Y su voz fue bastante clara. Ayer me pasó de todo. Les cuento. Hace cerca de un mes tiene un ruido raro en la rueda. Ya se que es el rulemán de la parte trasera izquierda. Hay que llevarlo al mecánico… pero estoy ahorrando los centavos que no tengo. Así que no ando a más de 40 km/h en las zonas de circunvalaciones… por la ciudad muchísimo más lento. Ya me había acostumbrado a llegar despacito y salir con más tiempo del necesario.

Pero ayer… la cosa empeoró. Tuve Servicio Sacerdotal de Urgencia y el auto durmió afuera, en el centro de la ciudad. Me desinflaron las dos gomas del lado izquierdo, las que dan contra la vereda. Cuando salimos a la mañana lo hicimos en medio de truenos y relámpagos. Al subir el auto se larga la tormenta. No nos mojamos pero no me di cuenta de que el auto estaba pesado, que es la sensación que uno tiene cuando las cubiertas están bajas. Llevé a mi co-equiper a su casa y luego me fui a la mía. Cuando estaba llegando el agua paró y se abrió el cielo. “Tormenta de verano”, pensé… alegre porque no me mojaría al bajarme del auto. Estacioné en el patio y allí quedó. A media mañana la Secretaria me hace notar que las cubiertas estaban bajas pero supuse que era porque estaba en el pasto… pensé que era sólo una sensación visual.

Por la tarde tenía dos horas de clase en el Fons Vitae, adelantando la cursada por el viaje del que ya les conté. A eso de las 16.00 salí de la casa sabiendo que tenía muchísimo tiempo disponible: normalmente en quince minutos llego, unos cinco buscando un lugar para estacionar y otros cinco minutos para ir a pié al Instituto. Vi de nuevo las cubiertas y… si… me parecieron que estaban bajas. Así que saqué del auto un pequeño compresor a batería que tengo en el baúl para estas emergencias. Puse a inflar la delantera… ya mirando el reloj porque se me acortaban los tiempos. Vi que se inflaba un poco así que pasé a la trasera, la cual se infló más rápido. No sabía si la de adelante estaba inflada o no porque estaba sobre el pasto. Así que puse en marcha el motor con la intención de darla marcha atrás y ponerla sobre el cemento. ¡No entraba la marcha atrás! El cambio solo lo impulsaba hacia adelante. Puse de nuevo el compresor y, luego de dos minutos, lo saqué. Entonces escuché el delator silbido del aire saliendo, en el mejor de los casos, de un pinchazo. Miré el reloj… ya bastante preocupado. Llegaría unos minutillos tarde… con suerte.

Lo empujé y lo dejé mirando hacia el portón. Saqué la rueda de auxilio. Traté de desajustar la rueda delantera con la llave que tiene la manija del gato… ¡se rompió el cabezal! Busqué, lo que correspondía hacer al comienzo, la cruceta y desajusté las cuatro ruedas. Cuando voy a poner el gato para terminar de cambiarla… no entraba debajo del auto. Lo empujé un metro para que quedara sobre un pozo del terreno… puse el gato… levanté el auto… saque la rueda pinchada… puse la auxiliar… miré el reloj… calor y transpiración… ajusté la cubierta… guardé la pinchada para llevarla a la gomería… entonces me doy cuenta de que la auxiliar está bastante desinflada… pongo el compresor… subo a mi casa para lavarme las manos y llamar por teléfono al Instituto (ya hacía diez minutos que debía estar en clases). Regreso… saco el compresor y lo guardo en el baúl… arranco… y ¿listo?

Salí pensando que debería encontrar un lugar de estacionamiento que me permita no usar la marcha atrás. Así que le recé al Señor para que lo provea. A una cuadra y media tengo el semáforo en verde. Puse segunda y, después de doblar, el auto se me achancha y no tiene fuerza para seguir. Me tiro contra la acera y dejo que pasen un camión y un colectivo que venían detrás de mí. Entonces me doy cuenta de que no solamente no entraba la marcha atrás… ¡tampoco la primera y la segunda! Salí en tercera y luego puse cuarta… por eso se me quedó. Decidí llegar al trotecito, pensado lo que haría luego al regreso: primero gomería y luego mecánico.

Cuando llegué al centro encontré de primera un lugar para estacionar que tenía por delante un garaje. Ideal para salir sin tener que maniobrar demasiado. Frené y, como no podía dar marcha atrás, lo empujé. Gracias a Dios dos muchachos que pasaban me ayudaron a ubicarlo. Caminé presuroso. Entré a clases… les conté a los chicos lo que me había pasado y empecé a desarrollar el tema. Cuando me doy cuenta… sonó el timbre para concluir la hora… me reí… nos reímos… yo tenía ganas de llorar… pero me reí. Charlé con la secretaria y luego con la rectora. Y me fui rumbeando para el autito.

Arranqué y salí. Fácil porque estaba ubicado como para salir. Lo complicado fue moverse en tercera en las esquinas, que la mayoría tienen badenes profundos (por las lomadas de nuestra ciudad que se necesita que corra el agua de lluvia rápido). Pero el motorcito se las aguantó. Yo ni miraba a los transeúntes pero más de uno habrá dicho “¿quién será el bruto que maltrata así ese auto?”. Miro y me doy cuenta de que se está acabando el gas. Así que pasé a nafta y decidí ir a cargar GNC y, de paso, inflar allí mismo las cubiertas. Elegí una estación de servicio a la cual podía llegar por calles laterales sin casi nada de tráfico, un lugar amplio para inflar las cubiertas y salir sin dar marcha atrás y luego poder cargar el gas. Cuando ice estas maniobras en el lugar… me felicité por mi elección. Terminado este servicio… seguí rumbo a mi casa. Ya no iría a la gomería sino que solo lo llevaría al taller… si llegaba porque la hora ya era de cierre (está a la vuelta de la parroquia).

Unos dos kilómetros antes de llegar siento un fuerte olor a nafta. Me doy cuenta de que pasó algo pero ni quiero mirar ni quiero parar. Sólo me acordé de que tenía el matafuegos debajo de mi asiento. A las diez cuadras una moto se me acerca y me dice que estoy perdiendo nafta. Le agradezco… hago cinco cuadras más y paro delante del taller. El portón estaba abierto pero el galpón, al que se accede por un pasillo, estaba cerrado… Salí, me subí al auto… arranqué… hice tres cuadras viendo por el espejo como dejaba un reguero de nafta en el camino… entré al patio de la parroquia… lo estacioné en un lugar que no moleste (el garaje lo ocupa Cáritas para atender a la gente así que lo dejamos a los autos debajo de un gran tinglado que hay en el fondo… pero dentro de quince días se hará allí el almuerzo patronal así que, pensando que tal vez no lo mueva hasta entonces, lo dejé cerca de la entrada al aire libre, en un lugar donde no moleste para todas las actividades patronales). Cuando paré el motor me di cuenta que había perdido por el camino todo el medio tanque de nafta que tenía… el marcador estaba en cero. Cuando bajé vi que se había perforado el tanque, cerca de dónde está ubicada la rueda de auxilio, y que chorreaba, literalmente, nafta. Y me fui… pensado que ya nada le ocurriría y que dormiría allí hasta que vuelva de España (mediados de noviembre).

Bueno… a las cuatro de la mañana me despierto porque… ¡Caía granizo y mi auto estaba a la intemperie!!! Me desvelé pensando en abolladuras y vidrios rotos. Gracias a Dios que, cuando con la luz del día salí a verlo, no había daños a la vista. Pero la noche de desvelo no se me pasa.

¿Será que el auto cumplió un ciclo y debo venderlo? Por lo pronto, tengo que arreglarlo… y eso será recién dentro de un mes y medio o dos. Mientras dormirá plácidamente a la luz del sol y del sereno nocturno.

Bueno… para no ser tan negativo… otro videíto sobre los dúos de gatos… como para reírnos de las cosas y no dejar que los bienes temporales nos angustien la vida. Por cuatro jovencitos del Coro del Liceo Franco Mexicano:

Me encanta la puesta en escena y el final. Bah... me gusta todo.

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10 Comments

  1. Mirá que sos arriesgado , hubieses podido volar por el aire o morir carbonizado. A vos si que Dios te cuida!!!!!!!!!!!!!!

  2. Gracias Fabian, por el aporte, verdaderamente, hace bien reírse un rato, Saludos y que El Señor de acompañe y te guíe

  3. y....como dice un viejo refrán: "no creo en las brujas, pero que las hay, las hay...", se aplicaría hoy DÍA DE LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS ja ja

  4. Fabian querido amigo y hermano hoy me siento más cerca tuyo. porque se lo que es pasar por tooooodas esas peripecias. Leer lo que te pasó llena mi corazón de alegría de saber que no soy el único gil que tiene un auto podrido (juaaa juaaa juaaa). Ahora soy yo el que tiene que visitarte, ya te voy a llamar para coordinar un día, espero que me recibas con unos buenos mates (dulces) y media docena de facturas (je). Un abrazo

  5. jeje pobre! lo importante es que Dios lo guio para poder cumplir con sus deberes y llegar con el auto a su lugar..bendiciones Padre! y que alegria que se va a España

  6. Padre me hiciste reír relatas todo tan bien con tantos detalles que es como si te estuviera viendo. Y bueno sin duda Dios proveerá y cuando vuelvas del viaje vas a encontrar una solución rápida paciencia… y mucha aunque se que a veces es escasa, un abraso grande y Feliz Patronal y que tengas un buen viaje y un feliz regreso

  7. Padre!!! Que le dijo la Hna. Andrea hace rato!!!! Tiene q cabiar el auto!!!! Que locura con lo de la nafta! De verdad podría haber volado por los aires. Ah!" Hice va con h, no se la coma. Un beso. Hna, Andrea osb

  8. Que trabajo tiene tu angel de la guarda con vos!!!!y muy amada,cuidado por tata DIOS