Este año hicimos en la Parroquia el Oficio de Tinieblas. ¿De qué se trata? Se los comento y les pongo varias fotos de la ceremonia en mi parroquia. Pero antes les hago algo de historia personal.
El año pasado me enteré de que existían los "tenebrarios" que servían pra celebrar el "Oficio de Tinieblas". Costumbre que se había perdido en la reforma previa al Concilio. Me pareció interesante hacerlo como algo de devoción popular el Viernes Santo. Lo propuse a la comunidad en el Consejo Pastoral Parroquial y les gustó la idea.
Los jóvenes de la Acción Católica se propusieron participar del mismo en la conducción de la ceremonia. También averiguaron y descubrieron que había dos tenebrarios bien guardados en el museo de nuestra Catedral. Hablé con el párroco y me los mostró... pero solo eran dos candelabros grandes, de once velas cada uno. Así que no los usamos por que los tenebrarios tienen 15 velas.
Una persona se puso en campaña para conseguir algún herrero de la zona que construyera el tenebrario... pero todos estaban tapados de trabajo y no podían hacerlo. Así que desistimos de tenerlo para este año y decidimos simplemente poner sobre el altar, durante la ceremonia de la Adoración de la Cruz, las quince velas.
Las hicimos entrar luego de que ingrasara la Virgen de los dolores para el saludo que se le hace durante la ceremonia. Así que quedó sobre el altar el crucifijo, la Dolorosa y las velas durante el resto de la tarde.
La gente que hacía la visita de las siete Iglesias se acercaba a rezar al Cristo iluminado.
De mi parte, les pedí a mis amigas del Monasterio Benedictino Nuestra Señora del Paraná indicaciones para hacer la ceremonia. Allí me dijeron que como eso se dejó de hacer hace más de 50 años, no me podían dar ningún material. Pero la Madre me aconsejó de que hicieramos la Vigilia de Maitines y me pasó la estructura. Como tenía un poco más de oraciones decidimos poner 17 velas sobre el altar: 16 rojas y una blanca.
Por la noche, con el templo a oscuras, fuimnos rezando las distintas oraciones. Terminada cada una apagábamos una vela.
Les dejo el material que usamos, por si a alguien le interesa usarlo alguna vez.
Oficio de tinieblas
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Queridos hermanos, acompañemos con la alabanza de los salmos y la lectura de los profetas la muerte gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo.
Salmo 2
¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran contra el Señor
y contra su Ungido:
"Rompamos sus ataduras, librémonos de su yugo".
El que reina en el cielo se sonríe;
el Señor se burla de ellos.
Luego los increpa airadamente
y los aterra con su furor:
"Yo mismo establecí a mi Rey en Sión,
mi santa Montaña".
Voy a proclamar el decreto del Señor:
El me ha dicho:
"Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy
Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra.
Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla"
Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra.
Sirvan al Señor con temor;
temblando, ríndanle homenaje,
no sea que se irrite y vayan a la ruina,
porque su enojo se enciende en un instante.
¡Felices los que se refugian en él!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(se apaga en silencio una vela)
Salmo 22
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?
Te invoco de día, y no respondes,
de noche, y no encuentro descanso;
y sin embargo, tú eres el Santo,
que reinas entre las alabanzas de Israel.
En ti confiaron nuestros padres:
confiaron, y tú los libraste;
clamaron a ti y fueron salvados,
confiaron en ti y no quedaron defraudados.
Pero yo soy un gusano, no un hombre;
la gente me escarnece y el pueblo me desprecia;
los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
"Confió en el Señor, que él lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto".
Tú, Señor, me sacaste del seno materno,
me confiaste al regazo de mi madre;
a ti fui entregado desde mi nacimiento,
desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, porque acecha el peligro
y no hay nadie para socorrerme.
Me rodea una manada de novillos,
me acorralan toros de Basán;
abren sus fauces contra mí
como leones rapaces y rugientes.
Soy como agua que se derrama
y todos mis huesos están dislocados;
mi corazón se ha vuelto como cera
y se derrite en mi interior;
mi garganta está seca como una teja
y la lengua se me pega al paladar.
Me rodea una jauría de perros,
me asalta una banda de malhechores;
taladran mis manos y mis pies
y me hunden en el polvo de la muerte.
Yo puedo contar todos mis huesos;
ellos me miran con aire de triunfo,
se reparten entre sí mi ropa
y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme
Libra mi cuello de la espada
y mi vida de las garras del perro.
Sálvame de la boca del león,
salva a este pobre de los toros salvajes.
Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(se apaga en silencio una vela)
Salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.
Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.
Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor.
¡Escucha, Señor,
yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
Mi corazón sabe que dijiste:
"Busquen mi rostro".
Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.
Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de las Lamentaciones (1,1-9)
¡Cómo está solitaria la ciudad populosa! Se ha quedado como una viuda la grande entre las naciones; la princesa entre las provincias tiene que pagar tributo. Pasa la noche llorando, las lágrimas corren por sus mejillas. No hay nadie que la consuele entre todos los que la amaban: todos sus amigos la han traicionado, se han convertido en enemigos. Judá está desterrada, en la miseria y en la más dura esclavitud. Ella habita entre las naciones, sin encontrar un descanso. Todos sus perseguidores la alcanzaron en angostos desfiladeros.
Los caminos de Sión están de duelo, porque nadie acude a las fiestas. Todas sus puertas están desoladas, gimen sus sacerdotes, sus vírgenes están afligidas, ¡y qué amargura hay en ella!
Sus adversarios han prevalecido, sus enemigos están tranquilos, porque el Señor la ha llenado de aflicción por sus muchas rebeldías. Sus niños han partido al cautiverio delante del adversario. La hija de Sión ha perdido todo su esplendor. Sus príncipes parecían ciervos que no encuentran donde pastar: iban caminando sin fuerzas delante del perseguidor.
Jerusalén recuerda sus días de miseria y de vida errante, cuando cayó su pueblo en poder del adversario, sin que nadie la socorriera. Sus adversarios la miraban y se reían de su ruina. Jerusalén ha pecado gravemente y se ha convertido en algo inmundo. Los que la honraban la consideran despreciable, porque han visto su desnudez; también ella gime y se vuelve hacia atrás. ¡Hasta en sus vestidos aparece su impureza! ¡Ella no pensó en el futuro, y cayó de manera portentosa, sin que nadie la consolara! "¡Mira, Señor, mi opresión porque triunfa el enemigo!".
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de las Lamentaciones (1,10-14)
El adversario extendió su mano hacia todos sus tesoros. ¡Sí, ella ha visto a los paganos entrar en su Santuario, aunque tú mismo habías prohibido que entraran en tu asamblea! Todo su pueblo va gimiendo en busca de pan; dan sus tesoros a cambio de alimento para recobrar sus fuerzas. "¡Mira, Señor, y fíjate cómo estoy envilecida!".
¡Todos ustedes, los que pasan por el camino, fíjense bien y miren si hay un dolor comparable al mío: a este dolor que me atormenta, porque el Señor ha querido afligirme en el día de su furor! El envió un fuego desde lo alto, lo hizo bajar hasta mis huesos. Tendió una red a mis pies, me hizo retroceder. Me convirtió en una desolación, estoy siempre dolorida.
El ha vigilado mis rebeldías, ellas se entrelazan en su mano. Su yugo está sobre mi cuello, hace flaquear mi fuerza. El Señor me ha puesto en unas manos a las que no puedo resistir.
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de las Lamentaciones (3,1-21)
Yo soy el hombre que ha soportado la miseria bajo la vara de su furor. El me condujo y me hizo caminar por las tinieblas, y no por la luz. Sólo contra mí, una y otra vez, vuelve su mano todo el día.
El marchitó mi carne y mi piel, quebró todos mis huesos. Edificó contra mí un cerco de veneno y fatiga. Me confinó en las tinieblas, como a los que murieron hace mucho tiempo.
Me tiene cercado y no puedo salir, hizo pesada mi cadena. Por más que grite y pida auxilio, cierra el paso a mi plegaria. Cercó mis caminos con piedras talladas, entorpeció mis senderos.
Fue para mí un oso en acecho, un león agazapado. Me apartó del camino y me desgarró, me dejó desolado. Apuntó con su arco e hizo de mí el blanco de su flecha. Me clavó en los riñones las flechas de su aljaba. Fui la irrisión de mi pueblo, el motivo constante de sus cantos burlones. El me sació de amargura, me abrevó con ajenjo.
Partió mis dientes con un guijarro, me revolcó en la ceniza. Ya no hay paz para mi alma, me olvidé de la felicidad. Por eso dije: "Se ha agotado mi fuerza y la esperanza que me venía del Señor".
Recordar mi opresión y mi vida errante es ajenjo y veneno. Mi alma no hace más que recordar y se hunde dentro de mí; pero me pongo a pensar en algo y esto me llena de esperanza.
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de las Lamentaciones (3,22-30)
La misericordia del Señor no se extingue ni se agota su compasión; ellas se renuevan cada mañana, ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi parte, dice mi alma, por eso espero en él.
El Señor es bondadoso con los que esperan en él, con aquellos que lo buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación que viene del Señor. Es bueno para el hombre cargar con el yugo desde su juventud.
Que permanezca solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone. Que ponga su boca sobre el polvo: ¡tal vez haya esperanza! Que ofrezca su mejilla al que lo golpea y se sacie de oprobios.
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de las Lamentaciones (3,40-51)
¡Examinemos a fondo nuestra conducta y volvamos al Señor! Levantemos en nuestras manos el corazón hacia el Dios del cielo. Hemos sido infieles y rebeldes; ¡tú no has perdonado!
Te has cubierto de indignación y nos has perseguido, ¡has matado sin piedad! Te has cubierto con una nube para que no pase la plegaria. Nos has convertido en basura y desecho en medio de los pueblos.
Abren sus fauces contra nosotros todos nuestros enemigos. Nos asaltan el terror y la fosa, la ruina y el desastre. Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, por el desastre de la hija de mi pueblo.
Mis ojos lloran sin descanso, no hay un alivio, hasta que el Señor vuelva su mirada y observe desde el cielo. Mis ojos me hacen sufrir al ver las hijas de mi ciudad.
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de las Lamentaciones (5,1-22)
¡Recuerda Señor, lo que nos ha sucedido, mira y contempla nuestro oprobio!
Nuestra herencia pasó a manos de extranjeros, nuestras casas, a manos de extraños.
Estamos huérfanos, sin padre, nuestras madres son como viudas.
Tenemos que pagar el agua que bebemos, la leña nos cuesta dinero.
Somos empujados con el yugo al cuello, estamos fatigados, no nos dan respiro.
Tendemos las manos hacia Egipto, hacia Asiria, para saciarnos de pan.
Nuestros padres pecaron, y ya no existen: nosotros cargamos con sus culpas.
Estamos dominados por esclavos y nadie nos arranca de sus manos.
Arriesgamos la vida para conseguir nuestro pan, afrontando la espada del desierto.
Nuestra piel quema como un horno, por los ardores del hambre.
Han violado a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá.
Los príncipes fueron colgados de las manos, no se respetó la dignidad de los ancianos.
Los jóvenes arrastraron la piedra de moler, los niños se doblaron bajo el peso de la leña.
Los ancianos ya no acuden a la puerta de la ciudad, los jóvenes ya no tocan sus cítaras.
Cesó la alegría de nuestro corazón, nuestra danza se ha cambiado en luto.
Se ha caído la corona de nuestras cabezas: ¡ay de nosotros, porque hemos pecado!
Por esto nuestro corazón está dolorido, por esto se nublan nuestros ojos: porque el monte Sión está desolado y los zorros se pasean por él.
Pero tú, Señor, reinas para siempre, tu trono permanece eternamente.
¿Por qué nos tendrás siempre olvidados y nos abandonarás toda la vida?
¡Vuélvenos hacia ti, Señor, y volveremos: renueva nuestros días como en los tiempos pasados!
¿O es que nos has desechado completamente y te has irritado con nosotros sin medida?
(se apaga en silencio una vela)
Salmo 26
Señor, no me reprendas por tu enojo
ni me castigues por tu indignación.
Porque me han traspasado tus flechas
y tu brazo se descargó sobre mí:
no hay parte sana en mi carne,
a causa de tu furor.
No hay nada intacto en mis huesos,
a causa de mis pecados;
me siento ahogado por mis culpas:
son como un peso que supera mis fuerzas.
Mis heridas hieden y supuran,
a causa de mi insensatez;
estoy agobiado, decaído hasta el extremo,
y ando triste todo el día.
Siento un ardor en mis entrañas,
y no hay parte sana en mi carne;
estoy agotado, deshecho totalmente,
y rujo con más fuerza que un león.
Tú, Señor, conoces todos mis deseos,
y no se te ocultan mis gemidos:
mi corazón palpita,
se me acaban las fuerzas
y me falta hasta la luz de mis ojos.
Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas,
mis parientes se mantienen a distancia;
los que atentan contra mí me tienden lazos,
y los que buscan mi ruina
me amenazan de muerte;
todo el día proyectan engaños.
Pero yo, como un sordo, no escucho;
como un mudo, no abro la boca:
me parezco a uno que no oye
y no tiene nada que replicar.
Yo espero en ti, Señor:
tú me responderás, Señor, Dios mío.
Sólo te pido que no se rían de mí,
ni se aprovechen cuando tropiecen mis pies.
Porque estoy a punto de caer
y el dolor no se aparta de mí:
sí, yo confieso mi culpa
y estoy lleno de pesar por mi pecado.
Mi enemigos mortales son fuertes;
y son muchos los que me odian sin motivo,
los que me retribuyen con maldades
y me atacan porque busco el bien.
Pero tú, Señor, no me abandones,
Dios mío, no te quedes lejos de mí;
¡apresúrate a venir en mi ayuda,
mi Señor, mi salvador!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(se apaga en silencio una vela)
Salmo 39
Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
Me sacó de la fosa infernal,
del barro cenagoso;
afianzó mis pies sobre la roca
y afirmó mis pasos.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al ver esto, temerán
y confiarán en el Señor.
¡Feliz el que pone en el Señor
toda su confianza, y no se vuelve hacia los rebeldes
que se extravían tras la mentira!
¡Cuántas maravillas has realizado,
Señor, Dios mío!
Por tus designios en favor nuestro,
nadie se te puede comparar.
Quisiera anunciarlos y proclamarlos,
pero son innumerables.
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: "Aquí estoy.
En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo. Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón".
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor.
No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea
tu amor y tu fidelidad.
Y tú, Señor,
no te niegues a tener compasión de mí;
que tu amor y tu fidelidad
me protejan sin cesar.
Porque estoy rodeado de tantos males,
que es imposible contarlos.
Las culpas me tienen atrapado
y ya no alcanzo a ver:
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me faltan las fuerzas.
Líbrame, Señor, por favor; Señor,
ven pronto a socorrerme.
Que se avergüencen y sean humillados
los que quieren acabar con mi vida.
Que retrocedan confundidos
los que desean mi ruina;
queden pasmados de vergüenza
los que se ríen de mí.
Que se alegren y se regocijen en ti
todos los que te buscan
y digan siempre los que desean tu victoria;
"¡Qué grande es el Señor!"
Yo soy pobre y miserable,
pero el Señor piensa en mí;
tú eres mi ayuda y mi libertador,
¡no tardes, Dios mío!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(se apaga en silencio una vela)
Salmo 53
Dios mío, sálvame por tu Nombre,
defiéndeme con tu poder,
Dios mío, escucha mi súplica,
presta atención a las palabras de mi boca.
Porque gente soberbia se ha alzado contra mí,
hombres violentos atentan contra mi vida,
sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi ayuda,
el Señor es mi verdadero sostén:
que el mal recaiga sobre mis adversarios,
¡destrúyelos, Señor, por tu felicidad!
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
daré gracias a tu Nombre, porque es bueno,
porque me has librado de todos mis adversarios
y he visto la derrota de mis enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(se apaga en silencio una vela)
De las Catequesis de san Juan Crisóstomo, obispo que vivió a fines de los años 300, sobre EL VALOR DE LA SANGRE DE CRISTO
¿Deseas conocer el valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que la profetizaron y recordemos los antiguos relatos de Egipto.
Inmolen -dice Moisés- un cordero de un año; tomen su sangre y rocíen las dos vigas y el dintel de la casa. «¿Qué dices, Moisés? La sangre de un cordero irracional ¿puede salvar a los hombres dotados de razón?» «Sin duda -responde Moisés-: no porque se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la sangre del Señor.»
Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica, ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.
¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, uno de los soldados se acercó con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía. El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada. Esto fue lo que ocurrió con el cordero: los judíos sacrificaron el cordero, y yo recibo el fruto del sacrificio.
Del costado salió sangre y agua. No quiero, amado oyente, que pases con indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte aún otra interpretación mística. He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado, ambos, del costado. Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva.
Por esta misma razón, afirma san Pablo: Somos miembros de su cuerpo, formados de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo. Pues del mismo modo que Dios formó a la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio el agua y la sangre salidas de su costado, para edificar la Iglesia. Y de la misma manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía, así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
Miren de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, consideren con qué alimento la nutre. Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos. De la misma manera que la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a alimentar con su propia sangre y con su leche a aquel a quien ha dado a luz, así también Cristo alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes él mismo ha hecho renacer.
Del libro de Isaías
Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios.
Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?
Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña; Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen, lluvia sobre ella.
Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡El esperó de ellos equidad. y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia!
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de Jeremías
Tú les dirás esta palabra: Que mis ojos se deshagan en lágrimas, día y noche, sin cesar, porque la virgen hija de mi pueblo ha sufrido un gran quebranto, una llaga incurable. Si salgo al campo abierto, veo las víctimas de la espada; si entro en la ciudad, veo los sufrimientos del hambre. Sí, hasta el profeta y el sacerdote recorren el país y no logran comprender.
¿Has rechazado del todo a Judá? ¿Estás disgustado con Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se esperaba la paz, ¡y no hay nada bueno...! el tiempo de la curación, ¡y sobrevino el espanto! Reconocemos, Señor, nuestra maldad, la iniquidad de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.
A causa de tu Nombre, no desprecie, no envilezcas el trono de tu Gloria: ¡acuérdate, no rompas tu Alianza con nosotros!
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de Ezequiel
Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que signa mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.
Ustedes habitarán en la tierra que yo ha dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
(se apaga en silencio una vela)
Del libro de Jonás
"Desde mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió; desde el seno del Abismo, pedí auxilio, y tú escuchaste mi voz.
Tú me arrojaste a lo más profundo, al medio del mar: la corriente me envolvía, ¡todos tus torrentes y tus olas pasaron sobre mí! Entonces dije: He sido arrojado lejos de tus ojos, pero yo seguiré mirando hacia tu santo Templo.
Las aguas me rodeaban hasta la garganta y el Abismo me cercaba; las algas se enredaban en mi cabeza. Yo bajé hasta las raíces de las montañas: sobre mí se cerraron para siempre los cerrojos de la tierra; pero tú me hiciste subir vivo de la Fosa, Señor, Dios mío.
Cuando mi alma desfallecía, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo. Los que veneran ídolos vanos abandonan su fidelidad, pero yo, en acción de gracias, te ofreceré sacrificios y cumpliré mis votos: ¡La salvación viene del Señor!".
(se apaga en silencio una vela)
Del Evangelio según San Mateo
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar. Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa "lugar del Cráneo", le dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo.
Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: "Este es Jesús, el rey de los judíos".
Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: "Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!".
De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo: "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios".
También lo insultaban los ladrones crucificados con él.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: "Elí, Elí, lemá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías". En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros le decían: "Espera, veamos si Elías viene a salvarlo".
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.
El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: "¡Verdaderamente, este era el Hijo de Dios!".
Oremos:
Mira, Señor, con bondad a tu familia santa,
por la cual Jesucristo nuestro Señor
aceptó el tormento de la cruz,
entregándose a sus propios enemigos.
Por nuestro Señor Jesucristo,
Tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
(se apaga en silencio la última vela y todos se retiran en silencio)
Pero... todo esto sigue
Al final, el Templo quedó todo a oscuras. Y le dio más sentido (para mí gusto espiritual) a la ceremonia con la cual comenzamos la Vigilia Pascual:
Sí. Porque las tinieblas del mundo y del templo se rompen sólo con la presencia del Resucitado.
¿Qué les parece?
Padre FELICES PASACUAS DE RESURRECCIÓN lo felicito !! muy linda la idea y muy bueno el material. Mucha suerte y Dios lo proteja siempre. Rosa Cristina Lubo Viduzzi
Me encanto eso de recuperar la tradición popular. Increiblemente a la gente siempre le gusta algo nuevo aunque no entienda mucho.
Pero te cuento que algunos sin leer y viendo esa cruz con esos rayos que no se distinguen bien en la foto de face y la cantidad de velas , están asustados porque este padre puso al gauchito gil en el altar. Bueno hay para todos los gustos no??????
Padre Felicidades y gracias por su artículo, soy socióloga y me especialidad en sociología religiosa, y después de investigaciones acerca de religiosidad popular, creo firmemente que ayuda mucho a la mayor parte de las personas, está práctica de religiosidad popular la han ido eliminando y no lo creo conveniente, ha disminuido el fervor, si bien Es cierto que otras personas han profundizado sus conocimientos, en fin hay mucho de que hablar, algún día lo haremos. Me gustó la idea de que esta ceremonia nos conduce en forma fluida a la vigilia Pascual (claro queda larguita la ceremonia, aquí en la Iglesia a la que voy la vigilia Pascual dura 3 horas).nuevamente Felicidades y gracias.
Es bueno rescatar estas formas antiguas de orar que se perdieron por el tiempo, o porque las ceremonias largas no son muy populares, este afan de ganar adeptos a como sea (propio de las sectas) haciendo las ceremonias "entretenidas" para el público sin pensar que nuestra presencia y oración es para unirnos al altisimo y no para divertirnos, hace que muchas veces ceremonias como esta no se hagan en la mayoría de parroqias, mis respetos a Ud y a sus fieles. Hay gente que quiere y necesita de expresar su religiosidad así. Como decía el profeta porque su voz y su presencia queman por dentro. Dios lo bendiga
Que interesante para rezar. Me gusto la idea
Acompañar a Jesús en su momento más terrible, donde se siente abandonado del Padre en ese instante de entrega total para nuestro bien; esto debiéramos profundizar lo cada uno de nosotros para aceptar la propia existencia y esperar en ofrecernos como "hostia pura"; porque ahora es nuestro turno.
Gracias P. Fabian por compartir esta experiencia mística.
que lindo!!!! me recuerda los oficios de mi pais son bastante parecidos, que DIOs lo bendiga padre FABIAN.
Gracias querido padre por sus aportes, nos ayuda mucho para poder hacerlo en nuestro grupo de oracion. Dios lo bendiga.