Nuestra vida de fe tiene que ser alimentada constantemente con la presencia de Dios. San Pablo nos manda que “oremos sin cesar”. Esta oración constante, que es estar en la presencia de aquel que sabemos que nos ama, se tonifica con los “momentos fuertes” de oración que debemos tener cada día. Esto lo podemos hacer de muchas maneras. Es importante conocerlas y luego organizar tu propio proyecto de vida espiritual, de acuerdo a los tiempos y circunstancias reales de tu vida. Después de que lo has armado, consultálo con algún sacerdote para que te ayude a caminar seguro.

A continuación te sugiero algunos “momentos” que debes tener en tu vida y formas prácticas de hacerlo.

Ofrecer las obras

Nuestro pueblo tiene una linda expresión: “en nombre de Dios”. Se la dice cuando va a comenzar algo. En el fondo se está poniendo en las manos de Dios las acciones concretas a realizar. Este no es un momento en particular sino algo que debe estar presente a cada acción comenzada. Una linda costumbre es la de hacerse la señal de la cruz al comenzar el día. Ofrecer a Dios el trabajo que se va a realizar. Invocar a Dios, fuente de toda sabiduría, cuando vamos a comenzar a estudiar. Dar gracias por los alimentos que se van a recibir. Y así con todo. Si ofrecemos a Dios todo lo que hacemos, lo más probable es que hagamos menos cosas malas, porque el Señor se merece solo lo bueno y perfecto y nosotros queremos agradarlo.

Momento de la Palabra

Dios nos ha hablado y ha descubierto los secretos de su corazón, su designio amoroso para la humanidad. Frente a esta revelación de Dios tenemos que conocerla para así amarlo con profundidad. El catecismo nos habla de la meditación y nos dice que es, sobre todo, una búsqueda. El Es­píritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro, que a los cristianos no les falta: las Sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, los escritos de los Padres espirituales, las obras de espiritualidad, los documentos del Papa y los Obispos, el gran libro de la creación y de la historia, la página del “hoy” de Dios.

Meditar lo que se lee lleva a apropiárselo confrontándolo consigo mismo. Aquí se abre otro libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad. Según sean la humildad y la fe, se descubren los movimientos que agitan el corazón y se les puede discernir. Se trata de hacer la verdad para llegar a la luz: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.

Una forma muy recomendable es la de sumergirse diariamente en la lectura de la Palabra de Dios. Te presento un método sencillo (en libros de espiritualidad podes profundizar sobre el tema):

1- Ponéte en la presencia de Dios e invocá el Espíritu Santo.

2- Qué dice: leé atentamente el trozo que has elegido (puede ser el de la lectura de la misa del día). Descubrí a los personajes, sus acciones, los verbos, los adjetivos…

3- Qué ME dice: confrontá la Palabra con tu vida. Dale gracias a Dios si vivís lo que leíste. Pedí la fuerza para hacerlo si no lo cumplís.

4- Hacé un compromiso concreto a partir de lo leído.

Momento Mariano

“Aquí tienes a tu madre”. Así nos pone Jesús, desde la cruz, en las manos de María. Y ella lo único que hace es llevarnos a su Hijo: “hagan lo que él les diga”. La Virgen tiene que estar presente en nuestra jornada diaria. Lo podemos hacer de distintas maneras. Te presento tres:

1- El Angelus: es una oración muy antigua que recuerda el momento en el cual Dios se hace hombre y se medita este misterio acompañado de la Madre. Regularmente se reza cuando sale el sol, al mediodía y al atardecer. La fórmula es para rezar de a dos o más, pero también se puede rezar solo:

* El ángel del Señor anunció a María.
+ Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
- Dios te salve María…

* He aquí la esclava del Señor.
+ Hágase en mí según tu palabra.
- Dios te salve María…

* Y el Verbo se hizo carne.
+ Y habitó entre nosotros.
- Dios te salve María…

* Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
+ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

* Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas a fin de que, conociendo por la voz del ángel el misterio de la Encarnación de tu Hijo, por los méritos de su pasión y cruz, podamos alcanzar la gloria de la Vida eterna.
+ Amén.

2- El Rosario: en el se hacen dos tipos de oración a la vez. Por un lado recitamos oraciones en voz alta. Por el otro meditamos en lo profundo del corazón los misterios que se enuncian antes de cada “decena”.

En el Rosario se contemplan tres grandes misterios de la vida del Señor Jesús: de gozo, luz, dolor y gloria. En cada misterio se reza lo que se llama una “corona”. Cada corona hace así:

+ Señal de la cruz.
+ Pésame...

+ Primer misterio de…:
* Padre nuestro…
* 10 Dios te salve María… (”Ave María”)
* Gloria…

(así los cuatro restantes)

+ Por las intenciones del Papa, su salud, las del Obispo, las del Párroco: Dios te salve Reina y Madre… (”Salve”)
+ Consagración a María: Bendita sea tu pureza…
+ Señal de la cruz.

Los misterios y sus días de rezo son los siguientes:

Misterios de Gozo (lunes y sábado)
1- El anuncio a María que va a ser la Madre del Creador
2- La visita de María a su prima Isabel.
3- El nacimiento del Hijo de Dios en un establo de Belén
4- La presentación de Jesús en el Templo.
5- Jesús perdido y encontrado en el Templo.

Misterios de Luz (jueves)
1- El bautismo de Jesús en el Jordán.
2- Las bodas de Caná.
3- El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4- La transfiguración en el monte Tabor.
5- La institución de la Eucaristía.

Misterios de Dolor (martes y viernes)
1- La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos.
2- Los azotes de Jesús atado a la columna.
3- La coronación de espinas del Hijo de Dios.
4- Jesús camino al Calvario con la cruz a cuestas.
5- La Crucifixión y muerte del Hijo de Dios.

Misterios de Gloria (miércoles y domingo)
1- La resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
2- La ascensión de Jesús al cielo.
3- La venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente.
4- La asunción de María al cielo.
5- La coronación de María como Reina y Madre del universo.

3- La consagración: consagrar a María todos nuestros actos de cada día para que ella nos guíe y los presente a Dios Padre. Lo podemos hacer rezando esta oración en algún momento de nuestra jornada:

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Oh Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma vida y corazón,
mírame con com­pasión,
no me dejes madre mía. Amén.

También es provechoso consagrar toda nuestra vida a María. Para hacerlo consultar con un sacerdote que me guíe.

Sanación espiritual

“El justo peca siete veces al día” nos dice Jesús. Y si al justo le pasa esto… que nos queda a nosotros. Por esto precisamos el reconciliarnos con Dios, ser sanados de nuestros males espirituales y guiados por el camino seguro, estrecho pero que lleva a la felicidad. Dos “momentos” te sugiero: uno es imprescindible, el otro muy recomendable.

1- La confesión: le pongo este nombre porque es el más conocido. Pero mi me gusta otro: “reconciliación y penitencia”. Confesarse no es ir a contarle (”confesarle”) mis pecados al cura. Es algo mucho más profundo, donde se juega el amor de Dios, mi libertad y mi vida eterna. Con el pecado ofendemos a Dios, ofendemos al prójimo: rompemos la comunión de amor a que estamos llamados por el bautismo. Cuando el pecado es grave mato la vida de Dios en mi alma (gracia). Esta comunión con Dios sólo la puede arreglar Dios mismo: lo hizo para toda la humanidad a través de la muerte y resurrección de su Hijo. Lo hace personalmente para cada bautizado caído a través de la absolución sacramental que da el sacerdote.

La confesión es el sacramento de la sinceridad. Por eso comienza con un examen de conciencia personal. Controlo, en lo profundo de mi corazón, como ha transcurrido mi vida. La medida de los actos buenos o malos no es lo que a mí me parece, lo que yo siento o lo que yo pienso. La única regla que debemos aceptar, para no traicionarnos como seres humanos y como cristianos, el la Ley de Dios. A la luz de lo que Dios me pide es que me examino. Pero no queda en el descubrir los pecados; tengo que tener la firme intención de tratar de no cometerlos más, un propósito de enmienda.

El segundo paso es la “confesión” propiamente dicha. Delante del sacerdote, ministro de Dios, reconozco todos mis pecados, empezando por los más graves. Si hay una circunstancia concreta que los agrava aun más la debo decir también. Luego sigo por los leves o veniales. Recordemos ser sinceros delante de Dios y que “pecado no confesado es un pecado no perdonado”. El cura no se va a asustar por lo que le diga y después no se lo puede decir a nadie (sigilo sacramental). El sacerdote me dará, en nombre de Dios y de la Iglesia, la absolución y una penitencia con la cual repare mis pecados.

En cuanto a la frecuencia de las confesiones. Siempre y enseguida cuando haya pecado mortal. Si sólo hay pecado venial te recomiendo una vez al mes.

2- Dirección espiritual: muchas veces nuestros problemas nos abruman, las crisis de la fe nos oprimen el corazón, nuestras caídas nos desalientan, no sabemos como vencer la tentación o el pecado mismo. En estos casos es muy importante tener un apoyo espiritual, que no me soluciona los problemas pero si me da luz para seguir caminando con paso más firme. Mucha gente aprovecha el momento de la confesión para charlar con el cura de sus problemas y pedirle consejo. También, y es mucho mejor, se le puede pedir al sacerdote una media hora y charlar con el de los problemas. Hacerlo de esta manera, no es molestarlo porque el tiene que estar dispuesto a escu­char y acompañar a los fieles. Tengamos en cuenta que no es una confesión; el sacerdote no tiene la obligación del sigilo pero si el deber moral de reservarse lo que se le ha dicho como confidencial.

Si hubiera más dirección espiritual habría menos problemas de fe y más coherencia de vida. En primer lugar porque problema compartido pesa la mitad. En segundo lugar, el compartirlo me obliga a poner mis fuerzas para solucionar las cosas dentro de mis posibilidades.

Momento eucarístico

La “eucaristía”, la “misa”, la “comunión”, es el centro de la vida cristiana: su culmen y su fuente. Toda nuestra vida tiene que desembocar en la misa y desde la comunión sacramental con nuestro Dios sacamos la fuerza para vivir a lo cristiano. Recordemos entonces algunos “momentos”:

1- La Misa del domingo: no es lugar este para tomar conciencia de su importancia. Sólo tengamos presente que en ella nos alimentamos con la Palabra y el Cuerpo del Señor Resucitado. Cuando faltamos está faltando un pedacito del Cuerpo de Jesús. ¡Nunca, salvo causa grave, dejarla!

2- La misa diaria: si bien no es una obligación, nos ayuda la frecuencia de la participación en misa a crecer en la vida de la gracia. En lo posible participar todos los días o al menos algún día entre semana. Es el regalo de nuestra presencia, más allá de la “obligación”, que le hacemos a Dios.

3- Visita al Santísimo: Jesús se quedó en el sagrario del templo para que los enfermos puedan comulgar. Es El, con su cuerpo, alma y divinidad, que está realmente presente. Por eso cuando pasemos frente al templo entremos a saludarlo y estar un ratito con El. No seamos descorteses. No nos cuesta mucho tiempo de vida terrenal ese minuto o esos metros que hago de más. De algo estamos seguro, nos redituará, sí, vida eterna.

4- Comunión Espiritual: muchas veces no pasamos por el templo o estamos en casa o en el trabajo sin poder salir. Pero podemos unirnos espiritualmente a Jesús Eucaristía. Basta ponernos en su presencia y orarle con nuestras palabras o con alguna oración ya hecha. Te sugiero una:

Creo, Jesús mío, que estas realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo de todo corazón y deseo recibirte en mi alma. Aunque ahora no puedo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiera recibido me uno todo a vos. No permitas que nunca me separe de vos. Amén.

Actos piadosos

Existen una series de actos que pueden ayudar a nuestra vida de fe, nuestra piedad, a crecer. Te sugiero algunos:

1- Vía Crucis: es un acompañar el camino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Son catorce “estaciones” en las cuales nos detenemos a rezar y contemplar el misterio de nuestra salvación. Se acostumbra a rezarlo los días viernes de Cuaresma.

2- Día penitencial: todos los viernes del año nos unimos al día de la pasión de Jesús. Por esto la Iglesia pide que se haga alguna penitencia ese día. Se sugiere que no se coma carne, pero esto se puede reemplazar por algo que nos cueste o por una obra de caridad o de misericordia. Esta mandado ayuno y abstinencia de carne solo dos días del año: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

3- Novenas: son nueve días seguidos de oración en honor a Dios o la Virgen o algún santo, pidiendo una gracia o agradeciendo. La podemos hacer en el Templo con toda la comunidad, en familia o personalmente.

4- Procesiones: generalmente se hacen el día de la fiesta patronal. Es para manifestar públicamente nuestra fe, pedir una gracia o agradecer.

5- Peregrinaciones: Se camina como en las procesiones o se va en algún tipo de vehículo cuando es lejos. Tiene como destino un santuario determinado.

6- Retiros: son momentos fuertes de encuentros con Dios a través de la oración personal y en silencio. Siempre que tenga la oportunidad te invito a hacer la experiencia. Seguro que vas salir muy enriquecido tanto humana como cristianamente.

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7 Comments

  1. hola..P.Fabián..Dios le bendita en abundancia..le escribo para pedirle su consejo..por un matrimonio: ella no sabe qe hacer puesto qe el se la pasa de inseguro y de infiel..ahora el esta en casa de sus padres..pero sigue de novio..ella ora al SEÑOR..pero busca un consejo..de qe hacer por su matrimonio..tambien..le pido su oracion por ellos..Juan de Dios Contreras Osuna y Veronica Castillo López.

  2. Padre lo felicito por su pagina, ha sido de mucho provecho para mi y deseo preguntarle si me puede recomendar un instituto de vida secular, quiero adherirme a uno, por favor digame alguno, estoy en el estado de morelos, de antemano gracias padre.

  3. pdre lo felicito por su pagia me alegro mucho de poder leer sus lecturas muy lindo dios lo ilumine gracias me hizo muy biem ojala reciba su bendicion que asi sea ana

  4. P. Fabián, un gusto de conocerlo, recien, por casualidad, descubrí su blog. En cuanto dedique un buen tiempo a leerla, estaré enviando mis comentarios y/o consultas. Gracias, Dios lo bendiga.

    Su hermano, servidor y amigo,

    Héctor

  5. Padre Fabián,lo leo con atención y siempre aprendo...muchas cosas las practico,otras las estoy conociendo gracias a usted.Que Dios lo bendiga!!!

  6. Padre Fabian.. lei, en esta oportunidad, sus escritos y alimentan mi fe y vocación. .. Dios me permira transmitir a mis alumnos esta Fe y guiarlos o acompañarlos en sus proyectos de vida.

  7. Gracias por su acertadas recomendaciones las cuales han venido a poner un toque de acercamiento al tiempo litúrgico que estamos viviendo