Luego de de cruzar la frontera la aventura continuó… en grande. Nuestra primera imagen de Bolivia fue la de un gran mercado de pulgas, que ya estaba cerrando así que lo transitamos a paso de hombre. Tienen que haber sido cerca de diez largas y lentas cuadras. La penumbra del ocaso le daba cierto aire de tenebroso.

Terminamos el trayecto cuando llegamos a la plaza del pueblo. Quisimos cambiar dinero por bolivianos, pero las casas de cambio ya estaban cerradas. Quisimos averiguar por algún camping, pero la oficina de turismo también había cerrado. Quisimos comprar algún mapa de Bolivia, pero no se conseguían en ninguna parte.

Seguimos unas cuadras más y nos encontramos con una estación de servicio. Allí vino una de las primeras sorpresas: estaba atendida por militares, solamente venden combustible, no tienen baños ni minimercado ni aire para las cubiertas. Le preguntamos al playero dónde podíamos conseguir algún lugar para acampar cerca y nos dijo que no conocía ninguno…

Son las ocho, hace más de una hora que ha oscurecido. Un miniconcilio nuestro decide que no nos gusta el lugar y (contra todo lo que consensuamos antes de partir) partiremos hacia Potosí, en un viaje que nos llevará toda la noche.

A las pocas cuadras, otra sorpresa boliviana. Nos para un peaje, aunque al principio no sabíamos que era eso. Una cadena cortaba el paso. Un policía sale de una casa a la izquierda y nos hace estacionar y dirigirnos hacia la derecha. María José baja con todos los papeles y le cobran un peaje de cinco pesos. Luego va a la casilla del policía y allí le sellan el papel del auto que nos entregaron en la aduana. El sello sale también cinco pesos. Después descubrimos que esta era la manera de pasar los peajes de todo este país.

Preguntamos si estamos en camino a Potosí y nos dicen que sí. Que estaban arreglando la ruta pero a los pocos kilómetros se ponía buena. El problema es que no era asfalto sino ripio. Comenzamos nuestra aventura perdiéndonos en el camino. Regresamos un kilómetro y resolvimos la situación siguiendo a los camiones y colectivos, entre curvas y piedras. Y, por si faltaba algún condimento, al rato se larga a llover.

Todo iba “bastante bien” hasta que, luego de una curva vimos dos colectivos parados… el primero estaba empantanado. Esperamos un rato y, cuando salió, continuamos el viaje.

A eso de las tres de la mañana surgió otro problema: estábamos todos con sueño, incluido este chofer. Decidimos buscar un lugar que tenga banquina y dormir en el auto. Estacionamos, nos acomodamos, nos abrigamos y… no nos pudimos dormir porque era muy incómodo el espacio en el auto. Al rato decidimos armar una carpa. Linterna en mano despejamos de piedras un espacio, sacamos mi carpa, la armamos, pusimos mantas y colchonetas inflables sin inflar sobre el piso, nos metimos a las bolsas de dormir y… mi carpa tenía roto el cierre de la puerta. Decisión rápida: sacamos otra carpa y tapamos con ella la entrada. María José quiso dormir en el auto… lo suyo fue un tratar durante tres horas. El resto nos dormimos en la carpa. Yo tengo que haber dormido unas dos horas. Me desperté porque estaba en la bajada del terreno y los otros cuando se movían me arrinconaban contra la carpa. Lo arreglé al mejor estilo campamentero: a los codazos. Pero ya me había desvelado. Para colmo, los camiones que pasaban no tenían mejor idea que tocarnos bocinazos. Estuve una hora dando vueltas hasta que me levanté. Al ratito se levantaron los otros dos y María salió del auto.

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Intentamos desayunar. Saqué mi garrafita portátil y la pava con agua… la garrafa no prendía. Había comprado un calorito que funcionaba con la batería del auto. Pusimos un termo a calentar pero estaba en cortocircuito y no pudimos. El agua en los otros termos estaba tibia…

Recomenzamos el camino, mal dormidos y sin nada caliente en el estomago. El consuelo era que había luz y podíamos ver el camino… y los precipicios. Nos impresionaba la pobreza de las casas y pobladitos que encontrábamos a la vera del camino. Luego de tres o cuatro horas llegamos, por fin, asfalto. Una alegría indescriptible, no tanto por nosotros sino por el auto.

Paramos en algún poblado con gente vendiendo cosas. No teníamos bolivianos así que no pudimos comprar nada. Salvo una señora que nos vendió agua caliente. Cuando le quiero pagar en pesos argentinos nos dijo que no. Un señor que estaba ahí nos cambió cinco bolivianos por cinco pesos (nos estafó, pero… no había otra). El agua tenía un colorcito pardusco y estaba más bien tibia. Así que tomamos dos o tres mates y lo dejamos… miedo a la gastroenteritis.

Luego de dos horas de subir por las montañas, entre curvas y contracurvas, llegamos a Potosí. Si este fue nuestro ingreso a Bolivia… ¿Cómo sería el resto?

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3 Comments

  1. Hola: ¿porqué paso cruzaron a Bolivia?
    Nosotros queremos ir a Santa Cruz de la Sierra. Es éste el recomendado?
    Saludos,
    Graicas

  2. Mauricio: nosotros ingresamos a Bolivia por Villazón. Por todo lo que conté no te lo recomiendo.
    Además, te alejarás mucho de Santa Cruz de la Sierra. El mejor camino para llegar allí (dicen) es el que va (via Tartagal) a Yacuiba. Me comentaron que es el camino que hacen los camiones de larga distancia. Espero que te sirva el dato.

  3. P. Fabian, por casualidad llegué a su blog y encontré cosas interesantes pero, este artículo, disculpe Ud., me molesto mucho. Ayer lo leí y le iba a escribir, mejor q no lo hice así no digo todo lo q pensé =), incluso desperté anoche y me acordé del tema.

    Soy boliviana y viajé varias veces a su país, hice 'Aduana' en un aeropuerto en pleno Altiplano, igualito q el sitio q pasó por mi país ya q, si se da cuenta, es la frontera entre ambos. No me atrevería a escribir un artículo sobre Argentina describiendo ese pedacito q vi.

    Sabe, me da pena q no haya disfrutado de Potosí, por ejemplo. Sabía Ud. q ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad?, yo viví un año allí y me faltó tiempo para disfrutar tanta belleza colonial.

    En fin, q me encanta el Altiplano (a propósito, no vio qué hermosos colores tienen sus montañas y cómo van cambiando de una a otra?) y es así, tal cual lo describe, tal cual el de la Argentina, pero Bolivia no es solo Altiplano, ojalá la llegue a conocer un día!, sus paisajes van desde lo q vio a lugares mucho más lindos q los q vi en Córdoba y eso q esos me parecieron magníficos.

    Lo invito a conocer en serio mi país y después escribir sobre él, EN SERIO.

    Felicidades por tener una página católica q llegue a la juventud y la oriente!

    Dios lo bendiga,

    María (espero estar entre el 97% de comentarios q sepublican =)