Tengo un amigo que le encantan las cosas viejas. Goza yendo a los remates y comprando trastos inservibles para sus dueños. Luego les da un toque mágico de restauración y lo inútil queda hecho un verdadero chiche. Recuerdo una vez que fui a su casa y me mostró emocionado una mesa para su comedor diario. Era una mesa grande de las llamadas “choriceras” porque se la usaba en el campo para cortar los trozos de carne de vaca y de chancho para el chorizo y otras “facturas” de carne para el invierno. Yo lo único que le vi de lindo eran las patas torneadas, porque toda la madera estaba pintada con látex verde agua. El, raspando con la uña, me hizo ver que era de algarrobo. En los días siguientes comenzó la verdadera aventura: armados con soda cáustica, un cepillo de lavar ropa y abundante agua, le fuimos sacando la pintura hasta dejar la madera completamente al descubierto. Luego sólo bastó una manito de lija, un barniz incoloro que resaltó la esencia de la madres y… lista para ir al comedor. Tenía razón mi amigo, la mesa era bárbara y sólo había que sacarle la pintura para que luzca como verdaderamente es. Esta anécdota me vino a la memoria cuando trataba de entender la reacción de muchos frente a la “supuesta” posición del Papa Benedicto frente al Islam. Lo más curioso de todo fue la actitud del mismo Benedicto. Lejos de retractarse de lo que había dicho, solamente se disculpo si ofendío a alguien ya que esa no era su intención. Y junto a esto, invitaba a leer todo el texto. Es más, dio instrucciones a los representantes vaticanos en naciones musulmanas que entregaran a esos gobiernos una ¡copia del discurso! Algo que sería el colmo absurdo de toda absurdidad… si no fuera que allí se trató de un tema muy distinto al que se publicó por los medios.

También me vino a la memoria lo de la mesa choricera luego de leer diarios locales, ver noticieros nacionales y escuchar opiniones de periodistas internacionales. Además por escuchar opiniones de católicos, algunos muy comprometidos con su fe. En muchos de estos casos, la impresión que me daba era que sólo habían escuchado la frese difundida sin haber investigado lo que se había dicho en su contexto verdadero. Esto se me confirmaba cuando a los católicos, incluso a los muy comprometidos con su fe, les preguntaba si conocían el discurso. La respuesta era invariable: sólo lo que se dijo en los medios. Cuando nos quedamos con el látex y no llegamos al corazón de la madera la consecuencia natural es despreciar el producto. Algo muy distinto ocurrió con, por citar dos ejemplos, el gobierno turco y el presidente iraní. Ellos manifestaron su respeto por el Papa y dejaron en claro que sus palabras han sido mal interpretadas. Sencillamente… leyeron todo el discurso.

Y vos, ¿leíste todo el discurso del Papa o solamente escuchaste la versión fantasiosa que difundió la BBC de Londres?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

2 Comments

  1. 1. miguelito - Octubre 19, 2006[Edit]

    Querido padre y amigo

    me encantó la reflexión…

    Miguelito de san nicolás
    2. mingo - Octubre 19, 2006[Edit]

    Fabian muy bien tu reflexión, muy acertado el ejemplo
    gracias
    mingo

  2. Buen día padre, me ejó con la miel en los labios, recuerdo el incidente, pero fuí uno de los que no se escandalizó, pero igual me guustaría reller el texto completo, donde lo buscó?