Este 9 de julio en nuestra Parroquia Santa Rafaela María fue algo distinto. No solo pensamos un día libre a causa del feriado para poder ir a tomar mate en la plaza. Los grupos de jóvenes quisieron festejar un aniversario de la independencia mirando hacia el futuro. Para eso se hizo memoria del pasado y de las propias raíces cristianas.
Canto, reflexión y la oración hecha Eucaristía fueron el eje de la jornada. El canto sirvió para recordar nuestra identidad de discípulos de Jesucristo y el compromiso concreto que surge de seguir al Señor de la historia. La reflexión no fue para pensar y pensar una realidad que ya todos conocemos. Más que hacer sonar las cacerolas de la protesta, se quiso hacer sonar el corazón con propuestas. No propuestas concretas de cómo salir de la situación, sino la propuesta sobre el espíritu que tiene que animarnos. Así ellos con su aporte elaboraron estas “Bienaventuranzas para una Nueva Nación”:

+ Felices los que confían en Dios porque Él les indicará el camino a seguir.
+ Felices los que son solidarios porque ven a Cristo en el hermano necesitado.
+ Felices los unidos en la Fe porque juntos forjarán una nueva generación.
+ Felices los que son justos porque ellos serán recompensados con la Gloria de Dios.
+ Felices los que son auténticos porque defienden sus ideales cristianos a pesar de las controversias del mundo.
+ Felices los que no pierden la esperanza e inculcan valores porque están sentando las bases de una Argentina nueva.
+ Felices los que se comprometen a cambiar de corazón porque serán protagonistas del cambio.
+ Felices los que se deciden a enfrentar los problemas con esperanza porque se abandonan a Dios.
+ Felices los que se ocupan por el porvenir de su patria porque el Señor los guiará en el camino a su reino.

Detengámonos en los valores con los que están soñando nuestros jóvenes: confianza, solidaridad, unidad, justicia, autenticidad, esperanza, cambio del corazón, enfrentar los problemas, compromiso con su historia. Valores a los cuales se les da un contenido profundamente cristiano.
Confianza en Dios, porque el marca el camino. Lo cual es una actitud muy distinta a la de un presidente que dice que si no hacemos lo que el dice, “que sea lo que Dios quiera”… y así estamos. Estos jóvenes nos han dicho que estamos como estamos porque no hacemos lo que Dios quiere y entonces el hombre no es hermano sino lobo de otros hombres.
Solidaridad, pero con un contenido concreto. No porque sí o porque me siento bien o porque así calmo algo mi conciencia. Solidaridad porque es la palabra con la cual hoy decimos que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos. Solidaridad porque Jesús quiere venir a nosotros y toma el rostro de los que están sufriendo, de los necesitados, de los excluidos.
Unidad de los cristianos. Porque así hacemos realidad el deseo de Jesús en la última cena (Jn 17,21). Unidad que brota de la comunión de la fe y deja a un lado las ideologías que tanto nos han marcado y dividido en el pasado. Unidad que hace creíble la fe frente al indiferente. Unidad que es necesaria para forjar un futuro mejor.
Justicia para darle a cada uno lo que le corresponde. Justicia que comienzo a vivir en mis cosas de cada día antes que exigirla a los otros. Justicia que nos hará pasar por “tontos” a los ojos de muchos, pero que tendrá su recompensa en el cielo.
Autenticidad en la vivencia cristiana. Sin esconderse detrás de ritos o doctrinas, sino siguiendo a una persona: Jesús de Nazareth, Hijo de Dios hecho hombre. A pesar de los inconvenientes y las burlas de los amigos. A pesar de que uno pierda con ello prestigio o puestos en este mundo.
Esperanza de que se puede ser distintos. Y por eso no claudicar en la vivencia y transmisión de los auténticos valores inspirados en la fe. ¡Qué lindo llamado que le hacen a sus maestros y profesores para que no bajen los brazos! Y sobre todo la razón que les dan: están sentando las bases para una Argentina nueva.
Enfrentar los problemas. Y no alienarse con el alcohol o las drogas. Y menos con el gran veneno del “no te metás” o “ellos la embarraron, que la arreglen ellos”. Abandonarse en las manos de Dios es darle mis propias manos para que con su Providencia pueda hacer las cosas distintas. El Señor cuenta conmigo: para eso nos dio inteligencia y capacidad de obrar.
Ocuparse del porvenir de la Argentina. Sólo así podremos ganarnos el verdadero y pleno porvenir: el cielo. Porque si no transformamos este mundo las puertas del Reino se cerrarán para nosotros.
Y dejo para último la que me parece le da sentido a todo: sólo si cambiamos de corazón seremos protagonistas del cambio. Así comenzó Jesús su predicación: “conviértanse y crean en el Evangelio porque el Reino de Dios está cerca”. Allí esta la raíz de todo: no es desde el otro sino desde mi vida renovada que las cosas nuevas comienzan.
No fueron teólogos o jóvenes raros los que nos dijeron esto. Muy por el contrario. Jóvenes normales que ríen y sufren, que bailan y piensan, que estudian y descansan… Militantes de la Acción Católica y de grupos juveniles que viven entre nosotros y que nos dicen que es posible una Argentina nueva desde un corazón renovado por Jesucristo. ¿Escuchamos su mensaje?

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