No es la primera vez que me roban. Creo que es la décima. Pero me acordé de la frase del querido ex jefe de gabinete argentino... y si... yo la diría de otra manera: sensación de impotencia.

A la siesta fui con mis sobrinos para llevarlos en el auto a que hagan su provista del mes en el Súper. Así que salí a las 14 hs de la parroquia. Cuando volví, a eso de las 17, tenía todo previsto como para dejar un soldador de estaño que me había comprado para tratar de arreglar los cables de los micrófonos del Templo... ir luego a retirar mis análisis de la bioquímica... volver a la parroquia a esperar el llamado de una FM en la que salgo los viernes a la tarde...celebrar la Misa... escribir unas palancas para los 5 cursillistas que fueron de mi parroquia... Todito organizado.

Cuando entro al patio veo la ventana de mi habitación (en el primer piso) que está abierta. Pensé que me había olvidado de cerrarla... pues no. Habían trepado por allí (el único lugar flojo de cerraduras de la casa que parece un fuerte medieval) y habían ingresado. Estaban las cosas revueltas un poquito. Se nota que buscaron rápido, encontraron algunas cosas y se fueron enseguida por el mismo lugar.

Faltó la plata de las colectas de las Misas del fin de semana pasada, que estaban sobre una mesa en mi dormitorio. Luego se llevaron la filmadora, la cámara de fotos y la tablet. Creo que nada más. Lamento el robo de la tablet porque la compré para trabajar en el Sínodo y me estaba sirviendo muchísimo ya sea para sacar apuntes como para organizarme en el trabajo. Pero lo que más me da pena es mi camarita de sacar fotos. No era de gran calidad pero es de las cosas que más me encantan de hacer: casi todas las fotos de este blog son tomadas con ellas (más de 1000) y tengo michísimas más sin subir. Era (es) uno de los hobies que tenía. En fin... nada es eterno... SOLO DIOS.

Llamé a la policía. Vinieron como a los 20 minutos. Como había huellas en la ventana llamaron a los de criminalística. Que llenaron de polvo y tomaron huellas por todas las partes donde anduvieron los ladrones (o él). Luego me entintaron los dedos para llevarse las mías y comparar. En fin... terminé con las manitos  sucias.

Uno siente impotencia al ver que es muy fácil para otros invadir tu propia intimidad y desarmarte lo que con esfuerzo habías conseguido (la tres cosas las usaba para mis tareas apostólicas), que no era de mucha calidad pero servían y bastante (con la filmadora hice todos los videitos que pueden ver en mi canal de youtube...). Supongo que vamos a tener que seguir caminando... estoy seguro que de a poco voy a volver a tener algunas de esas cosas. Y si no las consigo... no son lo más importante de la vida, ¿no?

6 Comments

  1. Siento muchísimo esto que le ha pasado Padre Fabián, es muy triste...Que nuestra Virgen de Pompeya lo proteja siempre.

  2. Que pena ,padrecito,esta vez te toco a ti!!!!!y van.... sabe Dios!!!!Nos conformamos a decir,menos mal estas bien,no estabas alli o no llegaste en el momento del delito,que se yo tantas cosas!!!!!!!!!Estas bien y lleno de esperanzas,que esta fea experiencia ,te de letra para acompañar a tantas familias afectadas y que no tienen repuesta...Dios te bendiga y pronto tengas mejores cosas de las que te llevaron un abrazo.Tita y Héctor Ríos.

  3. lamento mucho el robo Padre Fabian a mi robaron 14 veces en mi negocio

  4. Lamento este suceso. Veo que a pesar de todo lo has tomado con cierta serenidad. Dios te bendiga.

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