La vida es un lento transcurrir.

En este transitar, nuestro destino está lleno por una certeza: la Casa del Padre.

Esta es una de esas fotos que nos invitan a la "melancolía", en el sentido que lo usara Guardini.

Porque a nosotros la noche no nos invade con su nada destructora.

Todo lo contrario.

Este himno le pone palabras concretas a nuestro corazón que gime:

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

(Himno de Completas - Liturgia de las horas)

Con esta "carga"... seguimos caminando hasta la luz sin ocaso.

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