La angustia que hemos sentido por el terremoto ocurrido en Perú no tiene palabras. No queremos hablar sobre eso. Solamente nos queda elevar nuestras oraciones por quienes murieron y por aquellos que, si bien continúan vivos, deberán remontar su historia entre ausencias y escombros.
Hasta hace unos días la palabra Pisco para mi significaba solamente una bebida que, con hielo y jugo de limón, refrescaba en el verano. Recuerdos de los hermanos chilenos para quienes es su bebida nacional. Con asombro me enteré que esta ciudad peruana presume de la paternidad de ese licor. Pero el asombro fue mayor aún cuando leí en Wikipedia que, en 1820, José de San Martín, luego de desembarcar en una playa cercana, se instala en esa ciudad y hace de ella el punto de partida para la liberación del Perú. Más aún, es en esa población donde nace el escudo y la bandera peruana desde el genio del libertador.
Esta ignorancia mía de una cuestión histórica puntual, a pesar de que me gusta esta materia, se iluminó por un terremoto. Puede ser que sea esto una banalidad, pero no es así. Hace unos días recordamos la muerte de este prócer. Aunque decir “recordamos” es también una banalidad. Las escuelas hicieron un acto el viernes 17 y tendrán su feriado el lunes 20. Algunos gobernantes también hicieron un acto y le hablaron a las palomas que los observaban en sus rasantes vuelos por el cielo patrio. Mientras tanto el resto del pueblo argentino trabajaba indiferente al día que se celebraba. La única preocupación que había surcado en nuestras previsiones era si el feriado era el lunes o el viernes... preocupación que tenía como destino el disfrute de un fin de semana largo...
Pisco está lejos de nosotros. Nos enteramos de lo que pasa por esos lugares a través de los medios de comunicación. Medios que también casi pasaron por alto el 17 de agosto.
Hago un mea culpa por mi ignorancia en algunos aspectos de la historia. Y me preocupa la falta de memoria que tenemos como pueblo. Por eso creo que ese terremoto debería también sacudirnos de nuestra modorra cultural para que redescubramos nuestro pasado. Desde la convicción de que quien tiene memoria tiene esperanza también. ¿Será esto también una banalidad mía?
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Padre Fabián :si los argentinos tuviéramos memoria y haríamos buen uso de ella, cuantos errores no cometeríamos mas de una vez. Que el Señor nos ilumine en estas próximas elecciones que tenemos por delante y podamos elegir libremente sin presiones y en total libertad. Ser el país que San Martín y tantas personas de este bendito país soñaron para ellos y para todos nosotros. Bendiciones.