misericordia.

Pero vendrá el tiempo de la justicia: nos presentaremos cara a cara… con nuestra conciencia y nuestra memoria en las manos… y todo quedará a la luz… y lo elogiable será elogiado… y lo condenable será condenado.

Si. En la Cruz misericordia y justicia se abrazan. El amor perdona. Pero el amor también es justo porque respeta la libertad del amado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

2 Comments

  1. GRACIAS Padre FABIÁN. clarísimo!, empiezo por AGRADECER A JESÚS POR SU AMOR MISERICORDIOSO Y rogarle me de la GRACIA para administrar JUSTICIA Y MISERICORDIA desde mi humilde lugar.....luego, cuando aprendo bien en carne propia su significado, POR LA GRACIA DE DIOS,
    me paro y con voz alta y segura grito: VERDAD, LIBERTAD, JUSTICIA. Termino '¡PAZ Y BIEN!