Vamos adentrarnos en lo que significa un Sínodo para la Iglesia de Paraná en el primer cuarto del siglo XX. (Más adelante veremos como se lleva a cabo hoy un Sínodo, desde el Código de Derecho Canónico y la Instrucción que a fines del siglo pasado se dieron desde el Vaticano). Para eso, lo mejor es escuchar a quienes vivieron en ese momento histórico.

La primera acción oficial para este acontecimiento de Mons. Abel fue  nombrar la Comisión Preparatoria del Sínodo Diocesano. Lo hizo a través de un decreto fechado el 25 de junio de 1914. Allí dice:

“Considerando que una de las obligaciones principales de nuestro ministerio episcopal es la celebración del Sínodo Diocesano, de acuerdo con las disposiciones del Concilio de Trento renovadas de una manera especial por el Concilio Plenario de la América (Tit. III Cap. XIII), para tratar en él las cosas tocantes a la defensa y conservación de la fe, disciplina del clero, régimen y administración de los sagrados intereses que Nos han sido encomendados en bien de nuestros amados diocesanos”.

Primera aproximación: es una reunión para tratar temas tocantes a cuestiones íntimamente relacionadas con la vida cotidiana de la Iglesia. En la alocución de Apertura del Sínodo el Obispo dice:

“En estos tiempos, pues, de tan atrevidas rebeldías contra la Iglesia de Dios, y en que la malicia y humanas concupiscencias tan desatadas y revueltas andan contra los supremos intereses de las almas, urge estrechar las filas, los que ejercemos ministerio pastoral sobre las mismas, a fin de conservar y defender la integridad del dogma y pureza de la fe, no menos que la observancia de las leyes y disciplinas eclesiásticas y santidad de las costumbres cristianas.”

Como vemos, la repercusión primera que el Sínodo tendrá es hacia el interior de la Iglesia. Para esto procura organizar su vida misma. En el Decreto de nombramiento de la comisión antes citado especifica cuales son las áreas en la que se detendrán especialmente:

“Por consiguiente, como el fin primordial de este Sínodo ha de ser llevar a la práctica la legislación ya existente, máxime en las cosas de mayor importancia, atendidas las necesidades de los tiempos, recomendamos entre otras cosas, de manera especial los siguientes puntos: 1) escuelas parroquiales; 2) misiones en la Diócesis; 3) obras de carácter económico social; 4) prensa católica; 5) bibliotecas parroquiales por estar convencidos de que, aunque otra cosa no se hiciera, con sólo esto, sería el Sínodo Diocesano en sumo grado provechoso y fecundo.”

Todas estas acciones serán condensadas en las conclusiones del Sínodo que se dieron en llamar los “Estatutos sinodales”. Estos están compuestos de una manera especial. Transcribo la nota de dicha Comisión al presentar el Esquema de tales estatutos al Obispo:

“Al redactar los artículos hemos tenido en cuenta lo que Benedicto XIV dice en su obra “De Synodo Diocesana” en cuanto a lo que se debe legislar en estos Sínodos, es a saber: <<Que las cosas que se determinen sean necesarias, útiles y convenientes según la diversidad de lugares y tiempos>> y en cuanto al estilo, que se omita la forma de homilías, exhortaciones, cartas pastorales y forma oratoria, y que las leyes se distingan por su precisión, exactitud, claridad, brevedad y sobriedad, usando un lenguaje propio de leyes eclesiásticas. Respecto a la materia, se ha procurado omitir todo aquello que es de Derecho común, salvo casos excepcionales, para urgir  la ejecución de algún precepto olvidado o cuando existen abusos, determinar lo que el Concilio Plenario de la América Latina deja a determinación de los Sínodos Diocesanos o del Ordinario, y reunir y codificar, en cierto modo, todas las disposiciones diocesanas en vigencia en la Diócesis. Cuanto a la distribución de las materias, se ha seguido la forma común de la legislación canónica y aconsejada por el mismo Benedicto XIV, dividiendo en títulos y capítulos y siguiendo una única numeración, teniendo por base el orden seguido en el Concilio Plenario.”

El Sínodo legisla sobre la acción pastoral de la Iglesia. Sin embargo, no debemos pensar que esta asamblea tiene potestad para hacerlo por si misma. Sólo el Obispo tiene esa facultad. Mons Bazán y Bustos, en su alocución de apertura al Sinodo, luego de hablar del “supremo primado de honor y jurisdicción” que ejerce el Papa, dice:

“Cosa semejante sucede en las Diócesis que son copias en miniatura de la Iglesia Universal y que, fueron creadas con el andar del tiempo por la autoridad de la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo.

Salvo la potestad del Supremo Jerarca, nadie en la Diócesis puede ejercer jurisdicción que no dimane de la fuente que es el Obispo, Maestro en la doctrina, Juez en la fe, Legislador en la disciplina y Cabeza a la cual deben sumisión, obediencia y respeto el clero y fieles en la Diócesis. Pero esta jurisdicción la viene también el Obispo comunicando, desde los tiempos más remotos en sus auxiliares del ministerio pastoral, Cabildos Catedrales, Párrocos, Arciprestes, Rectores de Iglesias y demás Sacerdotes que tienen participación en el gobierno de las almas y promueven con la debida sujeción al Obispo, la santificación de sus fieles diocesanos.”

Esta legislación episcopal tiene que iluminar, así, la vida cotidiana de la Iglesia. En el modelo típicamente clerical que se vivía entonces (ya hablaremos de esto en su momento) se comprende que en la alocución de Clausura del Sínodo el Obispo exhortara a sus sacerdotes a adecuarse a lo que los tiempos pedían a su acción. Ese es el sentido y fin de un Sínodo: ayudar a la acción pastoral concreta. Leamos lo que dijo en ese momento:

“Porque, no hay para qué ocultarlo, y desconocerlo sería necedad, la vida del sacerdote y sobre todo la del clero parroquial se torna de día en día cada vez más crítica y difícil, en razón de los factores  mil que trabajan a la moderna sociedad y de las energías múltiples que urge desarrollar para contrarrestarlos con eficacia.

Hoy ya no basta al Ministro de Dios el limitarse a predicar el Evangelio y administrar los Sacramentos, esperando tranquilamente a los fieles que vengan a solicitárselos, sino que hay que echar mano del compelle intrare evangélico y salir fuera del templo y buscar a los niños y a los grandes, a obreros y burgueses, pobres y ricos y forzarlos, diremos así, a entrar en la casa del Padre Celestial, mediante las Congregaciones piadosas, obras de carácter económico-social, bibliotecas de sana lectura, patronatos, asociaciones de perseverancia, etc., pero sin olvidar un instante que todo esto es medio y no fin, vía y no término, y por consiguiente que todo ha de ir inspirado y empapado en el espíritu de Dios, par que pueda dar frutos de santificación propia, en primer término, y luego para los demás.”

Todo esto supone una reunión en la cual haya un ánimo determinado. Así lo recalcó el Obispo en la apertura del Sínodo:

“El Espíritu de tales Asambleas, vosotros lo sabéis, es de paz, de caridad, de mutua armonía, no de discusión apasionada, mucho menos de división y de discordia.

Inspirándose únicamente en el fin supremo que la Iglesia persigue, la salvación de las almas, se estudia y delibera con calma y dignidad que corresponde a un fin tan soberano y excelso, proponiendo cada uno su modo particular de ver, después de haber manifestado con moderación y lealtad su juicio.

Así nuestras Constituciones Sinodales serán el exponente de las luces, de la experiencia, de la prudencia y celo de todos, que es precisamente lo que anhelamos obtener.”

Para resumir, podríamos decir (con palabras de hoy) que el Sínodo es una Asamblea de discernimiento para encontrar los cauces cotidianos de la acción pastoral a fin de colaborar con el Obispo en su tarea de convocar y hacer crecer la Iglesia local. Creo que con esto resumo el espíritu de las citas que he puesto.

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One Comment

  1. ELBA ALEJANDRINA AQUINO dice:

    Paz y bien... mi estimado padre, realmente es muy buena enseñansa a las escrituras que publico, y muchos son los catolicos que no saben es un SINODO, y si muchos sacerdotes en sus homilias se pondrian a enseñar estas cosas, habria mas fieles ayudando a su parroquia y colavorando con el obispo y sacerdote, pero en fin, hay tantas cosas que como catolica practicante, entiendo que en las homilias tambien sirven para que se les hable al pueblo de DIOS de otras cosas y que no se dejen engañar por falsos governantes como profetas ya mensionado por Jesus, muchas gracias y muy bien explicado y con muy buen discenimiento lo que es un bendito SINODO. BENDICIONES, UN ABRAZO EN CRISTO Y MARIA...