Cuando uno regresa de un retiro espiritual, u otro acontecimiento similar, suele venir con un "estado de ánimo" bastante "elevado"… por decirlo de alguna manera. Con el correr del tiempo (días, semanas o meses) se "enfría" y vuelve a la rutina. Nos cabe la pregunta, frente a estos hechos, si hemos tenido una "experiencia espiritual" o simplemente salimos con una “experiencia psicológica motivante” que se va con el trascurrir de lo cotidiano.
Para comenzar a comprenderlo, creo que es muy interesante partir desde el doble sentido que tiene la palabra "entusiasmo": uno que tiene que ver con la vida sensible y el otro con la vida del espíritu.
El Diccionario de la Real Academia Española nos indica sobre la doble posibilidad de significación del término. Por una parte nos dice que el entusiasmo es la "exaltación y fogosidad del ánimo, exitado por algo que lo admire o cautive". Así que nos quedamos aquí en el ámbito de lo relacionado con lo corpóreo o psicológico.
Pero cuando da el origen de la palabra dice que viene del griego "enthousiasmós" que significa literalmente "inspiración o posesión divina". De esta manera nos ubica en otro plano, el espiritual: es decir, dentro de la realidad del hombre que usualmente designamos como "alma".
El entusiasmo con minúsculas
Muchas veces en los retiros (y similares) hay palabras, gestos o ritos que incitan nuestra sensibilidad. Así se despiertan en nosotros una serie de movimientos que desencadenan conductas posteriores. La tradición católica ha denominado a estas pulsiones sensibles con el término “pasiones”. El Catecismo de la Iglesia Católica le dedica un buen párrafo a describirlas y a ubicarlas en el contexto de la vida moral. Veamos algunas de las enseñanzas de la Iglesia al respecto.
"Los sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo.
Las pasiones son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar de paso y aseguran el vínculo entre la vida sensible y la vida del espíritu. Nuestro Señor señala al corazón del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones (cf Mc 7, 21).
Las pasiones son numerosas. La más fundamental es el amor que la atracción del bien despierta. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien poseído. La aprehensión del mal causa el odio, la aversión y el temor ante el mal que puede sobrevenir. Este movimiento culmina en la tristeza a causa del mal presente o en la ira que se opone a él." (1763-1765)
Las pasiones son naturales y no son ni buenas ni malas (CIC 1767). La voluntad lo que hace es ordenar la fuerza de las pasiones para conseguir algo bueno: de ahí vendrá, entonces, su calificación moral.
Ignorar las pasiones, o reprimirlas, significa desconocer que nuestra vida humana es la de una persona encarnada en un cuerpo sensible. Y la corporalidad, creada por Dios, es un bien para cada uno de nosotros.
Pero, en el contexto que estamos tratando el tema, no debemos confundirnos y pensar que las pasiones (sensibilidad) desatadas son signos de una experiencia de lo divino. Si lo hacemos, corremos el riesgo de tener una visión sesgada de la Divinidad y del encuentro con Él que podemos llegar a tener.
Pero tampoco debemos separar demasiado lo que pasa en nuestra vida sensible y la vida espiritual. El Catecismo es claro al respecto:
"En la vida cristiana, el Espíritu Santo realiza su obra movilizando todo el ser incluidos sus dolores, temores y tristezas, como aparece en la agonía y la pasión del Señor. Cuando se vive en Cristo, los sentimientos humanos pueden alcanzar su consumación en la caridad y la bienaventuranza divina." (1769)
Desde aquí podemos llegar a afirmar que los entusiasmos pasionales de los retiros no son propiamente una acción o experiencia divina. Pero, a la vez, es bueno recordar que el Espíritu Santo puede aprovecharlos para que crezcamos en el amor divino. También, cuando Dios nos “invade” la sensibilidad lo percibe y reacciona como puede… es decir… ¡pasionalmente!
El Entusiasmo con mayúsculas
Ahora tocamos otra realidad totalmente distinta. Es la invasión de lo divino que llega a la parte del ser humana apta para entrar en contacto con Él. Es lo que los autores espirituales denominan “fondo del alma” o “sustancia del alma”. Quedémonos, simplemente, con el término alma.
Entusiasmo, en la palabra griega, significa “con Dios adentro”. ¿Es posible esto? Partamos, simplemente, de este texto de San Pablo:
"¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos." (1 Cor 6,19-20)
¿Más claro? Entonces esta:
"Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el Espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios: ¡Abba!, es decir, ¡Padre!" (Rom 8,9.11.14-15)
Lo que podría algunos decir que es un invento de San Pablo es, en realidad, el cumplimiento de la promesa de Jesús:
"El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él." (Jn 14,23)
Así que lo que hemos experimentado muchas veces en un retiro (o similares) no es solamente una acción pasional sensible o psicológica. Puede ser también una invasión de lo divino: algunos le dicen experiencia de Dios, otros efusión del Espíritu. Yo, aquí, he querido decirle “Entusiasmo con mayúsculas”.
Tips para distinguir el entusiasmo del Entusiasmo
Creo que hay varias cosas a las cuales debemos prestarle atención. Enumero y dejo puntas para la reflexión. Y la hacemos con un jueguito de palabras (recuerden que no es lo mismo en minúsculas que en mayúsculas).
1.- Distinguir entusiasmo de Entusiasmo
Es lo que hemos hecho en la primera parte del artículo. Debemos saber que hay un entusiasmo natural producto de las pasiones humanas y un Entusiasmo sobrenatural producto de la visita divina que nos habita. Es difícil distinguir a simple vista entre estos dos entusiasmos: por eso es muy importante el acompañante espiritual.
2.- Puede haber Entusiasmo sin entusiasmo
Hay gente que sale de un retiro (o similar) con mucha tranquilidad en el corazón pero sin haber experimentado nada “raro” ni “extraordinario”. Los necios confunden el paso de Dios con el entusiasmo. Los sabios saben que Dios puede invadirlo sin que lo notemos sensiblemente. Y… ¿Cómo nos damos cuenta de que el Espíritu nos ha habitado? Por los frutos que vemos en nuestra vida cotidiana: "el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia." (Gal 5,22-23)
3.- Buscar el Entusiasmo y no el entusiasmo
Una tentación del mundo de hoy es buscar la armonía interior. Pero es una búsqueda que se centra en los propios intereses: yo soy el centro de toda la realidad y todo debe girar en torno a lo que a mi me satisface. Así, a la larga, terminamos frustrados. Por eso debemos salir de nosotros mismos para buscar al Dios Vivo, su presencia, su Voluntad, su Vida: ese debe ser el motivo de nuestro caminar y lo que, a la larga, nos da la verdadera felicidad, la armonía interior plena.
4.- El entusiasmo pasa pero el Entusiasmo perdura
Todo lo que tiene que ver con los sentimientos o pulsiones psicológicas son como una cocina que funciona a gas: prendo la hornalla y arde… la apago y se enfría enseguida todo. Las cocinas a leñas (que ya no usamos, salvo alguna de nuestras abuelas) tardaban en calentarse pero, una vez que se les quitaba el fuego… tardaban en apagar el calor que habían recibido. Así es el Entusiasmo con mayúsculas: a pesar de que pase el tiempo, sigue presente y actuando en nuestro corazón y nuestra vida. Y si le ponemos leña de vez en cuando (oración) sigue dándonos un calor constante.
5.- Agradecer el entusiasmo
Vimos que el Espíritu Santo se puede valer del entusiasmo para despertar en nosotros la vida de lo divino o para ayudarnos en la conversión. Por eso, si salimos entusiasmados de un retiro (o similar) debemos ser agradecidos con estos pequeños regalitos que el Señor nos ha hecho. Aunque no debemos perder nunca de vista que son regalos pasajeros, que se van con el tiempo: y eso no quiere decir que perdamos la fe (al contrario… cuando crecemos menos entusiasmos hay en los retiros).
6.- Cultivar el Entusiasmo
Dios siempre está. Nosotros hemos "sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido" (Ef 1,13) y "si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo" (2 Tim 2,13). Pero la presencia del Señor se puede adormecer en nuestra vida. O, peor, la podemos matar con nuestras malas obras. Por eso debemos cultivar el Entusiasmo con la oración cotidiana, la frecuencia de los sacramentos y la vida de acuerdo a los 10 mandamientos.
Me parece muy interesante para no caer en la "adicción de entusiasmo" y buscar el verdadero Entusiasmo
Totalmente de acuerdo. Hay gente que piensa que la "efectividad" de un retiro tiene que ver simplemente con el entusiasmo con minúsculas. Y se va desanimado sino lo logra.
Claro, que si el Señor te quiere regalar un entusiasmo... ¿porqué desdeñarlo?
realmente el retiro si uno abre su corazon y deja que Dios actue en nosotros, el Entusiasmo perdura, por supuesto que debemos acompañar con nuestra vida dispuesta y entrega y crecimiento. en lo personal
cambio el rumbo de mi vida.