Felipe es de Betsaida, en la provincia de Galilea. Jesús lo encontró y lo invitó a seguirlo. Felipe quedó conmocionado: había encontrado al esperado, al Mesías prometido por las Sagradas Escrituras (Jn 1,43-51).
Felipe se encuentra con su amigo Natanael. Le cuenta de su hallazgo. Natanael duda, sobre todo por la procedencia del susodicho: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazareth?".
Felipe no entabla una polémica. Simplemente hace una invitación: "Ven y verás". Natanael va, se relaciona y encuentra también al Prometido.
Qué es creer
La fe no son lindas teorías. Es un encuentro personal con Alguien que te puede cambiar la vida, que te abre el horizonte al infinito y que te da un caminar de felicidad (bienaventuranza). La fe impacta, en primer lugar, en el centro de tu persona: aquello que la Biblia denomina como "corazón". Desde allí se expande al resto del sujeto que la abrazado: sus emociones, su inteligencia, su voluntad, su sociabilidad. Este avanzar no es como un avasallaje sino como la plenitud que da la quietud del encuentro junto a la inquietud de lo que significa caminar cada día detrás de esa plenitud, de esa grandeza, de ese infinito. La fe calma dando sentido y conmociona porque abre los horizontes.
La fe supone un volver siempre a las fuentes, al Betsaida de Felipe, al Dios vivo que en Jesús nos desintala y nos llena. La fe no es conformismo sino invitación a mas: "Ven y verás".