Bien común y dialogo es el título que los Obispos de la Argentina dieron a la declaración fruto de su última reunión. Durante esta semana tuvieron su habitual reunión de noviembre. Entre muchos temas que trataron, surgen estas palabras que están dedicadas a “los fieles cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. Están publicadas con una intención muy particular, la “de compartir algunas reflexiones que nos ayuden a fortalecer nuestra esperanza y a recorrer todos juntos, gobernantes y ciudadanos, el camino de la construcción del Bien Común”.
Frente a la construcción del bien común, recuerdan que es el “ámbito necesario para el desarrollo de la dignidad de la persona humana y fundamento de la equidad en el crecimiento de la sociedad.” Y sobre el diálogo dicen que “es el gran instrumento de construcción y consolidación de la democracia.”
En su intención de evitar suspicacias que alienten una supuesta confrontación con el actual gobierno argentino, recuerdan que las bases del diálogo son profundamente cristianas y, por eso, pertenecen a las mismas raíces de la Iglesia. “Los cristianos encontramos su fundamento en la Encarnación del Hijo de Dios que tomó, Él mismo, la iniciativa de hacerse como nosotros para venir a salvarnos. El compromiso de la Iglesia con el diálogo nace de la fe en Jesucristo y en la verdad del Evangelio. Esto nos obliga a priorizarlo en todos los órdenes de nuestra convivencia. Disposición que nos compromete en primer lugar a nosotros mismos como testigos de la fe que predicamos.”
Nuestro país está saliendo de una crisis económica y política. El año 2001 es un signo del peligro de la fragmentación social y territorial que se cernió sobre nuestra patria. Estamos un poco mejor económicamente, pero el sistema político no ha sido lo suficientemente renovado y la violencia en las relaciones interpersonales y sociales es el común denominador de las noticias de cada día. Por esto nuestros obispos insisten una vez más en el diálogo. “Fortaleciendo el diálogo podremos superar la excesiva fragmentación que debilita a nuestra sociedad y nos dispondremos a encontrar los consensos necesarios que nos ayuden a reafirmar nuestra identidad y crecer en la amistad social. Este camino, unido a un verdadero espíritu de reconciliación que nace de la verdad, se afirma en la justicia y se plenifica en el amor, es el que nos permitirá consolidar las instituciones de la Nación.”
Y este dialogo debe estar acompañado con hechos concretos que posibiliten el encuentro allí donde hay todavía una gran herida abierta: “A pesar de los logros que, con el esfuerzo de muchos argentinos, hemos obtenido en estos últimos años, los niveles de pobreza, exclusión social e inequidad son todavía altos. Por lo tanto, es necesario que, viviendo con más austeridad nos preocupemos mucho más de los pobres y nos comprometamos con espíritu solidario a acrecentar la riqueza del país y a distribuirla con mayor equidad.”
Nuestros Obispos, como pastores del pueblo católico, nos han recordado las enseñanzas de Jesús y sus implicancias en la vida social cotidiana. Es una invitación a renovar nuestro discipulado cristiano en nuestro caminar desde esta patria hacia la Patria eterna.