La pregunta ¿Es pecado capital? hace referencia a un tipo de clasificación con la cual se la conoce comúnmente.
“El responde que “pecado capital se llama a aquel del cual se originan otros por la razón de fin ; porque siendo su fin más apetecible, el hombre se presta a emplear toda clase de medios, buenos o malos, con tal de conseguirlo . Pero el fin más apetecible es la bienaventuranza o felicidad, que es el fin último de la vida humana, según se ha expuesto anteriormente. Por consiguiente, cuanto un objeto participa más de las condiciones de la felicidad, tanto más apetecible es. Y una de las condiciones de la felicidad es que sea suficiente en sí; de lo contrario no aquietaría el apetito como fin último. Pero las riquezas de suyo prometen esta suficiencia en grado máximo... La razón es porque, … , nos servimos del dinero como de una garantía para conseguirlo todo. También en Ecl 10,19 se nos dice que el dinero sirve para todo. Por tanto, la avaricia, que consiste en el apetito del dinero, es pecado capital.”
Y una pregunta final, derivada de la anterior: ¿Cuáles son sus hijas?
“Se llaman hijas de la avaricia aquellos vicios que se derivan de ella, y en especial en cuanto intentan el mismo fin. Pero como la avaricia es el amor excesivo de poseer riquezas, peca por dos capítulos: Primero, reteniendo las riquezas. Y así, de la avaricia surge la dureza de corazón, que no se ablanda con la misericordia ni ayuda con sus riquezas a los pobres. Segundo, la avaricia peca por exceso en la adquisición de las riquezas. Y en este aspecto puede considerarse la avaricia de dos modos: Uno, según el afecto interior. Y así la avaricia causa la inquietud, en cuanto engendra la excesiva solicitud y preocupaciones vanas, pues el avaro no se ve harto del dinero, como leemos en Ecl 5,9. Otro modo de considerar la avaricia es atendiendo al efecto exterior. Y así el avaro, en la adquisición de las riquezas, se sirve unas veces de la violencia y otras del engaño. Si este engaño lo hace con palabras, tenemos la mentira si se usan palabras sin más, y si lo apoya con un juramento, tenemos el perjurio. Y si el engaño lo realiza con obras, tenemos el fraude si se trata de cosas y la traición si de las personas, como aparece claro en el caso de Judas, que traicionó a Cristo por avaricia (Mt 26,15).”
Dureza de corazón, inquietud, violencia, engaño, mentira, perjurio, fraude y traición son palabras muy fuertes que a uno le dan pistas para entender lo que nos está pasando a los argentinos. Por esto no sabía si poner o no la respuesta a la objeción quinta, con la cual Tomás clausura su reflexión sobre esta cuestión:
“La liberalidad tiene por objeto pequeñas cantidades de dinero, lo mismo que la iliberalidad. Por eso a los tiranos, que arrebatan violentamente grandes posesiones, no se los llama avaros, sino injustos.”