Uno escucha que las universidades investigan muchas cosas importantes en todo el mundo. A veces se sorprende por la profundidad de sus descubrimientos. Otras nos descolocan tanto que no sabemos si sorprendernos, reír o llorar.
La Universidad de Leicester, en Inglaterra, ha dado a conocer los primeros datos de una investigación que entra en la última categoría que enumerábamos anteriormente. Allí el experto en psicología social Adrian White realizó el primer mapa mundial de la “felicidad”. Si, usted ha escuchado bien, no está ni soñando ni delirando. Este Inglés ha producido un ranking en el cual todos los países del mundo son catalogados por su mayor o menor felicidad. Así los ciudadanos de Dinamarca y Suiza son los primeros. En último lugar quedan los habitantes de Zimbabwe y de Burundi. Entre 177 países los argentinos ocupamos el puesto 56.
Medir la felicidad de una persona y de una nación no es un trabajo pequeño. El primer gran escollo es la medida que se utiliza. ¿En base a qué parámetros el científico ha cuantificado? Para medir ha utilizado un concepto que equipara la felicidad con la satisfacción en la vida. Y en este marco el nivel de felicidad está más asociado con la salud de las personas, el bienestar económico en cuanto al Producto Bruto Interno de un país y el acceso a la educación secundaria, según el estudio.
Toda una definición de la persona humana y de su vida social nos sale a nuestro encuentro en esta tesis. La primera afirmación, que no la dicen directamente pero que está en la base de todo, es considerar al ser humano como un mero productor y consumidor de bienes. Así es que entienden que se sea más o menos feliz solo gozando de salud, dinero y educación.
Lo segundo que nos deja dicha publicación es la pretensión de que se es feliz sólo desde el egoísta crecimiento personal. En las características usadas no queda lugar para el encuentro de personas y el gozarse en el servicio a los demás. La lógica que usan es terrible: yo produzco, yo consumo, por lo tanto yo soy feliz.
En este marco sigue siendo una locura la propuesta de Jesús. En el Sermón del monte (Mt 5-7) propone un camino de felicidad inaudita:
“Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los cielos…
felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados…
felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios…
felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos…”
Parece que este camino está lejos de la salud, el bienestar económico y el acceso a la educación secundaria. Por eso me queda una duda: ¿que puesto hubiera ocupado Jesús en un ranking armado por la universidad inglesa y su rutilante profesor? Sin duda pondrían en los últimos puestos a Aquel que es capaz de dar la dicha a sus semejantes solamente desde su entrega en la Cruz.

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