Me gustó mucho leer lo que dijo el Presidente uruguayo a su selección de fútbol antes de partir al Mundial:

… los jugadores "en el fondo, son un grupo de gurises que llevan la representación, los sueños y la alegría de los uruguayos. Tenemos muchas diferencias en nuestra sociedad. Tal vez, una de las pocas cosas en común que tenemos es ‘la celeste’. Pero tampoco hay que darles una responsabilidad tan gigantesca como si fueran a una guerra, o fueran a saldar la deuda externa. Sólo les pido que jueguen con alegría".

Y, para que quedara claro, al final de la cena, Mujica les remarcó:

"Muchachos, vale la pena vivir. Cada vez que tengan una derrota, sabrán que se puede comenzar de nuevo. En todos los órdenes de la vida".

El fútbol no es una guerra. Los uruguayos lo entendieron muy bien, se divirtieron, salieron cuartos en el mundial y se trajeron de regreso al mejor jugador del torneo. Si estas dos últimas cosas no hubieran pasado, entonces (con la diversión en la mano) recordarían del segundo mensaje de su Presidente lo que es importante en la vida: recomenzar sin resentimientos.

De todo esto me acordé cuando escuchaba el discurso de Diego Maradona anunciando el “¿por qué?” de su “alejamiento” de la Selección Argentina. La primera parte fue en el auto mientras iba a comprar un repuesto. La segunda, a través de la tele en el negocio, mientras esperaba que me atendieran.

No soy comentador deportivo. Menos voy a defender al eterno dirigente de la AFA (no entiendo porque permanece tanto tiempo allí… bah… si, entiendo…). Tampoco comulgo con Bilardo y sus “métodos” (baste recordar, tan solo, el bidón con que emborracharon a Branco). Pero me dejó triste que se hablara de mentiras y traiciones. No porque no creo que haya eso (y mucho más) en el fútbol argentino. Sino por falta de memoria (algo de eso habló el hijo del entrenador que este suplantó).

Me indignó que no se asuman responsabilidades y se busque un chivo expiatorio sobre el cual descargar las culpas. Me indigna la falta de autocrítica y la omnipotencia de pensar que todo debe ser de acuerdo a mi pensamiento. Y, sobre todo, me da un poquito de luz para entender porque Maradona se siente tan a gusto con Chávez y Fidel Castro. Mujica también comulga con las ideas políticas de estos dos líderes latinoamericanos. Pero lo veo sin resentimientos y con autocrítica. Tal ves el d10s con pies de barro deba aprender mucho de eso.

Y también nosotros, los argentinos. ¿Cuánto de maradoniano tenemos en nuestras actitudes cotidianas?

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