Esta semana tuve una serie de sensaciones encontradas. Sensaciones que dejaron a mi corazón en un estado de alarma generalizada. Sensaciones que se traducen en una preocupación por el presente y el futuro de mi patria.
Por un lado la cumbre de los primeros mandatarios de las Américas. Esta reunido en Mar del Plata todo el poder de decisión continental para ejecutar políticas de estado. Conferido por el pueblo en la mayoría de los casos o arrebatados por las armas en otros. Pero más allá de su origen, quienes pueden decidir rumbos se han reunido. Y esto es bueno. Aunque, como en el 25 de mayo originario, el pueblo quisiera saber de que se trata.
Por otra parte, una reunión paralela autodenominada la cumbre de los pueblos. “Representantes” del pueblo de las Américas, que el pueblo no eligió y, en la mayoría de los casos, ni siquiera saben quienes son. Sus intenciones aparentemente son buenas, pero me asustó un poquito escuchar de la boca de un presidente sudamericano la exhortación “socialismo o muerte”. El susto fue pequeño, aunque se incrementó un poquito cuando vi por la televisión autos quemados, bancos incendiados y comercios destruidos por el accionar de algunos encapuchados.
En el orden local, el viernes cerca del mediodía un grupito de gente se dedicó a visitar casa de comidas y bancos extranjeros acompañados de muchas banderas y, muchas más, bombas de estruendo. Fue una demostración pintoresca en medio del dentro de una ciudad en la que bullía la actividad cotidiana de todos los ciudadanos.
Pero lo que más me preocupó fue lo relacionado con la educación. Docentes que se manifestaban en contra de la “opresión” y no sabían que tipo de opresión era y como la padecían. Profesores que estaban en contra del ALCA y no sabían expresar con certeza las bondades y los destrozos que nos puede ocasionar. Padres preocupados porque el jueves por la tarde llegaban sus hijos adolescentes a sus hogares, con bronca por la cumbre, pero sin poder dar razones de su estado emocional. Y esto me preocupó porque fue un día de ¡paro docente! en protesta por la presencia del presidente norteamericano en nuestras tierras. ¡Qué triste! Estamos dando una educación que se basa en el sentimiento y no en razones. Y así estamos. Sólo nos mueve el eslogan del dirigente de turno.
Recordé la enseñanza de Jesús: “sólo la verdad los hará libres”. Y cuanta sabiduría para la vida tiene. Si somos capaces de conocer la razón que hay detrás de la verdad, de la realidad, entonces nos movilizaremos con conciencia y coherencia. Entonces tendremos certezas. Y solo una Nación basada en certezas es posible. Si nos quedamos en la ignorancia, y hay muchos que apuestan a esto, basta apelar a nuestras emociones primarias para despertar reacciones de “participación popular”.
Hace muchos años leí en una pared un graffiti que decía una gran verdad: “si la masa pensara… no sería masa”.