Puesto en marcha por grupos fundamentalistas islámicos en Pakistán. Parece una broma propia del día de inocentes pero es real. Nos informa la Agencia de Noticias Fides sobre su existencia y sus motivaciones.

La plataforma se llama Millat Facebook y se ha puesto en marcha una campaña invitando a los:

“verdaderos musulmanes del país a abandonar y boicotear la plataforma Facebook, que difunde contenidos blasfemos y blasfemias contra el profeta Mahoma”.

Podemos ingresar a su portada desde este link. Allí nos informa que ya integra "más de 1,6 millones de musulmanes pacíficos" que se han conectado y comparten su vida personal. Pero las apariencias pueden engañar, como nos informa la misma noticia de Fides:

El abogado cristiano Nadeem Shakir, que defiende en el tribunal a muchas víctimas de la ley sobre la blasfemia, dice a Fides: “Con la máscara de evitar la blasfemia , estos grupos quieren imponer a la sociedad su forma de vida y su interpretación estricta del Islam. Quieren socavar los derechos y libertades individuales, especialmente de las minorías religiosas y de las mujeres. Quieren desafiar incluso las leyes escritas”.

Lo de ley antiblasfemia nos puede sonar raro si no estamos informados sobre lo que ocurre en muchos países musulmanes: los invito a leer sobre ella y sus consecuencias en este link.

Particularmente ya advertí sobre las "grandezas y fraudes en Facebook". Basta releer lo que puse en el link. Simplemente, me vino a la memoria la actitud tan distinta como es la católica frente a este tema. En concreto, este trozo del mensaje de Benedicto XVI para las Jornadas de las Comunicaciones Sociales del año pasado:

"De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida. Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer “amistades”, implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio “perfil” público."

En otras palabras, cautela porque no sabemos exactamente quién puede estar detrás; sinceridad al presentarse y comunicar los aspectos de la propia existencia y, sobre todo, audacia evangélica para anunciar también allí la Buena Noticia de Jesús.