Todo termina. El tiempo, inexorable, hace su trabajo. Todo comenzó con la esperanza de los tallos nuevos, de los primeros pimpollos. Y la plenitud llegó con la multiplicidad de los colores que nos impregnaron la vida. Pero... llega el momento de la interrupción, la despedida del ciclo vital. Y aquí está: esta es la última rosa del jardín de la parroquia:
Caerán sus pétalos. Terminarán de derrumbarse sus hojas. La tijera implacable de Dora podará todas las ramas. Y la sabia interna se reconcentrará: parecerá sin vida, pero en su interior anida la promesa... Y volveremos en la temprana primavera a descubrir los primeros tallos... Y las flores seguirán alegrándonos en una nueva temporada.
No es la última flor. Es apenas el primer suspiro de las que se están viniendo. No es tanto cerrar un ciclo como inaugurar uno nuevo. Aunque parezca, a los ojos desprevenidos, que todo está terminando... todo está comenzando.
Como la Iglesia, que es podada de sus ramas inútiles solamente para permitir que la nueva vida, la única Vida Divina, llegue a plenitud.
Padre el segundo párrafo que bueno!!! Se humedecieron mis ojos. Aún puedo dar con alegría en esta nueva etapa de mi vida es lo que ruego al Señor y sobre todo servicio. Además las rosas amarillas y te son mi preferidas.Bendiciones a Ud.