Una Convivencia con Cristo siempre es igual y siempre es distinta. Igual, porque se repiten las mismas enseñanzas y gestos. Distinta porque la acción del Espíritu va haciendo que crezcamos y vivamos, conviventes y servidores, una experiencia novedosa acorde a lo que estamos necesitando en el hoy de nuestra existencia personal.
La semana pasada estuve asesorando en la Casa de Retiros que la Comunidad Convivencia de Dios tiene en La Paz. Lo que sigue son, simplemente, retazos de mi experiencia, a modo de testimonio del paso de Dios por mi corazón. (Más abajo dos fotos de la Convivencia. Esta es de mi sobrinita, porque es la ternura andante)
La revolución de la ternura
Esta fue una de las luces que recibí en la contemplación del nacimiento del Niño. Una de las dos que me dio el Señor en ese rato.
Sinceramente, había escuchado esa frase en labios de Francisco. Varias veces. Y… me parecía una reverenda pavada. Muy de estampita de esas que compramos para algún cumpleaños o para hacer una palanca a quién está en un retiro. Pero no me decía nada para mi vida.
Eso fue hasta que descubrí su verdadero significado a partir del pesebre, de lo que es y lo que representa. Allí está una mujer y un varón, jóvenes, que abrazan a un niño. Pero ese niño no es cualquiera: es Dios entre Nosotros (Jn 1,14). Entonces comprendí dos cosas.
Primero, que el niño es el mismo que creó todo con su Palabra. Es más, ese bebé es la Palabra creadora misma (Jn 1,1-3). Ese bebé es aquel del cual el profeta Jeremías afirma en oración: "¡Señor! Tú has hecho el cielo y la tierra con tu gran fuerza y tu brazo poderoso: para ti no hay nada imposible." (Jr 32,17).
Lo segundo, una gran luz para mi alma, es descubrir que el “Poderoso” se hizo pequeño para mí. Esa es la ternura de un Dios que no me amedrenta con su fuerza sino que se hace un bebé abrazable… querible… alguien al cual me puedo acercar con confianza porque está a la altura de mi experiencia. Y caí en adoración agradecida. Sí, es la ternura divina la que salva al mundo, la que expresa el poder infinito ya que no necesita de grandiosidades para hacer su obra.
Entonces comprendí el llamado de Francisco de hacer una revolución de la ternura en nuestro mundo de hoy. Una ternura que me invada. Una ternura que, desde nosotros, invada todo lo humano que nos rodea.
Después, ya en casa, volví a lo que les dijo a los cubanos en su viaje. Y comprendí cabalmente la expresión. Estas fueron sus palabras:
“Generación tras generación, día tras día, estamos invitados a renovar nuestra fe. Estamos invitados a vivir la revolución de la ternura como María, Madre de la Caridad. Estamos invitados a ‘salir de casa’, a tener los ojos y el corazón abierto a los demás. Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión (que no es lástima, es padecer con, para liberar) y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás. Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustraciones. Nuestra fe, nos saca de casa para visitar al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos. (…) Queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situaciones ‘embarazosas’ de nuestra gente, comprometidos con la vida, la cultura, la sociedad, no borrándonos sino caminando con nuestros hermanos, todos juntos. Todos juntos, sirviendo, ayudando.” (Francisco)
Toda revolución supone un cambio. El Niño del Pesebre me recuerda que el cambio no se consigue con las armas o con el odio. Se consigue porque la ternura del amor misericordioso de Dios entró en mi vida y me invita a imitarlo. De manera concreta.
La virginidad fecunda
En esa misma contemplación tuve otra luz, que al final la transformé en oración agradecida. Mirando a María y a José con el niño en brazos me di cuenta de que eran fecundos pero que esa fecundidad nacía de una característica que ambos tenían: la virginidad.
María es virgen y da a luz. José es virgen y le da su nombre al niño. En ambos su virginidad, entregada al Señor, se hace fecunda en un niño que es regalo para ellos y, desde ellos, regalo para la humanidad. Descubrí la maternidad espiritual de María y la paternidad espiritual de José.
Entonces le di gracias al Señor. No solamente por estos dos jóvenes que hicieron posible ese primer pesebre de Belén. También por la virginidad consagrada de las religiosas que les permite vivir en plenitud su maternidad espiritual. También por la virginidad consagrada de los religiosos o sacerdotes que nos permite vivir en plenitud la paternidad espiritual.
Sí, en el plan divino existe esta ternura de su parte: llamar a algunos a la consagración total de manera que su misericordia se pueda manifestar en nosotros con fecundidad espiritual. Es algo que quería Jesús y que nos advirtió: “el que pueda entender, que entienda” (Mt 19,12).
Nuestro mundo de hoy (bah… la cosa es vieja… por eso dijo Jesús lo que dijo) no puede entender la virginidad consagrada. Por eso se alegra cuando alguno de nosotros cae y lo pone de manifiesto enseguida: “vieron, les dijimos… ¡es imposible!!!”.
Le debo agradecer al Señor estas luces. Y la posibilidad que tenemos los consagrados de recomenzar frente a nuestras caídas. Porque no somos perfectos, pero si somos amados por un Dios que es fiel a sus elegidos. Simplemente porque Él es así… ¡tierno!
Una ternura en obras concretas
El señor sabe lo que necesitamos y en el momento justo nos lo da. Como equipo de servidores lo experimentamos: en los momentos de gozo y en los de turbación crecimos. De paso, agradecido por haber compartido el servicio con gente que conocía y con varios que conocí. Todos me enriquecieron con su vivencia espiritual.
A lo largo de la semana de esta Convivencia con Cristo pude ver la presencia de la misericordia divina. Muchos testimonios de los hermanos (que no traigo aquí porque son personales y sólo ellos lo pueden dar… y si alguno me lee y lo quiere hacer lo puede dejar como comentario al final de esta página) hacen referencia a eso.
Fui testigo de cómo el Señor cambió corazones, embelleció rostros que venían duros por el pecado, por los problemas personales… por no encontrarle el rumbo a sus vidas. Bendito sea el Dios que obra con ternura y poder… con el poder de la ternura.
Durante la Convivencia pasan cosas comunes y extraordinarias. Siempre. Esta vez el Señor me puso delante de algo que siempre ocurre, el dichoso “descanso en el Espíritu”. No es la primera vez que toco a alguien y se cae. Tampoco es la primera vez que queda el piso de la capilla llena de gente “descansando”. Pero para mí fue novedad el acercarme a alguien y presentir que ese caería. Me pasó varias veces. No fue con todos ni con la mayoría. Sólo con algunos.
Con respecto a este tema, estoy preparando un artículo sobre el significado de ese hecho (¿teatro, psicológico, parapsicológico o experiencia de Dios…?). Ya se los compartiré más adelante… cuando termine de escribirlo. Por ahora es una promesa.
Pero, más allá de esto, me queda muy en claro que no debemos buscar el “milagro de Dios sino al Dios de los milagros”. Y ese Dios de los milagros es el que pasa, suave y con ternura en nuestro corazón, dejando huellas. Es el Dios que reconocemos por los frutos () que nos deja en el alma y en la vida. Bendigo al Señor por todos los frutos que pudimos percibir en estos días y por todos los que veremos desplegados en cada Convivente en el resto de su vida. Porque toda nuestra vida es una fecunda convivencia con Cristo.
Un video con la voz internacional de la inefable "Rouse" de fondo y algunas fotitos:
https://www.youtube.com/watch?v=Ewu1_nk3O5Q
Y ahora... bienvenidos son los comentarios y testimonios.
Gracias Padre Fabian por compartir la ternura.
PADRE,LO QUE UD. PUBLICA ME AGRADA MUCHO, LO DE LA REVOLUCION DE LA TERNURA,SUPER,PORQUE ESCUCHARLO FUE LINDO PERO LUEGO NO RECORDABA TODO,HOY,LEYENDOLO, LO HE SABOREADO CON TRANQUILIDAD Y Y PENSANDO CADA FRASE.
¡GRACIAS PADRE FABIAN,! GRACIAS Y QUE EL ESPIRITU SANTO SIGA LLENANDO DE AMOR SU CORAZON..YO REZO POR UD. Y LE RUEGO INCLUYA MIS INTENCIONES EN UNA DE SUS MISAS. ¡GRACIAS!
Padre, muy bueno el comentario, como todos los que hace. Yo también rezo por Ud. y le pido que también lo haga por mí. Gracias.
Bendito sea nuestro Dios por su Fidelidad, por revelar estas maravillas a los "pequeños", por sembrar en tantas almas la vocación de servicio...Gracias por tu testimonio, que nos enriquece a todos!!!
En verdad que el Espíritu Santo, se está derramando con poder, gracia,y ternura... Nos está renovando en el amor, la entrega, y desde allí cooperar en la vocación a la que fuimos llamados a la vida por Dios desde la eternidad.
Éste retiro siempre es de mucha gracia y bendición, pero ésta vez ha sido de mayor gracia, al compartir, laicos, consagrados,religiosas, novicias, personas de diversas edades y condiciones sociales, todos juntos, dónde nadie sobresalía, sólo Cristo, autor de todo en todos.
Así experimentamos el ser Iglesia, donde Cristo es la cabeza nosotros los miembros y como dice Luis María Grignion de Montfort, María el cuello.
Gracias le doy a Dios por hacerme testigo de su obra. Jesucristo Señor de la historia, te necesitamos. Argentina canta y camina!!!! Torrentes de Bendiciones!!!!
gracias padre por compartir esta rica experiencia..me alegro q la gracia de Dios te siga sorprendiendo y transformando..el artículo me mueve a pensar q donde más duele y cuesta dar ternura..la mirada misericordiosa de Dios nos comprende y nos alienta..con El todo es posible. Viendo la obra de Dios en mi padre -hermano ,experimento también el gozo de la ternura de Dios en mi corazón.
¡Gracias Padre por tu testimonio! Dios es Grande y nos sorprende con nuevas gracias, luces, mociones. Alabado sea por toda su obra en esta CcC.
Es verdad, cada CcC es distinta. Me gozo en tu testimonio Padre y en el gozo de los hnos conviventes. ¿¿Cómo no va a ser distinta???? Si Dios Creador, Padre y Amor cada día se nos manifiesta distinto para seguir sorprendiéndonos y hacernos hambrear mas y mas de EL. ¡¡¡ALELUIA !!!