Rumbo al Machu Picchu: la partida

Todas las partidas son complicadas, pero a veces se le suman algunos ingredientes que las hacen más picantes todavía. En mi caso particular, desde el viernes al domingo estuve en una reunión de dirigentes Diocesanos de la Acción Católica (en mi caso como asesor) en Villa Allende (Córdoba). El domingo a la noche estaba no solo cansado, sino también contracturado. Es que me habían dado una cama con un colchón finito y, de yapa, me bañé el sábado a la mañana con agua helada… peo esto es otra historia.

Las complicaciones finales del viaje vinieron desde nuestra inexperiencia. El domingo 28, en nuestra última reunión para determinar a grandes rasgos nuestra ruta, nos dimos cuenta que necesitábamos la vacuna contra la fiebre amarilla para ingresar a Bolivia y Perú. Las chicas quedaron en averiguar en la cruz roja día y hora. Por suerte el martes desde las ocho a las diez de la mañana podíamos hacerlo.

Ese martes llegué a las nueve de la mañana al lugar, con una cola enorme de gente esperando. ¿resultado? Al rato se terminaron las dosis y nos mandaron a Salud Pública Municipal. Llegué allí a las nueve y media, con otra cola larga de espera. Se terminaron las dosis, pero ante la protesta general buscaron más. En medio de la espera, me habla por teléfono María José y me pone al tanto de otro “olvido” organizacional: para manejar en el extranjero necesitamos el carnet internacional… y yo en medio de la cola de espera (y con la noticia de que no había mas vacunas). Gracias a Dios a la once y media terminé de vacunarme y en media hora saqué las fotocopias y fotos que me pedían, de tal manera que en el Automóvil Club Argentino me hicieron en media hora todo el trámite. El documento vendría recién para el viernes pero… ya estaba todo.

La partida me encontró medio contracturado y la otra mitad dormido. Terminamos de cargar todo (todavía no entiendo como entraron todas las cosas…) y a las ocho partimos. Como conocía la primera parte de la ruta, la guié a María José para ir hasta Rafaela, primera parada. Hay que cruzar por Santa Fe y varias ciudades y pueblitos. Con semáforos, lomas de burro y atención para no perderse. Nada del otro mundo, pero muuuuy lento.

En Rafaela agarré yo el volante y terminé de despertarme… y también de descontracturarme. La ruta estaba relativamente tranquila.

María José tomó nuevamente el volante y fue la hora de comer algunos sanguchitos. Como estábamos en la zona del desierto de Santiago del Estero y era la hora de la siesta, la Piro se sentó al volante y yo fui de copiloto. Tenía un susto, pero como “el miedo se vence con el miedo” (fue la pavada que me salió para calmarla un poco) avanzó bastante. Yo la animaba para que no se tire tanto a la banquina y acelere hasta los 110 permitidos por las leyes. Todo se encarrilaba bastante bien hasta que divisámos un camión al que nos acercamos. Hagamos una composición imaginaria. La ruta vacía… un camión que va delante nuestro… nadie viene por el otro carril… nadie viene detrás nuestro… la Piro se encamina decidida a pasarlo… ¿algún problema? Solo uno pequeñito… se asustó (usamos otra palabra que no es apta para este blog clerical) y frenó… y se tiró a la banquina… y seguí manejando yo… SIN COMENTARIOS.

Cuando llegamos a una estación de servicio cerca de La Banda (Santiago del Estero), preguntamos al playero como esta el camino a Tucumán. Entonces nos recomienda tomar otra ruta distinta a la planificada. Con cierto temor por su estado la comenzamos a recorrer. Resultó un camino en muy buen estado (salvo algunas pequeñas partes) y prácticamente vacío de vehículos. En un momento debíamos doblar y no nos dimos cuenta, así que seguimos por la misma más al norte. María José manejaba muy bien y avanzamos “muy rápido”. El único problema fue un “encuentro cercano del tercer tipo” con una paloma que se empecinó en chocar contra nuestro parabrisas. De dos suertes la que triunfo fue la de nuestro parabrisas que no se rompió. La paloma no tuvo suerte…

El siguiente tramo desde Rosario de la Frontera a San Salvador de Jujuy me tocó manejar a mí. Fue el tramo más hermoso: íbamos por las montañas bajas, subiendo y bajando, en medio de un paisaje maravilloso, con el solcito suave de la tardecita que le daba un encanto especial.

La entrada a San Salvador fue… interesante. Debíamos entrar por una avenida que nos llevaría hasta el centro, donde estaba el hostel que habías reservado. Pero estaba cortada por reparaciones… Seguimos por la ruta hasta que encontramos un nuevo acceso. De copiloto iba la Piro con sus lentes. Atrás Maria José y Carlitos con un plano de la ciudad. Nos perdimos un rato yendo y viniendo hasta que encontramos la calle que nos llevaba hasta el centro. Todo bien… salvo porque empezó a venir mucha gente… y más gente… y un policía nos desvió del camino. ¿? Nos topamos con una feria de pulgas y en las vísperas de Reyes: impresionante la gente que estaba comprando regalos. Como ya estábamos ubicados, fue fácil sortear las dificultades para encontrarnos nuevamente con el mismo camino… y llegar al hostel.

Una vez en la habitación, decidimos salir así como estamos a comer una piza. Caminamos algunas cuadras a la redonda y nos topamos con la plaza principal. Escuchamos bombos y vimos gente. Primera opción: carnaval… todavía falta. Segunda opción: una manifestación… raro por la hora. Avanzamos y nos encontramos con una sorpresa muy linda. Eran agrupaciones de niños que estaban adorando al niño en el Pesebre. Había dos pesebres. Uno frente a un edificio público y otro frente a la catedral. El primero estaba terminando una sencilla coreografía. Estaban vestidos de policías. Luego dijeron que esa agrupación era de los hijos e hijas de los miembros de esa fuerza de seguridad. El otro grupo estaba vestido con unas remeras que decían “los pastores de Jesús” y mientras una parte hacía un baile parecido al anterior frente al pesebre, la otra porción bailaba la danza de las cintas. Para quienes no lo conocen, les cuento que es un palo del que se atan cintas que son trenzadas y destrenzadas de distintas formas con un baile en circulo. Ambos grupos estaban animados por una banda con un gran bombo (el que nos atrajo en su momento) redoblantes y quenas. Sonaban bastante lindo. Cuando nos alejamos vimos que subían a un colectivo otros con distintas remeras.

En el hostel me informaron que se hace en todo el norte. Comienza el 25 y termina hoy seis de enero, fiesta de los Reyes magos. Participan muchas agrupaciones de niños de todos los barrios. Muy lindo. Lástima que dejé la cámara y no pude tomar alguna imagen para compartirles.

Una vez en la habitación… turnos para bañarse y sueño. La idea era levantarse a las 8.30. El problema es que aquí tenemos el horario no-K, así que eso significa a las 9.30 de mi reloj corporal actual. Yo dormí muy bien, así que me levanté a las 7.15 local (8.15 K)… así que estoy escribiéndoles esto ahora.