Estas fueron todas las palabras de Mons. Juan Alberto Puiggari al dejar inaugurado el año de la fe en la Arquidiócesis de Paraná. Fue en el marco de la fiesta patronal de la ciudad y de nuestra Iglesia particular. Se las comparto completas porque seguramente leeremos recortes muy sacados de contexto en los medios de comunicación mañana.
Queridos hermanos:
Con mucha alegría y esperanza, en la Solemnidad de Nuestra Patrona, Nuestra Señora del Rosario, comenzamos como Arquidiócesis el Año de la FE, al cual nos ha convocado nuestro querido Santo Padre Benedicto XVI, y que está llamado a “ser un momento de gracia y de compromiso para una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo”.
Como bien saben, este año convocado por Su Santidad, está enmarcado en la memoria agradecida del gran acontecimiento que fue el Concilio Vaticano II, al celebrar el cincuenta aniversario de su apertura, de los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por el recordado Beato Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos la fuerza y la belleza de la fe, y con el comienzo de la Asamblea General del Sínodo de los obispos sobre el tema “La Nueva Evangelización para la trasmisión de la fe cristiana”.
“La puerta de la fe” (Hch 14,27 ) que nos introduce en la vida de comunión con Dios y nos permite la entrada a Su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. “Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús quien, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.
¿Por qué un Año de la fe? Todos sabemos el cierto enfriamiento en la fe de muchos cristianos, dramática crisis que afecta a muchos, por muchos motivos pero, ciertamente, que la fuerte influencia del secularismo y materialismos en nuestra cultura y vida personal nos hace pensar que podemos prescindir de Dios. Pero al mismo tiempo percibimos Su búsqueda, siempre viva. El hombre tiene sed de Dios…nuestro corazón no va a descansar, como decía San Agustín, hasta que encuentre su refugio en Él .El deseo de Dios está inscripto en el corazón del hombre, porque él ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Él encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar.
Este año nos tiene que ayudar a recordar que lo que caracteriza nuestra vida: es creer, somos creyentes. Salir del desierto que lleva consigo el mutismo de quien no tiene nada que decir, para restituir la alegría de la fe y comunicarla de manera renovada a sus hermanos. Al creer damos nuestro asentimiento a DIOS que revela
La FE en Jesucristo es el bien más precioso de la Iglesia. Ella misma existe por la fe y para transmitirla. Existe para evangelizar, anunciando a Jesucristo como Señor y Salvador, Amigo y Redentor de los hombres “Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2): en Él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte. Todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación” PF n.13
“Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). " PF.
Este año, Será una ocasión propicia, para unirnos más profundamente al Señor, para que del encuentro personal y vivo con Él, hagamos brillar la luz y la belleza de nuestra fe. Luz de la fe que hace resplandecer la Palabra de Verdad. Belleza de la fe por “el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” Pf.
Será una tiempo de gracia, para hacer presente a una Iglesia que con nuevo ardor, desea ser protagonista –con la fuerza del Espíritu- de una Nueva Evangelización en una sociedad y cultura que desafía redescubrir la identidad cristiana, la cual nos han constituido como pueblo y Nación.
Nueva Evangelización que supone una renovación profunda y permanente de la pastoral ordinaria de la Iglesia para anunciar la "perenne novedad de Jesucristo", en circunstancias a veces difíciles. También hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. Ella crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo."
Hace pocas horas el Santo Padre nos decía como siempre, la Nueva Evangelización depende de la santidad de los evangelizadores.
Queridos hermanos, en este año los invito, siguiendo las enseñanzas del Santo Padre:
A la conversión: "el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo". “crean y conviértanse” son las primeras palabras de Jesús. La fe que actúa por el amor se convierte en nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre. “tengan los mismos sentimientos que Cristo Jesús”. El Santo padre decía esta mañana: “dejarse reconciliar con Dios y con el prójimo es la vía maestra de la Nueva Evangelización”
A reflexionar sobre nuestra fe: "Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo." Tenemos que afirmar nuestra identidad ante tanto relativismo.
A confesar públicamente nuestra fe en el Señor Resucitado: "deseamos que este Año suscite, en todo creyente, la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza".
A celebrar en la liturgia nuestra fe: "intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía dominical".
A dar testimonio de nuestra fe: "esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble”. Tenemos conciencia de la fragilidad de nuestra condición humana y de la santidad de la Iglesia fundada por Jesucristo, que no es afectada por nuestra debilidades de hombres de barro.
A "intensificar el testimonio de la caridad". Sin la caridad nuestra fe está muerta. La fe y el amor se necesitan mutuamente.
Como Arquidiócesis queremos comenzar este año de la fe, el día en que celebramos la fiesta de Nuestra Madre.
'Quiero confiar a la Madre de Dios este tiempo especial de gracia para la Iglesia'
Los invito a todos a entrar en la escuela de María, de aquella que ha sido proclamada «bienaventurada» porque «ha creído» (Lc 1,45). Escuchábamos en el Evangelio el suceso más grande de nuestra historia: la Encarnación; el Verbo se ha hecho carne, y María, la sierva del Señor, es el canal privilegiado a través del cual Dios ha venido a habitar entre nosotros (cf. Jn 1,14). María ha ofrecido la propia carne, se ha puesto totalmente a disposición de la voluntad divina, convirtiéndose en «lugar» de su presencia, «lugar» en el que habita el Hijo de Dios.: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). La voluntad de María coincide con la voluntad del Hijo en el único proyecto de amor del Padre y en ella se unen el cielo y la tierra, Dios creador y su criatura. Dios se hace hombre, María se hace «casa viviente» del Señor, templo donde habita el Altísimo. La Encarnación nos dice que nunca estamos solos, Dios ha entrado en nuestra humanidad y nos acompaña.
Pero que el Hijo de Dios habite en la «casa viviente», en el templo, que es María, nos lleva a otro pensamiento: donde Dios habita, reconocemos que todos estamos «en casa»; donde Cristo habita, sus hermanos y sus hermanas jamás son extraños. María, que es la madre de Cristo, es también madre nuestra, nos abre la puerta de su casa, nos guía para entrar en la voluntad de su Hijo. Así pues, es la fe la que nos proporciona una casa en este mundo, la que nos reúne en una única familia y nos hace a todos hermanos y hermanas. Contemplando a María debemos preguntarnos si también nosotros queremos estar abiertos al Señor, si queremos ofrecer nuestra vida para que sea su morada; o si, por el contrario, tenemos miedo a que la presencia del Señor sea un límite para nuestra libertad, si queremos reservarnos una parte de nuestra vida, para que nos pertenezca sólo a nosotros. Pero es Dios precisamente quien libera nuestra libertad, la libera de su cerrarse en sí misma, de la sed de poder, de poseer, de dominar, y la hace capaz de abrirse a la dimensión que la realiza en sentido pleno: la del don de sí, del amor, que se hace servicio y colaboración.
Quiero confiar también a la Madre de Dios este tiempo especial de gracia para la Iglesia, que se abre ante nosotros. Tú, Madre del «sí», que has escuchado a Jesús, háblanos de él, nárranos tu camino para seguirlo por la vía de la fe, ayúdanos a anunciarlo para que cada hombre pueda acogerlo y llegar a ser morada de Dios. Amén.
También como pueblo le debemos a Nuestra Madre del Rosario el comienzo de la fe en esta orilla del Paraná. Así, podemos decir que Dios ha querido y quiere estar presente y acompañar nuestra vida como Iglesia que peregrina en Paraná. Y lo hizo y lo hace por medio de la Virgen María del Rosario. La historia nos permite afirmar que la Iglesia de Paraná ha nacido con la presencia de María. Nuestra ciudad ha surgido bajo el amparo maternal de la Virgen del Rosario, quien también ha acompañado durante todos estos años la vida de sus habitantes. La Virgen ha protegido a esta villa, quien la ha reconocido como su Señora y Patrona. Es importante hacer memoria de esto para no perder nuestra identidad y para renovar nuestra fidelidad a Dios y a nuestra Señora del Rosario.
Nosotros servimos a un Dios que hace nuevas todas las cosas, todo el tiempo. Que tengamos el valor, como Iglesia, de aventurarnos en el camino inexplorado de la Nueva Evangelización con esperanza, con expectativa y con la emoción de ser testigos auténticos de este Evangelio. Y que siempre recordemos que no podemos hacer esto sin la ayuda y la guía del Espíritu Santo. "¡Ven Espíritu Santo, ven por medio de María, y haz nuevas todas las cosas!".
Les debo el relato de todo lo que aconteció esta tarde.
en este dia tan especial de la virge del rosario,del comienzo del año de lafe se nos acaba de ir un gran sacerdote el padre LUIS ZANITTI,todavia me parece verlo en sus años de parroco de nogoya,salir a tranco largo habia que correr para caminar con el ,a todo el mundo escuchaba,su energia era capaz de levantar a un muerto,cuando predicaba el ambon en sus manos parecia arrancarse,asi vivia el dando todo a todos ,en su enfermedad tambien fue un gran discipulo de cristo,aceptando todo lo que pasaba, gracias padre zanitti,gracias VIRGEN MARIA, por darnos estos santos sacerdotes ,llena de bendiciones a todos nuestros sacerdotes, y danos la verdadera conversion ,gracias padre fabian por todo lo que nos das a traves del ciberespacio,DIOS BENDIGA TODAS LAS VOCACIONES, AMEN
Estimado Padre Fabian: Disculpe me comunique por este mediopero no se donde dirigirme. Ayer me preocupé mucho cuando me hicieron llegar una comparación entre texto del proyecto y el propuesto del articulo 19 del nuevo código civil. Se los copio:
2. Artículo 19
a. Texto original del proyecto
ARTÍCULO 19.- Comienzo de la existencia. La existencia de la persona humana comienza con
la concepción en el seno materno. En el caso de técnicas de reproducción humana asistida,
comienza con la implantación del embrión en la mujer, sin perjuicio de lo que prevea la ley
especial para la protección del embrión no implantado.
b. Texto propuesto
ARTÍCULO 19.- Comienzo de la existencia. La persona humana es el resultado de un proceso
que comienza con la concepción en la mujer y se completa durante la gestación. En el caso de
técnicas de reproducción humana asistida, comienza con la implantación del embrión en la
mujer y se completa durante la gestación, sin perjuicio de lo que prevea la ley especial para
la protección del embrión no implantado.
No veo a la Iglesia movilizada por este tema. Me parece que esta dando batalla, desde mi punto de vista perdida porque la ley ya está, por el llamado aborto no punible y se le va a pasar esta definición de persona que va a permitir cualquier cosa. ¿Tiene Ud alguna dirección o telefono donde comunicar esta preocupación?
Gracias.