En la nueva parroquia hay dos escuelas primarias, dos secundarias y una nocturna. Las primarias tienen doble turno. Con todo esto, una de mis actividades que más tiempo me consumirá será la atención pastoral y espiritual de los niños, adolescentes y educadores.

Ayer por la mañana fui a la escuela que está en una de las capillas. Luego de escuchar las palabras alusivas al “feriado” de hoy, saludé a los chicos. Charlamos un rato con el equipo directivo y, ya que estaba, aproveché para darme una vueltita por el colegio secundario. Conversamos más de una hora con los profesores y el equipo directivo.

Cuando salí para dirigirme a la parroquia, la primaria terminaba sus actividades. En medio de un mundo de padres que buscan a sus hijos y alumnos que se van a sus casas, fui al auto que estaba estacionado cerca de la puerta de ingreso a la institución. Con el cuidado de no pisar a ningún “enano” corretón, me encontré con dos marcianos que me miraban con simpatía desde su escafandra espacial. Mirando un poco mejor, descubrí que eran dos hermanitos (un “el” mayor y una “ella” menor) con cascos para andar en moto. Su madre los esperaba junto al vehículo. La miré sonriendo y, al ver que ella también se ponía el casco, la felicité porque todos los usaban. Entonces ella me responde: “¡Es lo que corresponde!”.

Mientras esperaba, ya en el auto, a que se descongestionara la salida antes de ponerme en marcha, conté nueve motos de padres que buscaban a sus hijos. De todos ellos, salvando el caso de la mamá ya citada, ningún conductor llevaba casco. Un solo niño lo tenía, se notaba que era el del papá que se lo había prestado. Cuando pude marchar, hice la media cuadra hasta el semáforo que con su rojo me dijo ¡detente!. Yo me detuve, pero una de las motos que había salido desde la escuela y que venía detrás mío no se detuvo… es decir… cruzó en rojo.

Entonces me acordé de nuevo la respuesta de la mamá: “¡Es lo que corresponde!”. En ese momento me di cuenta de que le había hecho una broma porque estaba obrando bien. Es que su actitud era “sorpresiva” frente a lo que hacía el común de los padres que, por seguridad, habían ido a retirar a sus hijos.

Por la noche, en la reunión con los dirigentes del ara joven diocesana de la Acción Católica, le comenté el hecho. Nuestra reflexión se derivó en constatar como la honestidad y la preocupación por la vivencia de la justicia y la construcción del bien común se han transformado en conductas “raras” que llaman la atención. Y dimos una serie de ejemplos de transgresiones, en algunos de los cuales nosotros también éramos protagonistas.

Hacer el bien “¡Es lo que corresponde!” siempre y en todo lugar, nos habría dicho la mamá responsable…

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4 Comments

  1. Padre: Muy bueno su sitio... muy buena historia y reflexión final!

  2. Es lo complicado del tiempo actual.
    Si el propio bien o el de los hijos (ponerse el casco) no se cuida ni se plantea ¿Cómo va el hombre a preocuparse por el bien ajeno?
    Cristo dice "amarás al prójimo como a ti mismo" ¿y si no nos amamos a nosotros? "ustedes que son malos saben darle cosas buenas a sus hijos" ¿y si ya ni eso sabemos?.
    Todo muy triste y para que lo meditemos en estas cuaresma.
    Respetos.
    Natalio

  3. Si, y despues lloran ante las cámaras de Crónica TV y piden ¡JUSTICIA; JUSTICIA!!! para menganito. Algo distinto pero que refleja la misma desaprensión es la de los padres que tiene hijos de quince años o menos, perdidos en la noche sin saber donde o con quien estan... Lo sé porque al ir a buscar a una sobrina ( a la que sus padres siempre van a buscar) tuve que llevar cuatro chicas con mini y top (bastantes escasos) que no sabían bien como o con quien volverse (seis de la mañana en la "jungla" de Capital Federal) Besos

  4. Graciela Isabel Gigena dice:

    Hermosa tarea la de educar a los niños. Aunque deberia de voltearse porque muchos adultos han olvidado el respeto a la vida. Hace unos días semaforo rojo para los autos,verde para mi, un camión a lo lejos, se detendra?, menos mal que El Señor me dijo pará, volve a mirar, si ubiese cruzado hoy no estaria escribiendo. Del colectivo estacionado bajo el chofer para saber si estaba bien, y de alla a lo lejos saca su cabeza por la ventanilla el chofer del camión-Estas bien!? Solo levante mi dedo pulgar, y se fue. Yo puse cuidado, y el otro solo piso el acelerador.
    Dios le bendiga Padre, lo colme de amor para esos niños.