Para acercarnos a la realidad de quien es Dios y quién es el hombre nos interrogaremos acerca de los orígenes del hombre, tal cual están relatados en el primer libro de la Biblia: el Génesis. Para esto trataremos comprender, desde la mente del redactor humano, las fuerzas directrices del texto. Lo primero que tenemos que saber es que estos tres capítulos no son un compacto que pertenecen a un solo autor, sino que hay dos redactores, separados por varios siglos, que han reflexionado sobre este tema. Y de estos dos autores no es el que está en segundo lugar el que ha redactado en primer término el texto. A estos autores se los conoce convencionalmente como “sacerdotal” y “yavista”, debido a las características de los escritos de cada uno[1].
1- LA HISTORIA SAGRADA SACERDOTAL: Gn 1-2,a
a- Un poema litúrgico[2]
La intención del texto es la fe fundamentar la ley del sábado[3]. Para esto muestra en la acción creadora de Dios el prototipo del trabajo humano.
Argumento:
hombre creado a imagen y semejanzas de Dios
lo imita en el trabajo[4]
pero es plenamente imagen cuando dialoga con él en el descanso religioso y en la oración.
En esta perspectiva se presenta la actividad creadora de Dios en el marco de una semana, organizada por días.
[4]
Los días y la obras
Se presenta la creación en 6 días y a través de 8 obras:
(Proceso de distinción o separación)
1- La luz es separada de las tinieblas (1,3-5)
2-Las aguas superiores separadas de las inferiores (1,6-8)
3-El mar separado del continente seco (1.-10);
Brota la vegetación de la tierra (1,11-13)
( Proceso de ornamentación o repoblación)
4-Aparición de las lumbreras del cielo (1,14-19)
5-Aparición de los animales en las aguas y en el cielo(1,20-23)
6-Aparición de los animales terrestres (1,24-25)
Creación del hombre (1,26-31)
Ocho obras en seis días:
Quizá ocurre esto porque el autor utiliza un escrito más antiguo en el cual las obras no estaban distinguidas por días. De todos modos, hay que tener muy en cuenta que los días no son períodos geológicos.
Otros rasgos litúrgicos:
El universo es como un templo que Dios levanta para su propia gloria. Una vez preparado, coloca allí al hombre como “su imagen, según su semejanza”. Por esto la única imagen posible de Dios es el rostro humano, con lo cual quedan prohibidas todas las representaciones idolátricas de cualquier criatura.
El tercer día (miércoles) crea las “lumbreras”. Así se pone la base del antiguo calendario litúrgico de Israel, que comenzaba en miércoles. Este tenía 364 días con cuatro trimestres de 91días, repartidos en trece semanas. Los meses (solares) son de 30días y hay un día intercalado al final de cada trimestre. (No se sabe cómo podía adaptarse este sistema sagrado, totalmente teórico, al año real).
b- La actividad creadora de Dios
Caos[5]
Cuando Dios comienza a crear no hay más que caos y confusión: un abismo cuyo nombre (tehom) recuerda al de la diosa original de la mitología (tiamt). Pero este está desmitologizado, pues en él aletea “un viento de Dios” o Espíritu de Dios (ruaj): es decir, no es el caos el que origina la realidad material, sino Dios mismo.
Obras
A partir de esto asistimos a las obras de separación y repoblación que ya hemos descrito. Es con estas obras que aparecen todos los seres del universo visible.
No hay que buscar en esta clasificación lógica:
ninguna huella de orden cronológico;
concordismo con la ciencias actuales.
Lo importante del relato es mostrar cuál es el marco donde el hombre será llamado a la existencia[6].
Hombre
Lo crea a su imagen y semejanza, sexuado y para que domine toda la creación que le ha dado. No se encuentra ninguna indicación sobre el modo de la aparición del hombre. Sólo se ve que es el tallo terminal de la historia.
“Y vio Dios que estaba bien”
Esta frase se repite como un estribillo 6 veces ( 1,2.10.13.18.21.25) luego de la creación de la luz; la separación del mar y el continente; la creación de los vegetales; las lumbreras y los animales del mar y de tierra. La creación termina luego con un y “todo estaba muy bien” que corona la aparición del hombre (1,31).
Así el autor sagrado:
Nos dice que en la creación no se están enfrentando dos principios opuestos del bien y del mal: todo era bueno.
La solución del problema del mal debe buscarse en un aspecto distinto de la maldad de una creación.
2- LA HISTORIA SAGRADA “YAVISTA” : Gn 2,4b-3,
a- El relato de la creación: Gn 2,4b-25
Una reflexión sapiencial
El genero literario de este texto no es:
ni un “reportaje en directo”;
ni una enseñanza de historia;
ni una lección de geografía.
Es una reflexión de sabios que se interrogan por las grandes cuestiones del hombre:
¿de dónde venimos?
¿a dónde vamos?
¿por qué el sufrimiento, la vida, la muerte?
¿por qué ese misterioso atractivo entre los sexos?
¿cuál es la relación del hombre
con Dios;
con la naturaleza (el trabajo);
con los demás?
Para responder a esto el autor, apoyado en el sólido fundamento de su fe, se apoya en su propia reflexión y en la de los sabios de otras civilizaciones[7].
Estructura del texto:
Formación del hombre: 4b-7
Plantación del paraíso: 8-17
Formación de los animales: 18-20
Formación de la mujer: 231-25
Formación del hombre
El marco donde hace aparición el hombre es un desierto sin arbustos, pastos ni lluvia. Es una narración seca, terrestre. Hace recordar al desierto que recorrían las tribus nómades.
Formó: yasar: actividad del alfarero. Este autor tiene la cualidad de usar antropomorfismos (características humanas ) para describir a Dios[8]
El hombre, adam, viene del suelo, adamah. Este juego de palabras explica su raigambre corporal en el universo material.
Adam es un nombre colectivo: el hombre, el ser humano, la humanidad. Por esto parece que el relato e la creación de la mujer (18-24) viene de otra tradición independiente que el autor ha adosado.
Dios insufla en el hombre su aliento de vida transformándolo en un nefes hayya, un “ser viviente, es decir, una persona viva capaz de entrar en relación con Dios. Esto lo distingue de los animales. Esta es una verdadera “definición” del hombre
Plantación del paraíso
Está descrito como un oasis en medio del desierto
“Árbol del vida”: es símbolo de la inmortalidad.
“Árbol de la ciencia del bien y del mal”: Esta “ciencia” es un privilegio que Dios se reserva y que el hombre usurpará por el pecado (3,5.22). No es:
el conocimiento o la ciencia, como si esta estuviera prohibida al hombre por Dios:
ni la omnisciencia, que el hombre caído no posee;
ni el discernimiento moral, que ya poseía el hombre inocente y que Dios no niega a su criatura racional.
Es: la facultad de decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral, por la que el hombre no se conforma con su condición de criatura a descubrir y adecuarse a la realidad, sino que desea crear a través de su propias normas “la realidad”.
De él sale un río que se ramifica en cuatro brazos: el Tigris y el Eufrates (conocidos) y el Pisón y el Guijón (desconocido). Su propósito no es localizar el jardín del Edén, sino señalar que los grandes ríos, que son las “arterias vitales” de las cuatro regiones del mundo, tienen su manantial en el paraíso. Al colocar esta imaginería paradisíaca al comienzo de la historia sagrada, el narrador le da una especie de valor profético: el deseo del paraíso no es para el hombre un sueño ilusorio, sino el oscuro presentimiento de la felicidad para la que Dios le ha creado. El autor precisa de este modo el destino divino del hombre.
El hombre debe guardar y cultivar el jardín (15). De esta forma el trabajo del hombre sobre la naturaleza que valorizado de antemano. No es un castigo por el pecado, sino que forma parte integrante de la vocación del hombre: debe completar la obra de Dios.
El paraíso es:
el ámbito de la relación del hombre con Dios (2,8) y en él el hombre: trabaja (2,15); usa libremente sus frutos(2,16); domina sobre los animales (2,19) tiene una unidad armónica con su pareja (2,18.23); tiene una inocencia moral (2,25).
Pero también es el lugar de la prueba: le ha sido dado como don, pero tiene que ganarlo con una tarea (2,16).
Formación de los animales
Modela Dios los animales del suelo y los hace desfilar delante de el hombre.
Les pone un nombre: dar un nombre significa que se posee el conocimiento y el dominio de ellos: le pertenecen. a sumisión de la naturaleza al hombre entra en el designio de Dios.
Sin embargo, el hombre no encuentra en ningún animal alguien que sea “la ayuda semejante a él”.
Formación de la mujer
No es bueno que el hombre esté solo: necesita la ayuda de alguien que sea para él un tú capaz de diálogo.
Sueño: es para este autor el ámbito de la actividad divina: Dios se dispone a realizar una obra. (Cfr. Gn 15,12).
Costilla[9]: la mujer no es formada del suelo como el hombre y los animales. Esto no significa que el hombre tenga una costilla menos que la mujer, sino que el hombre y la mujer están hechos de la misma materia. Aquí se expresa la identidad y también la igualdad de naturaleza entre el hombre y la mujer, verdad muy a menudo desconocida en el antiguo oriente. Sin embargo, el fin principal de la narración apunta a explicar la atracción poderosa y misteriosa que lleva espontáneamente al hombre hacia la mujer, atracción que no dejó de intrigar a inteligencias arcaicas. Así lo demuestra el grito de alegría que lanza el hombre cuando ve, al despertarse, a la compañera que Dios le trae. No están completos el uno sin el otro.
Carne (basar): Es ante todo la carne- comida; los músculos (Ex 4,7). Es también el cuerpo entero (Nm 8,7) y, por lo tanto, el vínculo familiar (Gn 29,14), incluso la humanidad o el conjunto de los seres viviente (Is 40,5-6) o el espíritu (Gn 6,17) animan la carne sin mezclarse con ella, haciéndola viviente. Sin embargo, la carne subraya con frecuencia lo que de frágil y perecedero hay en el hombre (Jr 17,5). Tener en cuenta que expresa a la totalidad del ser humano, no uno de sus componentes.
Al afirmar el hombre que la mujer es hueso de sus huesos y carne de su carne expresa un parentesco muy estrecho, que se podría traducir como igualdad de naturaleza. Por lo tanto resultaría muy grotesco cualquier intento de hacer un concordismo con la biología o la paleontología. Lo que le interesa al autor es esa igualdad fundamental de los dos seres que constituyen la pareja: “Esta será llamada Issah porque del ish ha sido tomada”[10].
El culmen de esta llamada de uno hacia el otro se da en el matrimonio cuando dejan sus padres para ser una sola carne[11].
b- El drama del Paraíso: Gn 3
Estructura: un drama en cuatro actor
la tentación y el pecado (1-7)
comparecen los culpables (8-13)
el juez da la sentencia (14-19)
Epílogo (20-24)
La tentación y el pecado
arum: tiene el doble significado de astuto y desnudo con los cuales juega el autor. A causa de esto hay una desnudez que no tiene vergüenza pues no tiene nada que ocultar y otra que se avergüenza y oculta porque procede de la astucia.
Serpiente: no es un dios del mal al lado del Dios del bien: es una criatura como todas las demás (3,1)[12]. Lo esencial del texto es demostrar que el pecado no viene del interior del hombre, que no forma parte de su naturaleza, vine de afuera, de “alguien”.
La serpiente tienta, pero el pecado entra por una decisión libre y deliberada. Esta tentación es de la opción no es obra de una conciencia individual encerrada en su soledad. El narrador pone en escena a una pareja. La tragedia espiritual que es representa supone un aspecto social que no debe descuidarse.
Radiografía de la tentación:
comienza con una pregunta falsa:” no comáis de ninguno de los árboles del jardín”;
la mujer aclara a esto, pero añade un dato que no estaba en la boca de Dios: “ni lo toquéis”;
se apela a la parte espiritual del ser humano: “conoceréis”; “seréis como dioses”;
la mujer entonces ve ( decide), toma y come (actúa) y da (comparte)[13];
se despierta la conciencia ( desnudez). Esta es la primera manifestación del desorden que el pecado[14] ha introducido en el mundo.
Comparecen los culpables
El hombre y la mujer se ocultan: se rompe la intimidad con Dios.
‘Dónde estás? : luego se llevará a cabo bajo el signo de la amistad y de la lucha entre la humanidad y la serpiente .Pero hay una perspectiva de esperanza: la sentencia de Dios contra la serpiente evoca el aplastamiento de su cabeza por la posteridad de la mujer ( protoevangelio: 3,15)
Se rompe la armonía en la relación que la humanidad tenía con;
Dios: ya no está ese trato íntimo.
la pareja: se ha roto la comunión interpersonal y entra a jugar la ambición y el dominio de uno sobre otro.
la naturaleza: se ha vuelto hostil al hombre. El trabajo se realizará con sudor y fatiga.
Con el pecado entra en el mundo el sufrimiento y la muerte.
Epílogo
El drama acaba con la imagen del paraíso perdido, que se ha hecho inaccesible: el hombre ha sido expulsado y su entrada está custodiada.
El hombre de Eva, Javvah, se explica por la raíz de Jayah, vivir.
3- CONCLUSIONES
No hay que buscar en estos relatos lo que no nos dan: enseñanzas científicas sobre los orígenes de la raza humana[15].
La intención teológica de la redacción es presentar un hecho histórico no en el orden científico sino en el de la salvación.
Tengamos en cuenta además que las maldiciones que utiliza el autor Yavista expresan la realidad de que el hombre se ha alejado de Dios y ha traído sobre sí y su ámbito la maldición. En Gn 12,1-3. Abraham es bendecido cinco veces como contrapartida a estas maldiciones y como signo de dónde el hombre puede encontrar nuevamente la bendición de Dios
[1] Para más datos sobre este tema se puede consultar “Introducción crítica al Antiguo Testamento” ; Henri Caselles; Herder; Barcelona; 1981; Págs. 115- 273
[2] La clave del género literario aparece expresada al final del relato: toledoth: generaciones u orígenes (génesis, historia primera) de los cielos y de la tierra, en cuanto a su creación. Esta palabra hebrea expresa propiamente generaciones y, luego, historia de un antepasado y su descendencia. Con el empleo de esta palabra se desmitifica la creación, que es el comienzo de la historia y no, como en Sumer y Egipto, una serie de generaciones divinas. Cada uno de los períodos históricos se abre con una serie de toledoth: a continuación de esta, que es la primera, viene la de Adán y pasa por Noé, Sem y sus hijos, Terah, Ismael; Isaac, Esaú y Jacob, para llegar a Moisés y Aarón en el libro del Éxodo y a sus descendientes en el de los Números (Num 3,1). En esta lista impresionante, el lugar que ocupa Gen 2,4, así como su sentido, son un tanto anormales: la formula sirve de final al relato de la creación, mientras que en los otros textos sirve para comenzar las genealogías o los relatos. Se trata sin duda de una ampliación de sentido que tiene como finalidad relacionar la historia del pueblo y la creación.
[3] El término sabbat se evita usar pues según el autor sacerdotal será impuesto en el Sinaí, dónde se convertirá en señal de la alianza. Con todo, Dios ha dado desde la creación un ejemplo que todo hombre debe imitar.
[4] Este sábado, además de ser el día en que Dios descansa, El deja de obrar personalmente. Por tanto, el séptimo día es el tiempo de la historia humana, el tiempo concedido al hombre para obrar y proseguir la creación. Vendrá luego el “octavo día”, el del fin.
[5] La cosmología del autor sacerdotal es “acuática”: todo viene del agua. Al principio no había más que una masa caótica de las aguas primordiales. Pero hay que tener en cuenta que la obra de distinción se realiza a partir del versículo 3. Los versículos 1 y 2 nos hablan del caos y la confusión, pero expresan que han sido el primer producto de la obra hecha por Dios. Esta producción se expresa con el verbo Bará que se reserva para la acción creadora de Dios, diferente de la acción productora del hombre. Dios establece una bóveda sólida, el firmamento, que separa las aguas de arriba de las de abajo. Luego separa estas últimas en océanos y, así, aparece la tierra firme. La tierra es un islote en medio de las aguas
[6] Tener en cuenta que para designar la creación el autor dice tanto “dijo Dios “ como “hizo Dios”. Con lo cual muestra que la creación es un producto de la Palabra creadora de Dios que manifiesta así su voluntad y el poderío de realizarla sin necesidad de recurrir a algo que no sea Él mismo.
[7] El lenguaje es menos preciso que el Sacerdotal. Más descriptivo y metafórico; más cercano al lenguaje de los mitos conocidos en aquel tiempo (Mulieris Dignitatem, 6) Dios habla un lenguaje humano, usa conceptos e imágenes humanas. Este lenguaje está cargado de antropomorfismos.
[8] cfr. 2,8 (jardinero); 2,21 (cirujano); 3,21 (sastre).
[9] Tal vez lo que Dios le arranca es el costado mismo del hombre, su mitad, pues el término hebraico “sel´a” como sus traducciones griega (pleura) y latina (costa) son susceptibles de estos dos sentidos.
[10] esto lo han traducido como “varona (varonesa)” y “varón”; “mujer” y “hombre”; “hembra” y “hombre”. Creo que lo más correcto en el castellano, (aunque se pierda el juego de palabras del original) sería “mujer” y “varón”
[11] La mujer es otro “yo” en la humanidad común. Desde el principio aparecen como “unidad de los dos”, y esto significa la superación de la soledad original del hombre. La descripción bíblica, además, habla de la institución del matrimonio por parte de Dios en el contexto de la creación del hombre y de la mujer, como condición indispensable para la transmisión de la vida a las nuevas generaciones de los hombres, a la que el matrimonio y el amor conyugal están ordenados. (MD, 6)
[12] La serpiente es un animal que tiene mucha importancia en la mitología. En Egipto se oponía al dios sol durante la noche para impedir su aparición. En Canaán era un símbolo sexual en algunos cultos. Según la epopeya de Gilgamesh, fue la que robó la planta de la vida. Símbolo de divinidades cananeas, de potencias malvadas entre los mesopotámicos: es fácil comprender que la serpiente haya podido personificar a una potencia mala, astuta, enemiga del hombre y, a través de él, del plan de Dios.
[13] Se puede decir, paradójicamente, que el pecado presentado en el Génesis es la confirmación de la verdad acerca de la imagen y semejanza de Dios en el hombre si esta verdad significa “libertad”, es decir, la voluntad libre de la que el hombre puede usar eligiendo el bien o de la que puede abusar eligiendo el mal contra la voluntad de Dios. No obstante, en su significado esencial, el pecado es la negación de lo que es Dios (como Creador) en relación con el hombre, y de lo que Dios quiere desde el comienzo y siempre para el hombre.
[14] Este pecado de Adán y Eva se conoce como “pecado de los orígenes” y es el acontecimiento original que inauguró la historia de nuestra raza pecadora (Cfr. Rom 5). “Pecado original” designa, por el contrario, nuestra actual condición de que en nuestro nacimiento no tenemos la amistad con Dios y la participación en su vida. Este pecado lo poseemos porque pertenece a la naturaleza (“que es”, aspecto óntico) y no a la persona (“quién es”, aspecto que pertenece a sus opciones libres). Sólo puede ser borrado por la participación en el misterio pascual de Cristo, a través del bautismo.
[15] Lo cual no implica que la fe y la ciencia vayan por dos caminos distintos y no tengan nada que decirse una a otra. En este caso, la Revelación es necesaria para comprender muchas cosas que a la ciencia se le escapan de las manos por no ser verificables a través de la experimentación (como pide su método). En base a la Revelación la fe opinará sobre el monogenismo o poligenismo y sobre el monofiletismo o polifiletismo.
Muchas gracias por la explicación. La verdad es que desconocía esas diferencias de yavistas y sacerdotales.
Además, la nota nota arroja luz sobre la creación, que es un tema del que a menudo se tiene una imagen muy infantil o limitada, porque por lo general no se nos lo explica.
Saludos,
Claudia
Lo felicito padre Fabiàn, porque el tema de las tradiciones para mi es muy importante y me ayuda para desarrollar mis temas y poder trabajar desearia si por favor me enviaran algunos dibujos en pawer point sobre los yavistas gracias. que DIOS lo BENDIGA y MAMITA MARÌA LO CUIDE... hasta pronto vita
Gracias Padre Fabian por este documento del ganesis, creo que es muy enriquecedor, pues nos enseña de manera pedagogica y teologica lo que el escritor sagrado nos quiso expresar, es de mucho valor para entender mejor el genesis
Dejo relato apócrifo del Génesis que escribí de mi puño y letra y quizás sea interesante:
Génesis
Teníamos un paraíso en la puerta de casa. Cuando recién habíamos llegado era pequeño, no más de dos o tres metros de altura. Con los años crecimos, él y nosotros. Me acuerdo de sus bolitas verdes que colgaban en febrero de sus vástagos, con las cuáles lanzábamos diminutos proyectiles a algún punto que determinábamos como blanco; durante el invierno se ponían color ocre y caían en la vereda recién limpia. Su tronco fue engrosándose pero siempre mantuvo esa rugosidad en la corteza que nos permitía subir. Cuando teníamos entre cinco y once años de edad jugábamos a treparlo hasta donde nos era imposible seguir; hasta pensamos en aquellos tiempos construir una casita ahí, en el espacio que abría la última posible horqueta. En verano nos traía sombra y menguaba el calor que de las lajas brotaba. En invierno, como el otoño había levantado sus hojas con el viento tibio haciéndolas primero envejecer con tonos dorados, solamente las sombras del esqueleto se plasmaban largas y estiradas sobre la vereda.
Cuando se tuvo que cortar ya éramos todos adultos, inclusive el menor que, a pesar de ser mucho más joven, había crecido lo suficiente como para notársele el cabello entrecano. El paraíso, creo que todos pensábamos lo mismo al mismísimo tiempo, había sido refugio de nuestra infancia. Con los años pasó de ser nuestro entrañable cobijo de fantasías e ilusiones a un simple árbol de la calle. El tiempo hizo que el árbol se enfermara ahuecándose. Por riesgo a venirse abajo con alguna tormenta decidimos cortarlo. Nadie lo lloró, ni siquiera yo que había diseñado y armando, junto con los otros, la hermosa casa del paraíso.