La fe mueve montañas, nos diría Jesús. La fe, también, mueve multitudes a caminar. Como dice el lema muy viejito: “De tu mano, Madre, hasta la puesta del sol” (¿fue de la novena o de la décima? Que algún memorioso me ayude).
Este año la cita fue el mismo día (vísperas del día de la madre) en el mismo lugar (la ermita de Hasenkamp) y con el mismo entusiasmo de siempre. Les comparto solamente algunas fotos, pero si hacen click en alguna de ellas se les abrirá el álbum que cada una tiene en el Facebook.
La partida
Los preparativos son dobles. Por un lado, la ilusión del peregrino-caminante que va descontando los días. Pero también el trabajo silencioso del peregrino-servidor que está atento a todos los pequeños detalles. Por eso el momento de la partida es un conjunto de un “no sé qué” que expresa el misterioso sentir de un corazón que busca lo grande… sabiendo de antemano que el esfuerzo que hará lo amerita.
La partida, para los que la pueden vivir, siempre es muy emotiva. Gracias a este video del Arzobispado, con la indudable calidad que le da Ema Varrone, nos muestra el momento:
Los “servidores invisibles”
Pero hay otra gente que no ve la salida. Porque ya está en la primera parada, preparando todo para la llegada de los peregrinos. Son los servidores parroquiales. Hace tres años que los acompaño. Es una tarea que llena de gozo el alma. Esta foto es una muestra (si hacen click sobre ella entran al álbum completo).
Si tienen ganas de ver fotos de los peregrinos en la ruta, la segunda pertenece a Diego Salcedo (haciendo click sobre ella val al álbum completo).
El corte brusco
La peregrinación llega hasta dónde Dios quiere que llegue. Este año llegamos solamente hasta Cerrito. Este testimonio de Carito David (que me autorizó a tomar prestado de su Face) explica muy bien el sentir de ese momento:
Acto de AMOR, FE y RESPETO...
Hace 16 años soy servidora y me ha pasado mucho en la Peregrinación desde emocionarme por tantas cosas lindas, las sirenas, las lagrimas de la gente, conocer sus historias, tener la posibilidad de ayudar y que eso te llene el alma, las antorchas a la salida de Cerrito, tirarte a dormitar unos minutos a la sombra de un árbol, los vecinos de Paraná que te reciben con aplausos y finalmente llegar a la Loma, hasta pensar solo en el dolor porque no podía más físicamente pero el corazón no me dejó renunciar.
Me encanta que la gente venga a mi pueblo y comparta esta hermosa manifestación y que se anime a caminar tantos Km solamente para regalarle un día completo íntegro a nuestra Mater.
Lejos estoy de ponerme mal o entristecerme por qué se haya suspendido, los que alguna vez han compartido el momento en que la imagen sale de la Ermita o esa “cuenta regresiva” para que empiecen a caminar quienes llevan la cruz entienden perfectamente que así sea por unas horas vale la pena estar.
Menos me enojan los comentarios de la gente que no tiene idea de lo que significa peregrinar, diciendo que si de verdad fuésemos creyentes hubiésemos seguido caminando porque seguramente no nos iba a pasar nada.
Pero si me motiva a contestarles que, primero la peregrinación es un acto de AMOR, por lo que se hace desde el corazón no estamos pensando si a los demás les gusta o no, nos entregamos por entero a nuestra mamá del cielo; segundo es un acto de FE como todo ser humano creemos y nos aferramos manteniendo siempre la esperanza de que las cosas aún por malas que parezcan pueden cambiar y muchos años se ha demostrado, con el tiempo amenazante hemos podido llegar con lluvia, viento o calor hacia la Loma y tercero es un acto de RESPETO, de todos y para todos porque jamás se pondría en riesgo la vida de miles de personas porque sí, ya que en este caso se determinó fehacientemente que el clima no nos iba a acompañar desde Cerrito en adelante.
Invito a quienes no han sido parte, vívanlo, les aseguro que es una experiencia maravillosa.
Desde el corazón un Gracias inmenso a la comunidad de Cerrito que nos abrió las puertas del club para refugiarnos hasta que paso la lluvia.
Peregrinar a veces también significa aceptar.
Gracias Mater por no abandonarnos jamás.
“…Aunque este viaje es distinto, no hay más que un solo camino, llegar a vos.”
Nos vemos el año que viene
Si. Llegamos a casa mojados, pero contentos. Y ahora… a reponer fuerzas porque el año que viene se vendrá nuevamente el desafío, para todos.
Es, en verdad, una locura hacer esta peregrinación. Pero… son los “locos” los que viven en intensidad y con sabor de infinito cada día. Por eso cada año se renueva la esperanza. Volveremos por el segundo atardecer, Madrecita.